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Llevar a toda la familia Everdeen Ortega a Galway en navidad, estaba siendo genial. Los años anteriores se habían dividido entre España e Irlanda, el primer año en el piso de Kensington se habían empeñado en reunirlos allí, pero finalmente volar todos a Galway y celebrar las fiestas en casa de sus padres era exactamente lo que necesitaba en medio de unos meses muy duros. Afortunadamente su suegra, la abuela Teresa y Cruz, había aceptado probar suerte con los Mellark y lo estaban pasando de maravilla.

El 23 por la tarde ya estaban en Galway viendo a los amigos y familiares más cercanos y en Nochebuena su suegra y las chicas se habían ocupado de preparar una cena navideña a la española, espectacular, que acabaron a las tantas de la madrugada jugando a las cartas y apostándose chupitos de Anís el Mono a destajo. Las botellas las había llevado Cruz en la maleta y Katniss había acabado bastante piripi, muerta de la risa, sin poder aguantar seria con las cartas en la mano.

Le encantaba verla así: relajada, sin ninguna prisa, sin tener que salir corriendo, ni leer, ni redactar, ni hacer nada salvo estar sentada a una mesa con la familia, con él, pasando la Nochebuena en casa, mientras fuera hacía un frío de muerte. Estaba preciosa y sexy, con sus pantalones negros ceñidos y esa blusa de gasa también negra, que le dejaba los hombros al aire. Guapísima con el pelo más largo, suelto y ondulado, la cara lavada y ese perfume de jazmín que cada vez que se acercaba a él lo ponía a cien. Un bombón, el de siempre, que se volvía incluso más simpática y divertida con dos copas de más.

Estiró la mano y le acarició el trasero suave y respingón. Eran las tres y media de la mañana y no podía dormir, abajo su madre aún trajinaba poniendo los regalos en el árbol y dejando a punto el desayuno de Navidad, y él solo podía pensar en el fin del rodaje de Londres, en el Hamlet que estrenaría en el Shakespeare's Globe, en la dichosa película de Australia, y en los dos proyectos que tenía que rodar antes de fin de año, una locura absoluta que le provocaba estrés y una sensación de vértigo continúa. Sin contar con la promoción de dos películas ya acabadas, una de ellas la que compartía con Rosaline Freeman, con la que tendría que coincidir en París y en Londres, hablando de la peli y dando entrevistas.

Julia había intentado que no coincidieran, era habitual que los actores de dividieran el trabajo y promocionaran por separado, pero la distribuidora se había negado y al final los habían obligado a estar juntos en esas dos ciudades. Total, decidió, era lo más profesional y natural del mundo y pensaba obviar cualquier asunto extraño entre los dos. El pasado era agua pasada y no tendría que verla hasta el verano. Aún quedaba tiempo y no había vuelto a saber directamente de ella, aunque ella sí se había encargado de declarar en un par de entrevistas que había sido un placer trabajar con él porque era su hombre ideal, el príncipe azul de sus sueños infantiles, obviando totalmente el hecho de que él estaba felizmente casado.

Algunas mujeres eran extrañas y no tenían mucho amor propio, pensó, acariciando el trasero y la curva perfecta de la espalda de Katniss, que dormía desnuda sobre su pecho. Cuando ella llegó a vivir a la buhardilla de Camden, él le dijo que en su casa solo había una regla: en la cama se dormía desnudo y Katniss había acatado la premisa con una sonrisa y sin rechistar. Desde entonces lo llevaban cumpliendo a rajatabla en casa, en hoteles o dónde les tocara dormir juntos, y era una costumbre deliciosa que esperaba no perder ni cuando tuvieran niños correteando por allí.

Hijos.

Su madre había comentado un par de veces que lo único que les faltaba para celebrar una navidad perfecta era tener nietos. Nadie le recordó que ella ya tenía nietos, los hijos de Sean, su hijo mayor, y las dos veces se hizo un silencio incómodo sumado a un fugaz halo de tristeza en la mirada de Katniss. Odiaba ver que sufría por eso, no podía soportarlo, pero peor era la perspectiva de convertirse en padres justo en ese momento, con todo lo que tenían encima, viéndose tan pocas veces al mes y con tantos proyectos por cumplir.

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