5. Nacimientos

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— ¡Que bello día!

— ¡Que bendición!

Las Esposas sonreían, cada una con sus hijas, el color azul y blanco se veía por todo el lugar, el ambiente festivo hizo a todos regocijarse. Los colores para las fiestas siempre era azul para las Esposas, representado el genero del bebé, un varoncito, en este caso y blanco para las hijas, representando a los futuros hijos o hijas, la festividad era muy especial, esta clase de festividad era muy especial, demasiado, sobre todo porque no era algo tan usual como cualquiera de nosotros hubiera deseado, era un suceso tan extraño que desde que tengo memoria sólo han habido un total de 9 eventos similares.

Un nacimiento.

No hay festividad más importante que un nacimiento.

Mamá, Liana, Whitney y yo bajamos del auto sonriendo, muchas Esposas corrían con sus hijas hacía la inmensa mansión, mamá nos tomó de las manos y a su vez nos tomamos de las manos con otras hijas, posando frente a la casa, todas sonriendo, con una Madre a cada lado de nosotras, una Esposa nos tomaba la fotografía, era evidente y endentible que quisieran inmortalizar un momento así.

Entramos y unos músicos están tocando, miles de mesas finamente decoradas se extienden por todo el inmenso patio trasero de la mansión una Servidora nos lleva a nuestra mesa rebosante de golosinas y exquisitos platillos.

— ¡Gyula! Que sorpresa, no esperaba verte aquí — un retumbe de temor atrapo mi respiración al percatarme de la presencia del joven que tanto había perturbado mi vida, miré a Gyula, era simplemente apuesto, cabello rubio intenso, ojos azules verdosos y una sonrisa que me ponía de rodillas, ahora me arrepentía de haberlo rechazado, de hacerme la difícil como me lo pidieron, pero era lo mejor, era mejor calmar las aguas antes de que hubiera una tormenta que me ahogara, además, estaba claro que de alguna u otra manera terminaríamos juntos. Gyula me sonrió aventando una figura de cristal en el aire, era la figura de nacimiento, una escultura que se nos da al nacer, cada una es única, ninguna es igual a la anterior y él la trataba como a un juguete —. Disculpa...no deberías jugar con eso — señaló la figurita — es muy especial, cada figura es única, por eso se dan únicamente en el nacimiento, no deberías tenerla — él lanzó la figura hacía arriba y yo me abalance para atraparla, él la sujetó en el aire mirándome con insuficiencia.

— ¿Acaso acabas de intentar quitármelo? — me quedé helada, Gyula sacaba lo peor de mí, yo era una mujer, él, un hombre, no podía atreverme a decirle algo, era pecado, él ya era santo por ser hombre, yo era impura por ser mujer. Sentí la sangre helar en mis venas, junte mis manos e intenté disculparme pero él levantó la mano en señal de silencio —. Me gustas más cuando demuestras tu verdadero yo — Gyula sonrió, colocando la figura de cristal en la mesa.

Gyula salió de la habitación y yo respiré aliviada, pero mí alivio no duró mucho, ya que al dirigirme al jardín principal me encontré nuevamente con el singular muchacho, mirando todo con una sonrisa torcida, como si estuviera viendo a un millón de criminales pagar su sentencia, quise irme pero de alguna forma sentí que sería algo raro que fuese hacía un lado y de la nada me devolviera, además de ser obvio que no quería estar a su lado. Intenté caminar e ignorarlo pero su voz ronca me detuvo, sigo sin entender cómo alguien puede tener semejante voz y no tener algún problemilla en las cuerdas vocales.

— Me pregunto a quien secuestraron está vez — me quedé helada al escuchar eso.

¿Secuestró? ¿Qué secuestró? ¿Acaso Gyula sabía algo que yo no?

— ¿De qué hablas? No comprendo — su posición cambio de la nada, su mirada era espeluznantemente intrigante, retrocedí y él avanzó hacia mí.

— Piensa, Tabitah, piensa, si sólo han habido nueve nacimientos desde que tienes uso de la razón, ¿De dónde salieron los otros Hijos e Hijas?  — me quedé helada, no lo había visto de esa forma.

¡Corre, Conejo, Corre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora