❦︎ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 50 ❦︎

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50. ¡Te tengo!


Marzo 2018

Ashton aparcó el auto en los bajos de un edificio multifamiliar de seis pisos largos a cada lado del cuerpo central de las escaleras principales. El ala derecha estaba completamente deshabitada, los balcones descoloridos y algunas de las ventanas eran huecos vacíos. Había un custodio en la entrada de las escaleras, pero desde donde ellos estaban el hombre parecía dormido.

—¿Cómo haremos? –murmuró Ashton, volteándose para ver a los otros dos.

Alexei tenía la vista fija en el ala abandonada. La habían desocupado después de la tragedia de los Lyov. En teoría toda esa mitad estaba en peligro de derrumbe tras el terremoto en el mundo humano que había causado la puerta de sus padres. Alexei apretó los labios y se preguntó qué habría pasado realmente y si, de haberlo preguntado, se lo hubiera dicho alguien. 

—¿Oye? ¿Nos estás oyendo? –Ashton chasqueó los dedos frente a él y el Escorpio volvió en sí con un pestañeo.

—Sí, perdón, ¿qué decían?

—El apartamento 51H está en penúltimo piso, el guardia parece estar dormido –dijo Adalyn—. No debe ser muy difícil de llegar. Si alguien nos ve con suerte pensarán que somos adolescentes arriesgándonos en un lugar con riesgo de derrumbe y nada más. 

—De acuerdo, hagámoslo.

Alexei fue el primero en bajarse, tirando la puerta. Se oyó la puerta del conductor y luego la de Adalyn. El Escorpio avanzó sin esperarlos, sabiendo que no irían muchos detrás de él. El custodio calvo estaba roncando en su silla, con una vieja radio encendida en la mesa donde se apoyaba. Sonaba una canción en italiano cuando Alexei pasó a su lado. El hombre no notó a ninguno de los intrusos rebasando su guardia y subiendo las escaleras. 

El silencio pesaba entre ellos, parecían estarse adentrando en un edificio fantasma. En la parada de cada piso notaron que los corredores habitados estaban iluminados con lámparas frías a intervalos, mientras que a los pasillos derechos parecían agujeros negros que podrían tragarse a quien quiera que caminase dentro de ellos. Fue cuando iban camino al tercer piso que los oyeron.

—Oh Santas Estrellas, nos han encontrado –masculló Adalyn, deteniéndose para mirar por el hueco entre las escaleras y ver a los hombres de seguridad corriendo desde el primer piso.

—¡Corre! –le apresuró el Escorpio a Adalyn. La chica no reaccionó y él tuvo que tirar de su manga para hacerla moverse. Subieron los escalones de dos en dos, sus pisadas resonando demasiado en los espacios vacíos.

—¡Nos van a atrapar! –gritó ella y Ashton que iba el primero la miró sobre su hombro—. ¡Alguien tiene que entretenerlos! 

—¡Sigue corriendo! –la apresuró Alexei, cuyo rostro estaba apretado de dolor.

—¡No! –la chica se detuvo y ellos lo hicieron también unos escalones por arriba. El rostro de Adalyn Delauney se había pintado de decisión, su pecho subía y bajaba acelerado por debajo de su polera blanca. Bajó un escalón sin dejar de mirarlos—. Encuentren a Joshua y a Casey, yo los detendré cuanto pueda.

—¡Delauney sube tu trasero aquí! –le gritó Alexei.

—Mi poder es mucho más defensivo que los vuestros –jadeó ella, negando con su cabeza y haciendo una sonrisa—. Solo hagan que valga la pena.

Antes de que ellos pudieran detenerla la chica corrió escaleras abajo. Alexei se inclinó en el hueco de las escaleras para verla, pero Ashton le tiró del brazo para mantenerlo en movimiento. En su mente la llamó estúpida, la llamó tonta, la llamó terca.

Hijos de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora