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MEREDITH

Mientras formulaba su pregunta, llevó su mano detrás de su cabeza, dubitativo. Me dio mucha ternura. Suponía que nos merecíamos aquella conversación.

- Sé que no eres una mala persona Caleb. Sé que no has hecho nada con intenciones malas, pero te dejas llevar por tu emociones, que son fuertes, y no te das cuenta que a veces me haces daño - Por fin pude abrirle mi corazón - Y la verdad es que por algún motivo... te he perdonado. Te has pasado dejándome afuera, pero para mí ya está olvidado. Anoche te necesité y estuviste a mi lado y no tienes idea lo importante que fue para mí.

Cuando terminé de expresar todo lo que sentía, Caleb se puso de pie, muy serio y sin soltarme la mano se colocó a mi lado, de cuclillas, lo que me hizo tener que girar un poco mi cuerpo para quedar frente a él. Soltó mi mano y se apoyó en mis piernas, quedando casi a mi altura. Mi corazón estaba a punto de salirse de mi cuerpo.

- Lo siento Meredith - Dijo mientras me miraba a los ojos. Y sentí que todo ese momento era real, que su perdón era sincero - De verdad lo siento - Tomó mis muñecas y comenzó a acariciarlas - No existe una palabra en el diccionario que pueda definir la manera en la que me he comportado contigo. No me he perdonado el haberte hecho daño aquí - Dijo refiriéndose a mis muñecas, observándolas y tomándolas como si se fuesen a romper en cualquier momento. Sentí que mis ojos se estaban llenando de lágrimas. Oh no, contrólate, Meredith - Lo siento - Repitió.

- Eso ya es pasado. No te disculpes más - Lo tomé por el rostro.

Me acerqué a él, y él a mí. Nuestros rostros estaban pegados y en ese momento ambos nos pusimos de pie. Por supuesto, me llevaba más de una cabeza. Llevé mis manos a su pecho y pude sentir que su corazón latía con fuerza, como el mío.

- Quiero besarte - Musité.

No aguantaba más.

Él cerró sus ojos con fuerza. Debatiéndose supongo, si quedarse o irse.

- No soy bueno para ti. No quiero hacerte más daño del que ya te hice - Susurró.

- No me haces daño - Dije buscando sus ojos para que entendiera lo que me pasaba con él - Daño me hace pelear contigo, cuando en realidad me muero porque me beses.

No podía creer estar así con Caleb. Sin dudas era un recuerdo que me iba a llevar para siempre.

- Por favor, Caleb, bésame - Supliqué, sabiendo que él lo deseaba tanto como yo. Ya no me quedaban dudas de aquello.

- No puedo - Insistió, pero su cuerpo no decía lo mismo que él.

- Lo quieres al igual que yo - Comencé a acercar mi boca a la suya.

- Lo siento - Musitó cerca de mi boca y no entendí por qué.

Pegó sus labios a los míos con intensidad. Lo abracé por el cuello pegándome más a él y acercándolo más a mi cuerpo. Aun así lo sentí distante. Y entendí que quizás no quería besarme, al menos no de la misma manera que yo. Realmente lo deseaba. ¿Acaso se sentía obligado? Inmediatamente me alejé.

- ¿Por qué lo sientes? - Pregunté incómoda - Lo siento yo... por haberte obligado.

En un instante se acercó a mi tomándome por la cintura. Su contacto hizo que me estremeciera.

- Tú... - comenzó - No me has obligado a nada. El problema soy yo.

Reí sin ganas.

- Claro, entiendo... la famosa frase "no eres tú, soy yo" - Negué con la cabeza.

¿Cómo pude haber sido tan tonta?

Me miró confundido.

- No Meredith - Intentó acercarse a mí, pero yo me alejé - No soy bueno para ti. No soy quien tú crees que soy - Insistió.

Demasiado tarde ©.  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora