El Viaje

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__________Día 111______________

Hoy inicio nuestro viaje...

Llegamos al aeropuerto, con nuestras respectivas maletas, con algunos medicamentos y, aquella delicada máquina nocturna para diálisis nocturna.

Dom, nos acompaño al aeropuerto, estaba preocupado por ser mi primer viaje fuera de la ciudad, lejos de su supervision que le otorgue.

Después de todo teníamos escaso cuatro días para poder disfrutar antes de que llegara aquella segunda sesión de quimioterapia.

Lo tomé de su mano caminando por aquella sala de espera de aquel aeropuerto, tan segura de todo, de él, por un instante nos miramos, cuando llegó el momento en que anunciara en alguna de las pantallas el aviso de abordar de nuestro vuelo.

Pero antes de pasar aquellos filtros me despedí de Dom, quien estaba cruzado de brazos a unos cuantos kilómetros observando.

—Anda ve, diviértete, cualquier cosa llama—Dijo—al darme un beso en mi frente y despedirse con una gran sonrisa.

Amaba su olor a tabaco y menta, cada que me acercaba a él, era sin duda una de las cosas que siempre recordaré de Dom.

Abordamos aquel avión, escuchamos las indicaciones pertinentes e iniciamos el viaje de tres horas hacia una de las ciudades perdidas paradisíacas de México, Yucatan.

Donde a su llegada abordamos inmediatamente un automóvil rentado dirigiendonos a nuestro hotel, me encontraba en recuperación después de aquel viaje que me provocara algunos malestares llevándome al escusado de aquel avión, así es, mi primer vómito, solo espero sea a causa de aquel viaje y no por la quimioterapia.

Disfrute de aquella bella carretera con aquella extraordinaria puesta de sol y brillo que tocaba mis mejillas,  sentía que volaba en aquel mustang descapotable 2020.

Patrick solo observaba como su copiloto se levantaba de aquel asiento para poder sentir una vez más la dicha de vivir

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Patrick solo observaba como su copiloto se levantaba de aquel asiento para poder sentir una vez más la dicha de vivir.

De pronto ciertos gritos eufóricos invadieron nuestro camino, eran otros chicos que al igual que nosotros se dirigían hacia la aventura, lo cual no pudimos evitar y acompañarlos con aquel envolvente grito.

Me sentí tan llena de vida, que olvidé por completo mis pesares.

En algunas horas llegamos a nuestro hotel rodeado por las aguas del océano y vegetación inmensa en el interior de sus instalaciones, donde en algunos instantes nos perdíamos para mostrarnos afecto y un poco de pasión.

Almorzamos en el restaurante de aquel bello hotel, compartiendo bocado de nuestros platillos, para despues dirigirnos a nuestra primera actividad en alguna de las reservas naturales, donde contemplamos la belleza del mar rosa y ruinas de
ek balam en lo alto de una montaña.

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Cuando la vida nos separe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora