El padre de Sakura Haruno , se llamaba kizashi Haruno y era de origen australiano. Había venido
a España treinta años atrás con su amigo fugaku Uchiha en viaje de estudios al terminar la Universidad.
Estudiaban Derecho los dos y habían elegido Marbella para pasar sus vacaciones una vez que
terminaron la carrera de Derecho y se graduaron.
Marbella, en ese tiempo era una ciudad en auge, muy conocida y donde la jet set y las fiestas eran las mejores.
Y como sus padres tenían un poder adquisitivo alto, los mandaron a Málaga un mes, para que descansaran, antes de empezar a trabajar, porque eran buenos estudiantes, buenos chicos y habían
sacado la carrera con honores los dos.
Eran amigos desde el instituto y todos los viajes, los hacían juntos. En Australia había mucho que ver y ellos en las vacaciones de verano iban tanto por Australia como viajes fuera del país
cuando ya entraron en la Universidad.
Así, que aquél verano Kizashi, conoció en Marbella, un pueblo de Málaga, donde decidieron ir de vacaciones, a la que sería el amor de su vida, Mebuki Rodriguez, a la que le quedaba el último
año de carrera de Derecho también.
Lástima que a Fugaku, el amigo de Kizashi no le gustara la amiga de Mebuki, pero con ellas pasaron un verano estupendo.
Fue tan sólo un mes, pero con tan solo un mes tuvo Kizashi suficiente para saber que Mebuki era la mujer se su vida y que le pondría el mundo a sus pies.
Mebuki veraneaba con sus padres en una casa que tenían en Marbella y ellos se quedaban en un hotel cercano. Eran dos niños ricos, altos, guapos y algo pijos, pero eran cercanos, muy
agradables y buenas personas.
Mebuki Rodríguez, vivía en Sevilla con sus padres, pues su padre, tenía un bufete de abogados en la capital, bastante conocido. Por esa razón ella quiso también estudiar derecho, lo llevaba en la sangre.
Así que se especializó en divorcios y separaciones y le quedaba tan solo un año para terminar la carrera y posteriormente trabajaría en el despacho de su padre.
El derecho y el amor unieron a Kizashi y a Mebuki que quedaron totalmente enamorados uno del otro. La pena es que vivían cada uno en una punta del mundo. Pero eso lo solucionó Kizashi, al año siguiente viniéndose a vivir a Sevilla con su amor.
Ese año que estuvo en Sídney, de donde era, aprendió español intensivamente mientras trabajaba en un bufete de abogados de becario. Se había especializado en derecho penal. Y se
carteaba con mebuki casi a diario. Su amor sobrepasaba todos los límites románticos. Y cuando vino a Sevilla, entró a trabajar en el bufete del padre de mebuki, porque ya sabían que se
comunicaban, tenían una relación seria y que estaban enamorados.Tardaron unos meses en casarse. El tiempo en que ella, mebuki, terminó la carrera y entró a
trabajar al bufete de su padre también.
El suficiente también para alquilar Kizashi un apartamento en la zona de Viapol, donde trabajaban y donde estaba situado el despacho.
Y cuando al pasar unos años, él se fue consolidando como un abogado criminalista de prestigio, se compraron un piso más grande, en la misma zona en la que estaba el trabajo de ambos.
Pues los dos, trabajaban en el bufete de su padre. Eran muy felices. Tenían un trabajo que adoraban, tenían un piso alquilado, luego compraron uno propio por la misma zona, precioso y
tenían amor. Y Kizashi, aunque añoraba su tierra, sabía que ahora, ese era su hogar.
Aunque viajaron con el tiempo a Sídney a ver a sus padres y amigos con relativa frecuencia o ellos venían a España.
Mebuki, fue consolidándose como una abogada experta en separaciones y divorcios. El padre de Mebuki, estimaba y quería mucho a Kizashi, porque era un trabajador incansable, eficiente y
perfeccionista y sobre todo amaba intensamente a su hija y la trataba como a una reina.
Cuando Mebuki, quedó embarazada y tuvo a su única hija, Sakura, igual que su madre, y esta cumplió diez años, Kizashi, compró una gran casa con piscina en Mairena del Aljarafe.
Un pueblo cercano a Sevilla y que con el tiempo se fue convirtiendo en una pequeña ciudad, con el metro que le dejaba en la puerta del trabajo, un centro comercial, con todo lo que se
necesitaba, tiendas, hospitales y clínicas privadas. Había crecido esa zona como la espuma.
Y además disponían de la tranquilidad que necesitaban.Kizashi, nunca dejó de mantener el contacto con su amigo de la infancia, adolescencia y juventud
Fugaku uchiha, de Sídney.
Fugaku uchiha por su parte, en Australia, se casó con Mikoto, una australiana alta y elegante, muy guapa, educada y cariñosa y ellos fueron a Sídney a su boda y así ver a los padres de Kizashi,
que aún vivían. Allí estaba su familia.
Viajaron más veces a Australia, Kizashi y Mebuki, cuando su madre o su padre murieron o a ver a sus amigos y estos también venían a verlos y se iban a Marbella a una casa que se compraron
cerca de la casa del padre de Mebuki, porque les encantaban, pasar allí las vacaciones, donde se conocieron.
Y como kizashi, era hijo único, cuando sus padres murieron, sólo les quedó en Australia a su amigo Fugaku, su mujer y el hijo de ambos, Sasuke.
El tiempo pasó, y cuando el padre de Mebuki, se jubiló, les dejó el despacho a ellos, pero fue Kizashi, quien llevaba la dirección del mismo.
Mebuki, no quiso llevarlo, no le gustaba la dirección, ni quería agobiarse ni estresarse más de lo que ya llevaba.
Kizashi, lo dirigía con maestría y subió notablemente el bufete, hizo cambios convirtiéndose en uno de los bufetes más prestigiosos de Sevilla.
Por otro lado, a kizashi y a Mebuki, les gustaba la parte nueva del pueblo donde fueron a vivir, Mairena del Aljarafe, cerca de Sevilla, donde compraron la casa, zona que había crecido y estaba
al lado de Sevilla. Lo creyeron más conveniente para que su hija se criara en un entorno bonito y tranquilo, pero a la vez con todo cerca.
Reformaron la casa al cabo de los años y allí eran felices con su hija Sakura que se convertía en toda una mujer.El destino quiso que también que Daniela estudiase Derecho, pero a Sakura, le gustaba el
Derecho Laboral.
Y cuando acabó la Universidad, ni qué decir tiene que empezó a trabajar en el bufete de sus padres a la vez que realizaba un Master en Derecho Laboral también.
Tenían su bufete en Viapol, un edificio de color rojo repleto de empresas y bufetes, cerca de los Juzgados. Y les iba muy bien.
Era un bufete de prestigio conocido en toda Sevilla y parte de Andalucía. Tenía doce abogados sin contar con Sakura, su madre y su padre que dirigía el bufete.
En total eran quince personas en plantilla, con sus respectivos ayudantes y la secretaria del padre, luego estaban los becarios.
Kizashi Haruno, el padre, era un hombre muy alto de pelo castaño, ojos verdes y de porte elegante. Vestía siempre con trajes hechos a medida y zapatos de marca.
Tenía una nariz recta, el pelo siempre corto, muy bien peinado, con algunas canas asomando a su cabeza ya, por el paso de los años.
Era un trabajador incansable y perfeccionista e imponía respeto en el trabajo. Sin embargo en casa era un padre afectuoso y no tenía más ojos que para su princesa.
Sakura. Era la única hija que había tenido con el amor de su vida, Mebuki.
Desde que la vio por primera vez, se quedó prendado de esa mujer de estatura baja, cuerpo de
muñeca y elegantes modales.
Él, había venido a la aventura, de viaje de estudios cuando terminó derecho Criminal y ella era hija de unos abogados de prestigio en Sevilla.
Mebuki, la madre de Sakura, era una mujer menuda y elegante, y muy atractiva. Tenía el pelo Rubio y los ojos color miel. Era cariñosa, tranquila y afectuosa, correcta y de modales perfectos.
Kizashi, siempre mantuvo contacto con su mejor amigo australiano, fugaku uchiha, también abogado. Habían estudiado juntos y eran amigos desde el instituto y los dos habían estudiado
derecho Criminal y eran como hermanos.
Se habían visto en esos treinta y tantos años que kizashi estuvo en España, unas doce o trece veces. O él había viajado con Mebuki a Sídney, o kugaku y su esposa Mikoto, habían venido a Sevilla y habían pasado algunas semanas en Marbella de vacaciones los cuatro juntos.
Habían pasado muchas vacaciones, y su vida, en cierto sentido, sus vidas habían transcurrido de forma paralela.
Fugaku uchiha, por su parte, también tenía un único hijo, Sasuke Uchiha abogado Criminalista, como él, que trabajaba en su despacho de abogados del dentro de Sídney, UCHIHA GLOBAL,
situado en el distrito financiero CBD (Central Business District). Unos de los bufetes de más prestigio de la ciudad.
Llevaban casos incluso en otros países cercanos. Como Dubai, Nueva Zelanda, sobre todo en casos criminales que llevaba su hijo Sasuke y que eran importantes, incluso internacionalmente y que solían salir en la prensa de su país.
Y Sasuke, ya se había hecho un nombre en el mundo del derecho criminal y un famoso abogado de prestigio.
Kizashi, por el contrario, tenía a su hija, Sakura Haruno. También era abogada laboralista, y trabajaba en el despacho de abogados de sus padres. Pareciera que su vida había transcurrido de forma similar. Y ambos estaban orgullosos de lo que habían conseguido en la vida y también de sus hijos.
Sakura, había crecido en una casa bilingüe, su madre era española y su padre hablaba inglés y tanto la madre como la hija aprendieron inglés con su marido y su padre respectivamente, lo que le venía muy bien para su trabajo.
No le quedó más remedio que crecer en un bilingüismo absoluto, pues su madre hablaba inglés a la perfección y en casa la mayoría de las veces se hablaba en inglés.
Sakura, había terminado la carrera a los veintidós años. Hizo un Master en Derecho Laboral mientras trabajaba en el bufete y posteriormente, llevaba otro año trabajando cuando acabó el
Master.
Pero ella quería ampliar horizontes. Conocía a los amigos de su padre en Australia, a los que llamaba tío fugaku y tía Mikoto, de cuando habían venido de vacaciones, pero ni ella ni el hijo
de fugaku al que sus padres llamaban sasu, habían viajado nunca ni ella a Australia ni el hijo de sus tíos había venido a España, así que los hijos de ambos, no se conocían.
Pues cuando los padres de Sasuke iban de vacaciones, él no quería irse, prefería quedarse con sus amigos en Sídney y a ella tampoco la llevaban a Sídney cuando éstos iban.
Sakura, tenía veinticuatro años y quería trabajar, y de hecho trabajaba con su padre, pero quería ir a un país de lengua inglesa, al menos por un tiempo.
Se lo dijo a su padre. Y este lo dijo que iba a ver si lo solucionaba, porque no le podía negar nada a su princesa.
Sabía que quería salir de España, pero no iba a dejarla irse a cualquier lugar. No había ido de vacaciones nunca, salvo a Marbella.
Desde pequeña, todo había sido estudiar y estudiar. Primero el instituto, luego la Universidad, el Master mientras trabajaba y todo un año tras otro, sin repetir y con muy buenas notas. Había
viajado poco.
Tenía pocas amigas y a ella no le gustaba la forma en que salían los jóvenes. Beber hasta tirarse al suelo.
Ella era más de tomar una copa en un sitio tranquilo con música de fondo y echaba de menos tener un hombre para ella, un compañero que no encontraba ni por asomo. Quizá era demasiado
exigente.
Su padre la encontraba inquieta desde hacía tiempo, nerviosa, pensando en la lejanía, metida en su mundo y sabía que debía salir de Sevilla y encontrar algo que la hiciese feliz. Al menos vivir
un poco y ya volvería después y retomaría su trabajo y su carrera junto a él en el bufete.
Estaba agobiada y su padre no quería que cogiera una depresión. Sabía que debía ampliar horizontes ir por el mundo y vivir, y como padre, la iba a ayudar hasta que ella por su cuenta
decidiera volver.
Un tiempo fuera, le vendría bien. Lo habló con su esposa Mebuki, la madre de Sakura y decidieron tomar la mejor decisión…
Ahora había que esperar a que ella quisiera aceptar lo que le habían preparado a sus espaldas.
Sakura, tenía el pelo largo y rosa. A pesar de que su padre era alto, ella
salió a su madre, bajita y de ojos grandes verde y labios carnosos.
Era preciosa, como una muñeca. No pasaba del metro sesenta, era muy graciosa, irónica y extrovertida. Tenía los andares rectos y seguros de su padre. Y su forma de trabajar exigente y
precisa.Su otro lado, en el tema laboral, era muy organizada y trabajadora infatigable y perfeccionista,
también como su padre.
Estaba muy protegida por sus padres, ya que era hija única y por eso quería salir de allí. Llevaba un año ahorrando lo que ganaba en el bufete para poder salir y trabajar en otro sitio.
Y sobre todo, conocer mundo. Se estaba asfixiando lentamente.
Su padre, llamó a su amigo fugaku y le contó el tema de su hija. Y éste le dijo que se la mandara a Sídney, así podía protegerla y darle trabajo en su despacho de abogados. Estaban faltos
de abogados laboralistas y aunque no lo estuvieran encontraría un puesto para ella sin duda.
Sakura era como una hija para ellos y le buscarían un hueco en su despacho.
Estaba cenando una noche cuando el padre de Sakura le dijo:
-Hija.
-¡Dime papá!
-¿Te gustaría trabajar en el extranjero?
-Me encantaría papá. Estoy un poco agobiada. No es que no me guste trabajar en el despacho, pero llevo muchos años sin salir de Sevilla.
-He hablado con el tío fugaku.
-Sí, ¿por qué?
-Sí, le he hablado de ti como profesional.
-Y qué te ha dicho.
-Que quiere que vayas a trabajar a su bufete.
-¿A Sídney?
-Sólo si tú quieres- la miró su padre.
-¡Me encantaría! Pero está muy lejos, ¿no os importa?
-No, preferimos que estés cerca con ellos allí, que más cerca sola.
-Papá- y se levantó y lo abrazó y a su madre- gracias, gracias. Claro que me voy a Sídney.
-Querrás vivir independiente.
-Claro. No quiero molestar a los tíos.
-Ellos viven en las afueras. Pero su hijo Sasu, vive cerca del despacho. Te puede ayudar a encontrar un apartamento.
-Gracias. Es lo que ahora mismo deseo, es un sueño. ¿De verdad no os importa?
-No hija, queremos que seas feliz, cuando te canses, siempre puedes volver.
-Quiero que seas eficaz- le dijo su madre que no había intervenido todavía- y trabajadora. Aquí sabemos que lo eres, pero allí quizá se trabaje distinto y quiero que tu tío esté orgulloso de tu
trabajo.
-No te preocupes mamá. No se arrepentirá de haberme contratado.
-Te daremos algo de dinero.
-Papá. Tengo algo ahorrado.
-No importa. Hasta que estés asentada. Esa ciudad es cara.
-Os lo devolveré.
-Somos tus padres hija, es un dinero que vamos a darte.
-Y Sakura se emocionó y se le cayeron las lágrimas
-Vamos cariño no llores, lo hacemos por ti. Prepararemos tu pasaporte y en cuanto estés lista y
dejes el trabajo que tienes que acabar en el bufete, no te paso más casos y te vas.
-Dios mío y ¿el tío fugaku está de acuerdo?
-Lo está, contento de tenerte y la tía Mikoto, seguro que también. De todas formas deberías ir echando un vistazo al derecho laboral australiano.Me compraré algunos libros o buscaré por internet y antes de irme lo tendré controlado, lo prometo.
-Así me gusta. Trabajadora.
-Gracias de nuevo. Os voy a echar tanto de menos…
-No tanto como nosotros, pero ya es hora de que vueles sola.
El lugar no le importaba. Quería vivir sola y salir de España. Y tenía unos padres comprensivos y estupendos y los amaba por eso.
Se lo agradeció inmensamente a sus padres y a su tío fugaku al que llamó y le preguntó si era verdad que necesitaban abogados laboralistas o lo hacía por sus padres.
Y este la tranquilizó y le dijo que sí, que necesitaban, que ya lo comprobaría ella por sí misma.
Y eso, la tranquilizó.
Ella viviría independiente y trabajaría para su tío fugaku, como ella lo llamaba. Sídney era otro planeta, otro mundo. Tendría la libertad que andaba buscando.
Y se puso manos a la obra en cuestión de derecho laboral australiano. Y también tomó un mapa de la ciudad y lo estudió una y otra vez, el clima, las calles, la forma de vivir, dónde estaba el
despacho de su tío, las calles colindantes, los barrios, la comida. Incluso la forma de llegar, los vuelos, etc.
Se iba al mes siguiente, en cuanto terminara el caso que estaba llevando. Se quedaría con el amigo de su padre hasta encontrar un apartamento, que sería lo antes posible, en cuestión de
días. Y aprendería a trabajar en otro lugar. Estaba muy ilusionada, sobre todo, porque quería tener cierta libertad, valerse por sí misma y vivir de forma independiente y sola.
Quería conocer a hombres, que ya era hora y salir a divertirse por las noches, sin horarios y sin que sus padres la esperaran despierta.
Preparó todos los documentos necesarios para poder trabajar en Australia, su pasaporte y se dispuso para la marcha a las antípodas.
Sasuke Uchiha, era abogado Criminalista que trabajaba en el despacho de su padre, fugaku Uchiha.
Medía uno ochenta y cinco, tan alto como su padre. Era un hombre guapo y atractivo.
Imponente, de andares elegantes, y un cuerpo de escándalo.
Algo serio, y trabajador incansable. Tenía el pelo negro como la noche
ligeramente largo algo rizado y unos ojos negros y rasgados como una noche sin estrellas.
Iba siempre impecablemente vestido con trajes de diseño y acababa de cumplir treinta años.
Era el vivo retrato de su padre fugaku, pero más joven. Salvo que su padre era más cercano y extrovertido. Y Sasuke, era más serio y conservador.
Cuando los padres de ambos hablaron, Sasuke, estaba en un caso que llevaba en Dubai. Su bufete era muy importante y a veces tenían casos difíciles fuera del país, sobre todo en el área criminal.
Y ahí, es donde intervenía Sasuke. Si tenía que salir del país salía, ya fuesen días, meses o semanas. Lo que el caso requería.
Alguna vez se llevaba a su ayudante, que solía ser algún becario que tenían todos los años, o iba solo, que era lo que él prefería, porque trabajaba más rápido.
Prefería dejar a los becarios para cuando estuviese en el despacho. Le gustaba trabajar solo.
Al mes siguiente, Sakura, pasaporte en mano, iba a bordo de un vuelo Sevilla-Madrid,dispuesta a tomar el Superjumbo 380 de la compañía Emirates, que la llevaría a Sídney. Una
vez llegó al aeropuerto de Barajas, tomó sus maletas, dos, y un bolso de mano grande, Pensó en comprarse ropa en Sídney, tenía que ver la forma de vestir y algunos trajes para el trabajo y el
juzgado.
El avión Superjumbo salía a las cinco de la tarde y una vez que encontró la puerta de embarque, facturó sus maletas y como quedaba aún un par de horas por delante fue a la cafetería y
comió.
Luego se tomó un café y se dio una vuelta por las tiendas. Se compró un par de revistas y un libro, porque tenía horas por delante cuando entrara al avión.
Llamó también a sus padres antes de subir a bordo y quedó en llamarlos al legar. Estos se habían quedado compungidos, pero comprendían a su hija. Pero el vacío que sintieron con la ida de Sakura era inmensa. Sufrirían el síndrome del nido vacío.
La madre lloró durante días antes y después de su marcha, ya que estaban muy unidas. Pero Sakura le decía que no se preocupara que los llamaría que era bueno para ella.
Iba en Primera clase. Pues sus padres se habían empeñado en que eran muchísimas horas de vuelo y querían que fuese cómoda.
Tenía siete horas por delante hasta hacer escala en Dubai. Luego catorce horas más y estaría en Sídney, Australia.
Su tío fugaku, la recogería en el aeropuerto. Ni qué decir que hubo lágrimas en la despedida y las palabras tanto dichas de: “cuídate, llama, ten cuidado, te quiero, haz todo lo que te
diga el tío fugaku, etc.”
Llevaba una visa, suficiente para pagar un alquiler de un apartamento, en cuanto encontrase uno que le gustara. Y para vivir unos cuantos meses. Abriría una cuenta allí para ingresar su sueldo. Y
metería allí el dinero.
Se le hacía difícil separarse de sus padres, pero era necesario para su vida, vivir lejos de ellos un tiempo y ser ella misma.
Quería demostrarse que podía valerse sola, con una ayuda, todo había que decirlo, pero vivir sola, independiente, libre, respirar otros aires.
El avión era una pasada y el sitio que le asignaron, tenía dos asientos enormes y comodísimos, pero uno estaba vacío. Mejor. Así podía dormir en los dos sillones. Si en Dubai no se subía nadie,
tendría un viaje estupendo por delante.
El superjumbo despegó del aeropuerto de Barajas a las cinco de la tarde. Había poca gente en primera clase. Iba sentada al lado de la ventanilla en la última fila y parecía que iba sola pues los
demás pasajeros, iban tres asientos por delante. Se sentía en la gloria, entusiasmada y feliz.
Estuvo leyendo una de las revistas, luego el libro, vio una película, le pusieron la cena y después le dieron una manta para dormir.
Con el aire acondicionado hacía un poco de frio, y ella llevaba una falda con un poco de vuelo muy por encima de las rodillas, negra y un top malva a juego con una Rebequita malva corta y
unos zapatos negros de tacón alto.
Le gustaba la ropa corta, las minifaldas y los escotes no demasiado exagerados, pero tenía unos pechos bonitos, sobre todo para vestir informalmente.
Llevaba una cola en el pelo hecha, para ir más cómoda. Así que tenía un poco de frio y la manta le vino divinamente.
Se acurrucó contra la ventanilla, echó el asiento hacía atrás todo lo que daba, apagó su luz particular, se tapó con la mantita y se quedó dormida.
Eran las doce de la noche. No fue consciente de que el avión aterrizara y despegara de nuevo en Dubai. Estaba completamente dormida.
Sasuke, había tenido un mes horrible en Dubai. Los tres últimos días había dormido apenas doce horas y estaba muerto de cansancio.
Tenía reservado un vuelo a Sídney en primera clase y catorce horas por delante, además la mayoría nocturnas, las cuales pensaba aprovechar para dormir.
El caso se había resuelto a su favor. Y había hecho los deberes. Estaba muy satisfecho del resultado.
Y había ganado una buena suma de dinero para el bufete de su padre. Pero ese tipo de viajes con sus casos eran cansados y pasaba más de un mes fuera de su casa.
Eso era lo peor, sin embargo, le encantaba su trabajo, sobre todo cuando ganaba y dejaba a su cliente satisfecho.
Cuando llegó a su asiento, comprobó que a su lado había una pasajera. Parecía una muy joven.
Llevaba una cola en el largo pelo rosa.
Estaba dormida de espaldas y se le había movido una manta que tenía y la falda que llevaba se le había subido y se le veía una parte del trasero. No llevaba bragas, seguro que un tanga.
Empezaba bien la noche: sintiéndose excitado.
Tenía un trasero bonito. Hacía más de dos meses que no tenía relaciones sexuales y ver un trasero precioso no era una buena manera para lo que tenía pensado hacer, que era dormir. Tomó
la falda y se la bajó sin que ella notara nada y le volvió a echar la manta por encima.
Dejó su maletín en la parte de arriba de los asientos y pidió algo de beber. Un refresco. Nada de alcohol.
Tenía sed y tampoco quería un café, si no, no dormiría nada. Se quitó la chaqueta y la corbata y la colocó también arriba.
Le dieron una manta, tomó su refresco y echó también su asiento para atrás, disponiéndose a dormir.
Por lo visto su vecina de asiento no se había despertado al llegar a Dubai, así que lo más seguro es que viniera directamente de Madrid.
Una española, latina, por el pelo rosa que tenía. Ya tendría tiempo de verla. Su trasero era perfecto, de momento, por lo que sintió cierta curiosidad por verla.
Le gustaba su perfume. Era caro, fresco y él sabía bien de perfumes de mujeres.
Sólo salía con mujeres que tenían mucha clase. Altas y perfectas, conservadoras e
impecablemente vestidas. Era un hombre de gustos caros.
Sasuke llevaba trajes de diseño, un reloj Cartier de Platino, con diamantes incrustados en su muñeca izquierda. Perfume caro y sus zapatos debían costar el ojo de una cara. Tenía sus manías y
eran caras. Podía permitírselas.
Vivía en un apartamento carísimo en la calle George Street, junto al centro de negocios, muy cerca del bufete de su padre y un Lexus, aparcado en el garaje de su edificio.
Se quedó dormido. Bajaron las luces generales y el avión iba en silencio.
Sakura estaba teniendo un sueño erótico. Soñaba que un hombre muy guapo, estaba acostadodetrás de ella, estaba excitado y pegado a su trasero y tenía la mano en uno de sus pechos.
Había metido la mano entre su top y estaba tocándole los pezones que se ponían duros como piedras y ella se sentía húmeda y exquisita.
Era un experto, y el hombre, bajó la mano hasta su falda, se la subió e introdujo la mano entre su tanga, tocando hábilmente su sexo. Estaba demasiado húmeda y necesitaba más...Ella, necesitaba más y se dio la vuelta dormida. Quería tocar a ese hombre y lo tocó en toda su longitud.
Le abrió la cremallera, mientras este le ponía las manos en su trasero desnudo y liberó su sexo, dentro de las mantas.
Se acercó a él y abrió una pierna montándose parcialmente en el desconocido, de forma que
buscaba su sexo dentro de ella y él desconocido la acercaba y entró en ella despacio. Su piel era de terciopelo y era grande y empujó dentro de ella, encontrando una barrera y en ese momentoSasuke abrió los ojos y la vio. Estaba dormida.
Dio un respingo y ella despertó también. Estaba dentro de ella y no podía dar marcha atrás.
Estaba muy húmeda y ella estaba muy excitada. Y él también.
Y ella empujó contra él y él no pudo menos que atravesar esa barrera que les impedía seguir.Sakura, lanzó un gritito que él apagó con su boca, metiéndole la lengua y recorriendo su sabor
y siguieron un ritmo lento, porque Sasuke, se dio cuenta de dónde estaba y ni podía parar ni podían
hacer ruido.
Así que siguió ese ritmo haciendo el amor a esa quien fuera y cuando ella explotaba en un orgasmo intenso con sus movimientos, él lo supo y se derramó en ella sin poderlo remediar.
No había sido un sueño erótico, para ninguno de los dos. Había sido real. Había tenido sexo con una desconocida en primera de un superjumbo, camino de Sídney. ¡Maldita sea!- gimió Sasuke. Él nunca tenía sexo sin protección. Y ella había sido virgen. No podía pasarle nada peor.
Cuando recobró la respiración, Sakura, se compuso y fue al baño sin decir absolutamente nada y sin mirarlo siquiera.
Se miró al espejo. ¿Qué había hecho? Ella guardaba su virginidad para un hombre especial.
Llevaba veinticuatro años sin haber tenido sexo y quería que hubiese sido un hombre que conocía y no uno cualquiera en un avión.
Ahora ¿cómo salía y lo miraba a la cara? Tenía que hacerlo. Disculparse. No sabía qué decir.
Había sido… perfecto. Nunca pensó sentir algo así para su primera vez y aunque no lo había elegido, si lo hubiese hecho, no habría salido mejor.
Pero no quería ver la cara a ese hombre tan guapo, porque encima era alto y guapo y olía fenomenal, no sabía quién era, si estaba casado, si tenía pareja… Tenía que armarse de valor y
salir. No iba a permanecer todo el tiempo en el baño.
Cuando volvió a su asiento, él no estaba, pero regresó en cinco minutos. Había ido al servicio también.
Encendió las luces y la miró. Era una mujer preciosa, de labios carnosos y ojos color verdes Era joven y pequeña.
Nada que ver con las mujeres con las que él salía. Además estaba avergonzada. Tenía la cara roja.
Sakura lo miraba acalorada y con la cara roja de vergüenza. Era muy alto y era pelinegro de ojos negros. Guapísimo.
Al menos era guapo y sabía hacer bien el amor. Fue delicado y le hizo sentir lo que nunca había sentido. Un placer inmenso que tuvo que tapar con su boca.
Besaba muy bien además. Era un hombre que nunca estaría a su alcance, salvo en un avión y ese hombre era de película.
-Lo siento, lo siento mucho. Lo demás, no lo siento. – le dijo con una voz preciosa y un claro acento australiano-Estaba muy excitado. Hace más de dos meses que no he tenido sexo y no hepodido contenerme. Te has montado encima de mí.
-Tú, has empezado. Estabas excitado detrás de mí y yo tenía un sueño erótico- Se quedó un momento en silencio pensando -Y entonces, ¿qué sientes?
-Haber sido el primero. ¿Qué edad tienes?
-Veinticuatro y ¿tú?
-Treinta. Y no debería haber pasado esto. Yo siempre me protejo.
-Pues entonces, no hay problema. Yo, nunca lo había hecho, y si tú siempre te proteges, Enfermedad: Cero. No te preocupes. Alguna vez tenía que dejar de ser virgen. Esta ha sido una
buena ocasión. Y me alegro de que haya sido contigo.
-Y eso, ¿por qué?
-Porque no te conozco y quizá no nos veamos nunca más. Eres guapo y has sido muy delicado.
Y además te doy las gracias.
-¿Tú a mí?, ¿no debería ser al contrario? Me has dado algo que nunca he tenido y que era tuyo y
especial.
-¿Nunca te has acostado con una virgen?
-Nunca. Tú has sido la primera y perdona, pero llevaba meses sin sexo. Mucho tiempo para mí y estaba muy excitado. Tenía un sueño erótico también. Cuando llegue, tenías la falda levantada y se te veía el trasero. Te tapé, pero se ve que me quedé con esa visión en la mente.
-Yo también estaba excitada en sueños. Y ahora me da vergüenza mirarte.
-Lo vamos a tomar como algo normal, ¿te parece? Aún nos quedan más de diez horas de vuelo.
Pero te daré mi tarjeta antes de irme. Por si acaso. Yo me hago responsable de lo que hago.
-Tomo pastillas anticonceptivas, si lo dices por ese tema.
-¿Por qué motivo?, si no tienes relaciones…- Se preocupó un poco.
-Bueno, mis reglas eran dolorosas y las pastillas son para regular la regla. Así, que no tienes que preocuparte.
-Aun así, te la daré.
-Bien. Si quieres… Yo te daré también mi teléfono.
-¿Cómo te llamas?
-Un poco tarde para eso, ¿no?- Sasuke sonrió ante el comentario. Le parecía graciosa. Sin embargo hablaba muy bien inglés.
-Me llamo Sakura y ¿tú?
-Sasuke, encantado.
No le dio la mano, era demasiado tarde y no era necesario.
-Seguro que sí.
-Deja la ironía. Lo que nos ha pasado no es algo corriente. ¿De dónde eres?
-Soy española.
-Hablas muy bien inglés.
-Sí, mi padre es australiano y mi madre española, pero hablamos inglés en casa la mayoría de las veces, no me queda más remedio. ¿Eres australiano?
-Sí, de Sídney. Soy abogado. Vengo de un caso en Dubai.
-Debe ser un bufete importante.
-Sí, es de mi padre.
-Vaya. Mi padre tiene otro. Yo también soy abogada. Voy a Sídney a trabajar.
Se quedaron un rato en silencio. Él miraba su perfil. Parecía una jovencita con esa ropa. ¿No se vestiría así para ir al juzgado, no? Seguro que se haría un moño estirado y trajes de falda estrecha.
Le gustaría verla en un caso.¿Sabes que la legislación no es la misma que en España?
-Lo sé, he estudiado la australiana. Al menos la parte laboral que es lo que o llevo ¿y tú?
-Penalista.
-No podría. Seguro defendería a los criminales y luego me remordería mucho la conciencia.
-Muy graciosa. Oye Sakura…
-¿Qué?
-De verdad que lo siento mucho. Yo nunca hago esto. Soy un hombre serio y perfeccionista. No me gustaría que sacases conclusiones negativas de mí.
-Yo no lo siento. Me ha gustado mucho. Y si te hubiese conocido en otro lugar, también lo hubiese hecho contigo. Ha sido fantástico.
-Gracias, no me digas más entonces. Tengo el ego alto.
-Eso es porque estamos volando alto.
-Y ahora, ¿qué hacemos?
-¿Cómo que qué hacemos? Yo tengo hambre. Pedimos algo, ¿sasuke?
-No cambies de conversación, abogada. Te pregunto si esto te va a suponer algo negativo que yo pueda remediar.
-Podemos repetir después de comer si quieres. O te puedes casar conmigo cuando lleguemos.
-Muy graciosa- dijo sonriendo.
-¡Estás muy bueno!
-¡Qué descarada!
-No te preocupes tanto hombre. No te voy a pedir gananciales. No voy a quedarme embarazada
y tampoco a pedirte un anillo por quedarte con mi virginidad. No tenía precio. Déjalo ir. No pienses tanto.
-¿Entonces podemos repetir cuando comamos? -Le dijo bromeando.
-Podemos. Si tú quieres… -Contestó muy seria. Pero ella bromeaba.
-¿Me lo dices en serio?
-Conscientemente y completamente en serio.
-Bien, pidamos de comer.
La conversación que empezó con bromas, terminó completamente en serio. Y él no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad.
Le había gustado mucho hacer el amor sin protección. Con ella, no tendría problemas. Y no sabía si ella lo había dicho en broma o en serio, pero él sí que estaba dispuesto a repetir cuanto
fuese necesario. Era una locura.
Y era… No podía explicarlo con palabras. Estar dentro de esa pequeña era una locura, más, añadiendo que no podía gemir como él quería, ni que ella gimiera o gritara.
Era de lo más erótico tener que tapar sus gemidos con su boca. Así que, claro que le gustaría repetir. Repetir hasta llegar a Sídney. Ya dormiría después y dormiría como un bendito.
Y llamaron a la azafata y pidieron comida, mientras hablaban de casos que habían llevado. A ella le interesaba la parte Criminal.
Y cuando acabaron y se llevaron las bandejas. Ella fue al baño a lavarse los dientes y luego fue él.
Sasuke tomó las mantas y apagaron las luces y las echó por encima. Puso de nuevo los respaldos de los asientos hacia atrás. Si esa pequeña española quería sexo, él estaba dispuesto a dárselo.
-¡Buenas noches Sasuke!
Y se puso de espaldas de nuevo, como cuando la encontró, pero no se iba a librar tan fácilmente de sus palabras.
Lo había tenido excitado todo el tiempo y saber que podía poseerla sin protección, lo excitaba más aun, así que se bajó la cremallera del pantalón, dejando su sexo libre y duro bajo las mantas y la oscuridad.
Le levantó la falda y puso su mano en el sexo de ella, húmedo de nuevo para él. Le besaba el cuello mientras arrimaba a él sus caderas.
-No me vas a dejar así, ¿no? Tendremos más sexo -le decía despacio al oído, mientras ella sentía su pene detrás duro y preparado de nuevo.
Ella abría las piernas para que con las manos expertas de Sasuke la tocara. Sentía vibrar su sexo grande en su trasero.
Él la tomó y la colocó entre sus piernas entrando en su sexo por detrás y ella se quedó parada.
Con una mano, le pellizcaba los pezones y con la otra movía su sexo por delante mientras la embestía.
-No hagas ruido muñeca -decía despacio en su oreja.
-No puedo aguantar más si me haces todas esas cosas a la vez- gemía en silencio.
Él, aceleraba el ritmo y consiguieron un orgasmo feroz y poderoso con esa postura que a ella le pareció erótica y sexy y que la tocaba por todos lados.
Se la había colocado en su sexo. Al ser pequeña, le resultaba fácil moverla.
Ella se quedó en la misma posición en la que estaba recuperándose. Y él la abrazó por detrás.
Cuando ella se recuperó, él se había subido el pantalón y ella se dio la vuelta. Él la besó largamente, y ella respondió tocando su pelo.
-¡Hueles muy bien! -le dijo Sasuke
-Tú también. Y esto es una locura que nunca se me había pasado por la cabeza.
-Yo, llevo treinta años y nunca, me he comportado como un adolescente salido. Pensaba dormir todo el viaje.
-Pues durmamos un poco.
Y ella, puso la cabeza en su pecho y él la agarró por la espalda y se quedaron dormidos abrazados como una parejaY se puso de espaldas de nuevo, como cuando la encontró, pero no se iba a librar tan fácilmente de sus palabras.
Lo había tenido excitado todo el tiempo y saber que podía poseerla sin protección, lo excitaba más aun, así que se bajó la cremallera del pantalón, dejando su sexo libre y duro bajo las mantas y
la oscuridad.
Le levantó la falda y puso su mano en el sexo de ella, húmedo de nuevo para él. Le besaba el cuello mientras arrimaba a él sus caderas.
-No me vas a dejar así, ¿no? Tendremos más sexo -le decía despacio al oído, mientras ella sentía su pene detrás duro y preparado de nuevo.
Ella abría las piernas para que con las manos expertas de Sasuke la tocara. Sentía vibrar su sexo grande en su trasero.
Él la tomó y la colocó entre sus piernas entrando en su sexo por detrás y ella se quedó parada.
Con una mano, le pellizcaba los pezones y con la otra movía su sexo por delante mientras la embestía.
-No hagas ruido muñeca -decía despacio en su oreja.
-No puedo aguantar más si me haces todas esas cosas a la vez- gemía en silencio.
Él, aceleraba el ritmo y consiguieron un orgasmo feroz y poderoso con esa postura que a ella le pareció erótica y sexy y que la tocaba por todos lados.
Se la había colocado en su sexo. Al ser pequeña, le resultaba fácil moverla.
Ella se quedó en la misma posición en la que estaba recuperándose. Y él la abrazó por detrás.
Cuando ella se recuperó, él se había subido el pantalón y ella se dio la vuelta. Él la besó largamente, y ella respondió tocando su pelo.
-¡Hueles muy bien! -le dijo
-Tú también. Y esto es una locura que nunca se me había pasado por la cabeza.
-Yo, llevo treinta años y nunca, me he comportado como un adolescente salido. Pensaba dormir todo el viaje.
-Pues durmamos un poco.
Y ella, puso la cabeza en su pecho y él la agarró por la espalda y se quedaron dormidos abrazados como una pareja.
Cuando despertaron, aún era de noche e iba a amanecer pronto. Liam abrió los ojos y ella estaba echada sobre su pecho y se puso duro de nuevo.
Aquello no era normal en él y si quería tener de nuevo sexo con ella debía hacerlo y pronto, antes de que amaneciera, porque luego no podría con la gente para todos lados y las azafatas.
Así que metió la cabeza entre las mantas, bajó un poco el top de ella y le mordisqueó los pezones. Mientras le sujetaba los pechos. Ella abrió los ojos toda excitada y tocó su sexo a través
del pantalón.
-¡Bájame la cremallera!- le dijo bajito Sasuke.
Y ella lo hizo porque cuando ese hombre la tocaba no podía decirle que no. Era erótico y no iba a renunciar una vez más. Estaba duro y se la monto encima de él bajo las mantas, tapándola de paso.No te levantes y deja que me mueva yo.
Y eso hizo, Sasuke marcó el ritmo y ella lo besaba porque la estaba llevando de nuevo al límite y no podía aguantar.
Tuvo un orgasmo inesperado porque de esa forma su sexo rozaba demasiado el de Sasuke, y cuando éste supo que ella lo tenía, acentuó el movimiento y eso lo hizo estremecerse en ella. Era
increíble.Ya estaba amaneciendo y ella volvió a su asiento despacio y se quedó mirándolo mientras él tenía los ojos cerrados y se subía la cremallera del pantalón. Sabía que Sasuke iba a decir algo, pero ella se le adelantó.
-No digas nada. Cuando termine el viaje, cada uno se irá por su lado. Ha sido fantástico y erótico.
Se asearon un poco, quedaban unas horas para llegar a Sídney y tomaron un buen desayuno.
Estuvieron hablando de lugares a los que visitar en Sídney, de cómo era la ciudad. Ella le contó que había leído sobre el clima, la cocina todo lo referente a la ciudad.
Y él la escuchaba embobado. Era una mujer inteligente con falditas cortas y parecía una niña.
Luego comieron y pidieron un café. El vuelo estaba a punto de terminar. Sasuke le dio su tarjeta y su móvil se lo anotó en la trasera de la tarjeta, aunque el móvil ella lo introdujo en el suyo. Y ella
le dio su móvil que él registró en su móvil también.
-Puede que te llame. Así te enseño la ciudad.
-No te preocupes si no lo haces. No te voy a pedir nada. No nos debemos nada, Sasuke, de verdad.
-Pero a mí me gustaría hacerlo. ¿Me das tu dirección?
-Perdona que no te la de, no es por desconfianza, es que no la sé. Van a venir a por mí y en unos días me buscaré un apartamento. Entonces lo sabré.
-Pues te llamaré en unos días y si tienes tu apartamento, podemos quedar para salir a dar un paseo o tomar una copa.
-Bueno, si insistes…
-Insisto. Me gustaría volver a verte. Conocernos en otra situación no tan inusual como esta. Ha sido todo… especial.
-Y erótico y jamás pensé que en un avión en mi primer vuelo fuera de España, podría pasarme eso…
-Te llamaré, Sakura.
-Vale. Espero tu llamada.
Había terminado el vuelo. El más erótico de la vida de Sakura y el único también. Y de Sasuke.
Y Se despidieron.
Ella sarcástica e irónica como era le dijo que había sido un placer y él sonrió.
Él antes de salir del avión, le dio un beso largo que la dejó temblando, y le prometió llamarla cualquier día para salir por la ciudad.
Ella, sabía que no iba a llamarla. Mejor. O a lo mejor sí que la llamaba. Había insistido mucho. Si la llamaba pensaba salir con él. ¡Cómo no! Era guapísimo y podría enamorarse de él.
Mejor que no la llamara, ahora no eran esas sus prioridades.
Aun así, si la llamaba saldría con ese tipo de revista. Se dio cuenta de lo bueno que estaba cuando tomaron tierra y lo vio con espacio entre ellos.
Sin embargo, dejar de ser virgen con un tipo como él, había sido un sueño. Un sueño como el que nunca tendría jamás.
Había sido muy especial con un tipo grande y alto y guapo. El sueño era él. Y se llamaba Sasuke.
Y cuando salieron del avión fueron juntos a coger las maletas. La suya salió de las primeras en la cinta, la cogió y se miraron.
-Adiós Sakura. Te llamaré.
-Adiós Sasuke – tuvo que mirar hacia arriba a pesar de los tacones altos que llevaba. No dejó de mirarlo hasta que su sueño desapareció por la puerta de salida.
Era impresionante, alto, de andares elegantes y guapísimo y ella, ¿qué había hecho? Lo que cualquiera en su lugar, no perder la oportunidad.
Acababa de salir de casa y ya había dejado de ser virgen y sin tocar tierra. Pero no se arrepentía ni lo más mínimo.
Y volvió la vista a la cinta, esperando sus maletas. Mientras las esperaba, se quedó pensando en todo lo que le había ocurrido. Si sus padres la hubiesen visto… Quizá se había portado como una descarada, pero es que de verdad que tenía un sueño erótico y Sasuke la tocaba. Ella nunca hubiese dejado en otras condiciones que nadie la tocara.
Tuvo una oportunidad de dejar de ser virgen en el Instituto, cuando Sasori, un chico que le gustaba, pero que le gustaba a todas, porque estaban en esa época de la adolescencia en que de embobaban por cualquier chico guapo.
Fue en una fiesta a la que acudió con sus amigas el último año, cuando terminaban, antes de ir a la universidad.
Pero otra chica con una faldita corta, se le adelantó y se lo llevó y se quedó con las ganas.
Después de que le gustara un par de años, se lo quitaron. Días después se enteró de que se habían acostado y salían juntos.
A ella, en realidad, le dolió un poco y ahí empezó a llevar faldas y vestiditos cortos y escote.
Antes era bastante recatada. Pero eso le sirvió de poco en la universidad.
Ni en su clase había ningún chico que le gustaba ni conoció a ninguno interesante a pesar de sus vestiditos y faldillas cortas.
Se dedicó a estudiar los últimos años y salía poco, casi nada. Posteriormente en el bufete de su padre y durante su Master, tampoco tuvo suerte. Todo el mundo la tenía menos ella.
A lo mejor, es que era muy exigente. Siempre pensó en su primera vez.
Ella, una vez que llegó a la universidad, quería que fuese con un hombre, no un niñato una noche de borrachera. Le gustaban los hombres algo mayores que ella. No demasiado.
Y soñaba con que fuese especial y romántico, como en las novelas, pero nunca jamás en su vida, imaginó que sería puro sexo en un avión de larga distancia.
Eso, sí con un hombre de ensueño, sí que se cumplió. No todo se le iba a cumplir. Había sido fantástico.
Sólo con desearlo, le había provocado unos orgasmos tremendos. Cierto que estaba muy bien dotado y que sabía lo que hacía y ella no. Y que tenía más años y experiencia y ella no.
La verdad, es que pensando en él, lo deseaba. Era algo adictivo lo que tenía ese hombre para ella. Podía haberse tirado todo el camino haciendo el amor con él.
No sabía que era tan ardiente hasta conocerlo. Había despertado su libido y ahora qué iba a hacer. ¿Y si conocía a otros que no le provocaban lo mismo?
Estaba segura de que era él, de qué si conocía a otros hombres no iba a ocurrir la magia sexual y erótica que había tenido con Sasuke. Ni el deseo.
¿Qué había hecho, Dios? Había abierto su propia caja de pandora. Y deseaba que la llamase, porque si lo hacía, sabía que sería irremediable volver a hacer el amor con ese pedazo de hombre.
Y además con un hombre como ese, porque un hombre como ese debía tener todas las mujeres que deseara y ella lo deseaba también. No era distinta a las demás.
Pero estaba segura de que Sasuke, tan alto y sexy y elegante, se movería en círculos distintos al suyo. Ella era más casera, aunque eso iba a cambiar en cuanto se independizara.
Estaba cansada de haber estado en una urna de cristal. Para salir no necesitaba tener amigos, salir era conocer a gente a chicos a esos australianos altos y eso iba a hacer ella. Estaba segura de que Sasuke, nunca la llamaría, eso había sido una casualidad de las muchas que ocurren y a ella le habían ocurrido pocas.
Iba a ser inolvidable, pero debía seguir con su vida y sus propósitos y eso era trabajo bien hecho, independencia, casa propia y salir a conocer a hombres y sobre todo tener sexo con ellos.
Ahora que había probado el sexo, debía protegerse, eso por descontado, pero haría como el resto de las personas del mundo, tenerlo.
Tendría cuidado con quién, pero el sexo había sido estupendo. No ponía la mano en el fuego porque fuera como con Sasuke, claro que no había podido gemir ni gritar, pero ya lo haría.
Si la llamaba, perfecto, ¡ojalá!, pero si no, se buscaría otros hombres. La variedad era buena, porque así podría comparar. No buscaba nada serio por ahora. Sólo si salía con el mismo le pediría fidelidad.
Por fin, salieron sus maletas y dejó esos pensamientos. Ya tendría tiempo de soñar despierta con Sasuke y lo que le había sucedido en el avión. Analizarlo y esperaba no arrepentirse de lo que
había hecho Además no sabía si ese hombre tenía novia o salía con alguien. No se le había ocurrido
preguntar. Un error por su parte.
Debía buscar al tío fugaku que la llevaría a la vida real. Hacía más de dos años que no se habían visto.
Sabía que sus padres se habían puesto de acuerdo para que si tenía que salir de España, fuese a Sídney, porque allí estaba su tío fugaku y estarían más tranquilos todos. Pero eso no le
importó, dado que iba a vivir independiente y vería a sus tíos una vez a la semana o así, salvo a su
tío que lo vería a diario en el trabajo, pero ya había logrado tener su independencia con sus fines
de semana y sus noches.
No podía ser más feliz. Ya había hecho parte del camino. Había llegado y había dejado de ser virgen y sonrió.
Lo que no había conseguido en veinticuatro años, lo había conseguido en unas horas maravillosas con un hombre maravilloso que estuvo espectacular con ella.
Olía mejor que bien y su sexo le encantó, porque sus manos y su sexo le habían hecho maravillas.
Eso lo recordaría durante días.
No dejaba de pensar en Liam y acababa de despedirse. Esperaba que se la pasara esa euforia y ese calor que sentía en su cuerpo al pensar en él.
Por supuesto, no iba a llamarlo. No iba a molestar. Si para él había sido importante, le debía
dar el primer paso, ella se había educado así.Esta historia NO ES MÍA NI LOS PERSONAJES