En un mundo donde la naturaleza reina y los humanos están bajo el yugo de los 4 guardianes principales de los elementos, nació un mago sumamente poderoso, solo con un propósito, destruir a los guardianes y dar la tierra a los humanos.
Prologo
Una vez hace miles de años en la cima de una montaña se hallaba un gran templo perteneciente a la gran diosa celtica del fuego Brigit, elegida para ser la guardiana del elemento más poderoso "El fuego", sus poderes eran totalmente destructivos tanto así que todos y cada uno de los humanos le temía, y no solo a ella si no a los dioses también, gracias a ellos la tierra se mantenía viva y hermosa, los 4 grandes guardianes consideraban a los hombres plagas, para ellos sus vidas valían muy poco, los ponían debajo de los animales y cualquier criatura existente.
Allí estaba ella, Brigit, esplendida como nadie, con su cabello rojo largo cayendo en cascada por su espalda, su cara fina con fracciones delicadas, sus ojos de color miel eran dulces pero intensos, sus labios grandes, no tenía pechos grandes pero si piernas y caderas sobresalientes. Sentada en medio de su habitación, meditando, no le gustaba que la molestaran, si era verdad que era hermosa pero era una total dictadora tanto en su templo como en sus tierras, fría, sin piedad y una muy fuerte guerrera, todo aquel que desobedeciera sus órdenes terminaría ardiendo en las mismas pailas del infierno. A lo lejos escucho unos pasos apresurados que se dirigían a su habitación, ya lo venía venir, no tendría paz el día de hoy, se escuchó un ligero toque que provenía desde la puerta.
- Mi señora, Brigit, disculpe que la moleste en medio de su meditación, pero un ejércitos de mortales vienen del norte a reclamar el bosque de Nevét.
- Informa a los otros guardianes y tengan lista a Adalia, partiré al bosque lo más pronto posible.
- Si mi señora de inmediato.
Brigit dio un suspiro hondo y le levanto, camino hasta su armario y saco su fiel lanza.
-Esos sucios humanos realmente creen que pueden venir a mis tierras y reclamar mi bosque sagrado como suyo, no tienen vergüenza.
Coloco su lanza en la mesa cerca de ella y del armario comenzó a sacar su armadura, la parte superior de esta consistía en un peto que se ajustaba a sus pechos y cintura, grandes hombreras, guarda brazos y guantes, en el peto llevaba un triángulo que era el símbolo de su elemento en su cultura. En la parte baja de su armadura llevaba sus quijotes, rodilleras y grebas, por lo general no le gustaba llevar casco así que no considero necesario en llevárselo. Una vez lista para la batalla tomo su lanza salió de su habitación, camino por el pasillo que llevaba a la sala principal de templo allí se encontró con uno de sus guardias.
-¿Adalia esta lista? - Hablo Brigit dirigiéndole una mirada fría he intensa al guardia
-Si mi señora, todo está listo para su partida- el guardia respondió tratando de evitar un poco la mirada de ella
-Muy bien, entonces andando.
Salió de la sala principal y camino por el gran pasillo de la entrada con grandes pasos, cuando llego a la entrada del templo vio al su fiel y gran dragona Adalia, de porte elegante, con grandes alas y ojos color rojizo, su piel era dura e impenetrable, Brigit se acercó a ella y le dio un cariñoso toque.
-¿Lista pequeña?- le pregunto acariciando su cabeza
-Siempre lo estoy- respondió ella con una voz ronca pero suave
Brigit, le dedico una sonrisa y se montó en su lomo, en cuanto Adalia se percató que a Brigit estaba lista alzo el vuelo y se dirigió al pie de la montaña donde se encontraba el gran bosque de Nevét, desde lo alto logro divisar que el ejército de humanos se encontraban en la entrada del bosque, no debía ser más de mil y a lo alto de una colina se encontraban los, Cihuacóatl, la diosa azteca de la tierra, ella era la guardiana de dicho elemento y gran amiga de Brigit, a su derecha estaba Hydros, el divinidad del agua en la mitología griega, y a la izquierda de Cihuacóatl estaba, Fujin, la deidad japonesa del viento, Brigit le dio la orden a Adalia que aterrizara en aquella colina y así lo hizo, con cuidado coloco sus grandes garras sobre la tierra y de un salto se posó sobre ella.