Emerson no logró dormir en toda la noche. Su corazón latía frenético y no pudo dejar de pensar en todo lo ocurrido unas horas atrás. Era la primera vez en días que realmente estuvo en silencio, sola y pensando, sin que nadie interrumpiera sus ideas recurrentes. El único sonido que podía oír era su propia respiración y los latidos de su corazón. De vez en cuando, lograba escuchar los gritos de la multitud que los esperaba debajo. Jamás podría entenderlos.
Movió sus dedos hacia su garganta, percibiendo la cicatriz que su compañero de distrito, en ese entonces, le había causado. Habían pasado varios años de ese hecho, pero podía recordarlo como al mismo presente. No había estado sola en esa cueva, no al inicio.
Su nombre era Maren, era unos dos años mayor que ella y había parecido ser amable al inicio. Antes de ser seleccionados en la Cosecha, creyó haberlo visto un par de veces en su escuela. No eran amigos, estaba claro. Jamás hablaron de más, pero cuando tuvieron que escapar de la cornucopia sangrienta, él le tomó la mano y evitaron todos los ataques. En ese preciso momento, ella no entendía el porqué la había ayudado a escapar de los tributos, pero estaba contenta en tener un nuevo amigo que estaba a su lado. Estuvieron deambulando por el terreno rocoso por unos dos días, hasta que finalmente encontraron una linda cueva que tenía el espacio suficiente como para no ser notados si alguien entraba allí. No fue hasta el tercer día en que él la traicionó. Maren era igual de inútil que ella lo había sido a sus trece años, la única diferencia entre ambos era que a Emerson, Barnes la había ayudado a preparar pequeñas trampas para roedores. No supo de dónde él sacó la información, aún seguía sin saberlo. Pero esa fue la exacta razón por la que su compañero estuvo a su lado, en los primeros días. Él la había utilizado.No pudo asesinarlo o hacerle pagar por su traición, no estuvo ni cerca de hacerlo. Él hundió su cuchillo en la piel superficial de su cuello, pensando que toda la sangre que salía de allí significaba su inminente muerte. Maren escapó antes de que sus ojos se cerraran, pensando en que la había asesinado. No lo hizo. Emerson estuvo un completo día desmayada en el suelo sucio. Se despertaba con algunos sonidos de los cañones y de la misma naturaleza. El último día de los Juegos, cuando llevaba unos cinco días semi inconsciente en el suelo, escuchó unos nuevos ruidos. Se trataba de gruñidos, de aullidos; por siguiente, un doble sonido de cañones. Luego del ataque de su compañero de distrito, creyó haber escuchado un total de siete cañones, más los sumados, significaban nueve. Pero ella seguía allí. Los organizadores de los Juegos habían liberado unos lobos hambrientos de sangre, para ponerle un buen fin a su lenta muerte. Para ellos, Emerson debía morir. Su cuerpo estaba débil tras no comer por días, la sangre había dejado de salir, pero se le dificultaba respirar. Por más que todo su cuerpo pidiera por calma, no la dejó morir. Para su sorpresa, los últimos dos tributos habían sido asesinados justo al lado de su cueva por esos mismos mutos enviados a matar a la niña más débil.
Cuando la sacaron allí, diciendo que todo se había acabado, estuvo unos dos días internada en un hospital. Nunca contó con el apoyo del público, porque ellos pensaban que su victoria había sido pura suerte. A veces lo creía, pero otras tantas, juraba que todo había tenido un significado. Sentada, observando la ventana, pensó que el destino había preparado un futuro para ella. No había muerto unos nueve años atrás, sino para poder estar allí en ese preciso momento, para que pudiera estar en esos nuevos Juegos del Hambre salvando a su país. Nadie más tenía su compromiso en tener que hacer el trabajo sucio, el destino se había asegurado de ponerla en esa posición en el juego de ajedrez.
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Panic ⋆ Finnick Odair
Fanfic.... horror's not a symptom, it's a love affair. astrolupin ©2021