Tuvo que dejar los guiones a un lado y ejecutar la posición del loto a los pies de la cama. A veces el yoga era lo único que le quitaba un dolor o un tirón después del baile y lo intentó sintiendo el muslo demasiado tenso, tal vez debería visitar a un fisioterapeuta, como pensaba Carmen, su maestra de flamenco, o ir directamente al traumatólogo, pero le daba una pereza enorme.
Cerró los ojos e intentó relajarse. El estrés estaba pudiendo con ella y las últimas dos semanas apenas había podido respirar. Afortunadamente el "Hamlet" de Peeta estaba funcionando muy bien, las críticas eras estupendas y aunque él disponía de una pequeña tregua en el cine gracias a su paso por las tablas, no paraba quieto. Retomó las clases de dicción, de esgrima, incluso empezó a montar con más regularidad, y decidió volver al boxeo en un gimnasio de Chelsea. Tenía la agenda repleta de entrevistas, citas con directores, productores, guionistas y posados fotográficos varios y ella empezó a temer que el verdadero motivo de tanto ajetreo fuera simplemente la necesidad de evitar estar en casa.
Por supuesto él lo negaba y ella no tenía energía para discutirlo. Llevaban unas semanas muy raras, desde el posado para Greenpeace, la cosa no mejoraba. Por supuesto él se había portado como un niño caprichoso e insufrible delante de Björn. Irascible, celoso, posesivo y borde. Sacó lo peor de su personalidad delante de esa gente tan pacífica y amable, y además, había acabado de arreglarla con su flirteo adolescente y estúpido con esa preciosa modelo de Victoria's Secret. El sueño de cualquier hombre con sangre en las venas.
Cuando vio la llamada en su móvil, leyó Candy. Es decir, la tenía en la agenda, y aunque en su sano juicio jamás hubiese cogido esa llamada, lo hizo. La chica no dejaba de llamar y ella contestó sin identificarse. Una muy mala idea, sobre todo cuando le soltó, con un acento exasperante y mucha prepotencia, que avisara a Peeta inmediatamente de quién lo llamaba, ella le explicó que estaba grabando y entonces espetó: "es que se cortó la llamada y quedamos a medias, dígale que sigo libre para cenar, que me llame. ¿Me ha oído?, que me llame inmediatamente".
Por supuesto sabía quién era Candy Heines, y no solo porque se trataba de una modelo muy famosa, sino porque se había presentado en el estreno del Globe vestida para matar y llamando la atención de Peeta a cualquier precio. En un corrillo, en el cocktail posterior al estreno, les contó que era fan de Peeta Mellark desde el colegio y que sus amigas se iban a morir de envidia cuando les contara que había estado con él en Londres. Una confesión muy tierna, pero cargada de intención, que compartió con todo el mundo e incluso delante de ella, a la que ignoró ostensiblemente mientras los demás la observaban de reojo. Qué vergüenza.
Estaba habituada al hecho de que mujeres de todas las edades le tiraran los tejos, aun sabiendo que estaba casado, pero a veces la cuestión llegaba a ser un poco ofensiva. Según Annie, la culpa era suya, que no se posicionaba y no marcaba el territorio, pero ella era incapaz de hacer algo semejante y siempre esperaba que fuera Peeta el que pusiera los límites, sin embargo, con el paso del tiempo estaba observando, sin poder hacer nada, como la fama de él crecía a la par que su relación con ella, su matrimonio, desaparecía a ojos del gran público. Una circunstancia muy favorable para alimentar su imagen de macho Alpha ligón y rompedor que tanto vendía en todas partes.
Culpa suya o no, el hecho es que estaba sucediendo, cada vez más, y a veces se sentía como un ente extraño que empezaba a estorbar. Annie, que era una prestigiosa periodista semi retirada desde el nacimiento de Saxon, su tercer hijo, le propuso hacer un reportaje para un periódico o una revista femenina, convencida de que debía dejarse ver antes de que la sangre llegara al río.
—¿Qué la sangre llegue al río? —Preguntó sirviéndole una copa de vino—, ¿cómo?
—Un día te pasarán la llave de una habitación de hotel a ti, para que se la entregues a él, pensando que eres su asistente o su manager.
ESTÁS LEYENDO
Oportunidades
RomanceEl amor propio, confianza, madurez y respeto son las bases para tu vida con tu pareja. ¿Cuántas oportunidades se deben de dar y recibir para vivir y disfrutar tu amor con tu otra mitad?