Parte Única

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Renunciar a todo para vivir en el campo fue la mejor decisión que pude haber tomado, y es que no podía seguir ni un minuto más en aquella casa lujosa que bien se que nos pertenece a mí y a mi hermano, pero simplemente es imposible vivir ahí.

Mis padres siempre fueron unos malditos arrogantes a los que que no les importaba nada, ¿tenían dinero? sí, ¿eran importantes? sí, ¿tenían poder? por supuesto, pero siempre vieron por sí mismos, ni siquiera sus hijos importaban, por eso la familia casi hace una fiesta cuando les dieron la noticia de su muerte en aquel accidente automovilístico hace dos meses, pero no los culpo, incluso yo sentí un gran alivio al saber que no los volvería a ver, para ellos siempre fui un error, y si lo yo fui, también lo fue mi hermano, lo único bueno que obtuvimos de ellos fue su fortuna, por eso la familia nos tenía compasión, y por eso se volvió insoportable vivir en aquella casa que más bien era una mansión, todos entraron sin permiso para cuidar del par de hermanos huérfanos, como si no me diera cuenta de la hipocresía en sus rostros, del asco que les provocaba tratar con los hijos de un par de arrogantes, pero seguían ahí, y seguirán ahí hasta que obtengan lo que quieren, estaba volviéndome loco.

Por eso me pensé muy seriamente si realmente quería darle una vida llena de desprecios a mi hermano, él es un niño muy alegre, juega todo el tiempo y siempre me pide que le lea un cuento antes de dormir, era feliz a pesar de haberse dado cuenta que nuestros padres no lo querían, pero desde que murieron nuestros hijos padres, ya no habla, ya no sonríe, ya no juega, por eso mismo he decidido llevármelo lejos de aquella gente que solo está con nosotros por mero interés, quiero que vuelva a ser ese pequeño juguetón que alegra mis días.

Por eso me pensé muy seriamente si realmente quería darle una vida llena de desprecios a mi hermano, él es un niño muy alegre, juega todo el tiempo y siempre me pide que le lea un cuento antes de dormir, era feliz a pesar de haberse dado cuenta qu...

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-¿Tienes hambre? -le miré por espejo retrovisor, negó- ¿seguro? -asintió.

Suspiré, por más que le he preguntado la razón de su silencio, no me dice nada, evita el tema, y eso comienza a asustarme, ¿le habrá hecho algo aquella gente?

Después de horas de camino llegamos a nuestro destino, una vieja casa de vacaciones que dejaron mis padres junto a otras propiedades, salí del auto y sentí un gran alivio al poder estirar mi cuerpo, observé alrededor, un verde bosque rodeaba la casa, la carretera seguía de frente y luego se perdía con una curva, parecía ser la única casa en el lugar, tenía un tamaño perfecto para dos personas, bien, hay mucho trabajo por hacer, limpiar los alrededores, el interior, hacer la cena, desempacar.

-Bien campeón -abrí la puerta trasera- sal de ahí y toma un poco de aire.

Obedeció en silencio, traía consigo una mochila, la tomó en sus manos, caminó directamente a la casa y se sentó en el escalón de la entrada, observaba sus alrededores.

-¿Te gusta? -no recibí respuesta- aquí vamos a vivir a partir de ahora, sin tíos, ni primos hipócritas -su mirada estaba al frente, sólo asintió- en el pueblo hay una escuela, ¿te gustaría volver a la escuela?

Lo vi escribir algo en su celular y al minuto un mensaje llegó a mi celular, No.

-Está bien, tampoco voy a obligarte a ir, pero entonces yo te daré clases, y no es pregunta -saqué una llave de mi bolsillo y se la extendí- ahora ve adentro y escoge tu cuarto.

Casa de CampoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora