Imaginas Multifandoms

117.- CURSED (WEEPING MONK)

SPOILER de la serie Maldita (Cursed) de Netflix.
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Kaia salió de su pequeña cabaña cuando escuchó los gritos. A través de los árboles pudo ver la gran columna de humo y supo lo que aquello significaba. Dewdenn estaba siendo atacada. Regresó rápidamente al interior y tras meter en una bolsa sus pertenencias más importantes, abandonó lo que había sido su hogar durante los últimos 7 años. Sabía que si los Paladines Rojos habían encontrado el pueblo Fey, pronto encontrarían su pequeña cabaña.

Corrió hacia el Nudo del Viejo suponiendo que aquel sería el punto de reunión de los supervivientes. Pero cuando llegó allí no vio movimiento alguno. Decidió subirse a un árbol a esperar. Tenía la dolorosa esperanza de que alguien del pueblo hubiera sobrevivido, pero la oscuridad de la noche y el silencio provocaron que se quedara dormida.

Despertó cuando ya había amanecido, pero antes de que pudiera bajar del árbol vio algo que le heló la sangre. Ardilla, el pequeño niño de la aldea al que visitaba a menudo, había sobrevivido, pero se encontraba en un aprieto. Kaia observó al hombre que sujetaba al pequeño. Estaba cubierto por una capa gris y dos espadas le colgaban de la cintura. Ardilla intentó huir y él se dio la vuelta, por lo que la joven Fey se fijó mejor. Era increíblemente alto y tenía marcas en el rostro con forma de lágrimas. No le había visto nunca en persona, pero la gente hablaba de sus atroces acciones contra el pueblo de los Fey. El pequeño y adorable Ardilla estaba a merced del Monje Llorón.

La joven castaña creyó que presenciaría el asesinato de su pequeño amigo, pero, por lo contrario, el monje gris se lo llevó de allí. Kaia bajó del árbol todo lo sigilosa que pudo y les siguió. No quería perder de vista al único superviviente de su antiguo pueblo.

Caminó detrás de ellos durante todo el día y volvió a subirse a un árbol cuando se detuvieron para pasar la noche. Estaba esperando a que se durmiera para rescatar a Ardilla, pero cuando bajaba del árbol, un movimiento llamó su atención. Tres hombres y una mujer  se habían acercado al monje y al niño para salvarle.

—Josse —dijo Ardilla con una sonrisa.

—Ardilla, ¿estas bien? —preguntó el hombre que apuntaba con su orca al Monje Llorón—. Átale —le pidió a otro de los hombres.

Kaia se quedó tras el árbol. Algo en la mirada del hombre de Dios le decía que aquello no le sorprendía en absoluto.

Soltó un grito, ahogado tras su mano, cuando el monje de gris se deshizo de los dos Fey que le vigilaban y luego mató al resto con las manos aún atadas. Mientras miraba sus movimientos ágiles y decididos, Kaia imaginó a la parca, silenciosa y letal.

Dio un paso para salir del árbol cuando el Monje Llorón se desató y levantó a Ardilla.

—Diles a tus amigos Fey lo que has visto. Diles que voy a por ellos —le dijo con voz susurrante.

Desató al niño y le dejó irse.

La castaña siguió al pequeño, pero mientras se daba la vuelta le pareció ver unos ojos azules fijos en ella. El asesino de Feys la había visto.

—¡Ardilla! —exclamó cuando alcanzó al niño. El rubio se giró sorprendido y la abrazó con fuerza—. ¿Estas bien? ¿Te ha hecho algo? —preguntó preocupada, aunque sabía que estaba ileso.

—Ese maldito asesino... voy a vengarme, le mataré —aseguró el pequeño completamente serio. Kaia le dedicó una pequeña sonrisa.

—Vamos, busquemos un sitio donde refugiarnos.

Así fue como se encontraron con el Caballero Verde, que les llevó al refugio, Nemos.

Kaia sonrió de felicidad por primera vez en mucho tiempo. Aquellos túneles estaban llenos de Feys de todo tipo y todos parecían tranquilos y en paz. De hecho, parecía que estaban celebrando una unión.