Pero entonces... unos fuertes y viriles brazos se ataron a mi alrededor haciendo que el corazón se me cayera hasta el piso. Aquello era una cárcel meramente hermosa y yo su indigno prisionero. De repente, todo el miedo se evaporó.
Mi nariz aspiraba su delicioso perfume mientras que sentí sus manos acariciando mi cabello, inmediatamente la piel se me erizó. Podía oír perfectamente el latido de su corazón estallar en mis oídos; un latido raro: rítmico pero acelerado, tranquilo y rápido a la vez... "Pum, pum, pum" estallando en mis oídos, y yo allí, entre sus brazos, protegido.
Me atreví a levantar el rostro y miré más de cerca el suyo; su mandíbula y cuello, donde los hermosos lunares eran muchos más de los que yo me había percatado y su piel, resplandeciendo con la tenue luz del televisor. Entonces bajó la cabeza y me pilló mirándolo. Parpadeó un par de veces y su cálido aliento me golpeaba el rostro. A esa distancia tan mínima, su rostro era aun más hermoso.Hubiera querido tener telepatía para saber qué es lo que él estaba pensando o si estaba en el mismo caso que yo, porque yo no podía pensar.
-¡Chicos ya vine!
Ambos pegamos un brinco al oír la voz de mi amiga y al ver el rayo de luz que la puerta abierta introducía a la habitación. Nos separamos tan rápido que no pude ni procesar la información del todo bien. ¿Yeeun? ¿Ella que hacía aquí? ¿Eran ya las ocho de la noche?
-¿Por qué está tan oscuro? -Preguntó y luego las luces me cegaron. Parpadeé repetidas veces, atolondrado y desconcertado.
-Estábamos viendo una película. -Explicó su novio, quien de repente se encontraba muy lejos, a diferencia de como lo había tenido antes. ¿Cuándo se alejó tan rápido?
-¿En serio? ¿Cuál? -Preguntó Unie, tratando de ver hacia el televisor y de descifrar a qué filme pertenecían esas escenas.
-Infectados.- Respondió Minho.
-Jisung yo no sabía que eras masoquista. -Bromeó mi amiga y solo entonces, cuando oí mi nombre, aterricé. -Esa película es aterradora. -Musitó haciendo un mohín. -¿Por qué la rentaste?
-Porque no sé italiano, ¿te parece una buena excusa? -Musité, medio atontado. Aun no sabía que había ocurrido y por qué Yeeun estaba ahí siendo las siete con treinta. Ella soltó una risotada.
-Amor. ¿Por qué llegaste temprano hoy? -Preguntó Minho con el ceño un poco ¿fruncido?
-Ah, hoy salí temprano. -Se encogió de hombros. Se puso en puntitas para besar los labios de su novio y me giré instantáneamente, de pronto me encontraba más aterrorizado por esa escena que por el filme. Oí el chasquido de sus labios al unirse y quise taparme los oídos o subirle todo el volumen a la TV con tal de que me fuera imposible captar ese tipo de sonidos. La fierecilla apareció de pronto, atenta, molesta y enfurruñada. Se movía inquieta dentro de mi estómago y me rogaba que me levantara del sofá y me largara.
Miré por la colilla del ojo y pude verlos aun besándose. La fierecilla se removió y comenzó a rasguñar lastimosamente. Ahora era un sentimiento casi palpable, podía sentirlo con claridad dentro de mí, alguna especie de punzada cerca del corazón que hacía los latidos pesados, moribundos. Esto no debía de hacerme daño... pero lo hacía. Me levanté del sofá y quité la película del televisor. Hice ruido cuando el control del DVD se me cayó de la mano al presionar su botón con fuerza excesiva. Pero al menos sirvió para que Minho y Yeeun se dejaran de pasar microbios y me miraran.
-Perdón. -Farfullé.
-¿No vas a terminar de verla? -Preguntó mi amiga.
-No, recordé que tengo que arreglar mis cosas. -Dije con un tono de voz más duro de lo que pude imaginar.
-Ay Jisung, pero tú nunca arreglas tu habitación. -Me acusó.
-No me refiero a eso Unie. -La miré. -Lo que quiero decir es que mañana saldré con Felix y me llevaré la cámara. -No sabía de donde había salido la mentira; Felix y yo no teníamos planes de nada. -Y por cierto, yo si arreglo mi habitación, aunque no muy seguido. -mi amiga ignoró mi último comentario.
-¿Saldrás con Felix de nuevo? Vaya, ¿cuántas veces ya son? -Se emocionó y comenzó a especular.
-No las cuento, tonta. -Dije y me reí.
-¿Y a dónde irán? ¿De nuevo a tomar café? -Miré el rostro de Minho, estaba con la madibula tensa y me di cuenta que ese era el tipo de gesto que le producía cada vez que yo hablaba de Felix. Aquello me alentó a seguir con la mentira.
-No, a la plaza de San Marcos. -Dije. -Así que si me disculpas, tengo que ir a ver que me pongo. -Sonreí.
-¿No vas a cenar? -Inquirió Minho, a lo que lo miré confundido.
-No, no tengo hambre; pero si acaso me da, creo que tengo una barra de granola en mi escritorio. -Me encogí de hombros.
-Está bien.- Dijo mi amiga.
-Adiós, Min.- Dije cordialmente y sonreí. De verdad me sentía cruel, y a la fierecilla le encantaba eso, y debo admitir que a mi también.
-Hasta mañana, Jisung. -Musitó, serio y sin sonrisa. Me di la media vuelta y me dirigí a mi habitación. Había calmado a la fierecilla e incluso le había dado una dosis de satisfacción, pero ahora tenía otro problema. ¿De dónde demonios había salido mi mentira? No me quedaba más que solo cruzar los dedos para que Lixie pudiera ser mi cómplice y aceptara la invitación que le iba a hacer.
Marque rápidamente el número del pelirosa y me aparté de la puerta para que no pudieran oírme. Timbró un par de veces y a la tercera vez contestó del otro lado de la bocina.
-¿Sung? -Me dijo, sorprendido por mi repentina llamada. Él siempre era el que me llamaba a mí.
-Hola, Felix, ¿cómo estas? -Susurré.
-Bien. ¿Por qué hablas tan bajito? -Me preguntó, cambiando su tono del voz al mío.
-Porque no quiero que me oigan.
-¿Quién?
-Mañana te explico, ¿Si? Solo quería preguntarte si querías salir a pasear conmigo a la plaza. -Arrugué el suéter negro que llevaba puesto, nervioso.
-¡Por supuesto! ¿Mañana? -Suspiré de alivio.
-Sí, gracias.
-No, gracias a ti por invitarme. -Dijo.
-Entonces, hasta mañana, buenas noches y gracias. -Musité.
-Hasta mañana.
Trunqué la llamada e hice una exclamación de victoria. Sabía que podía contar con Lixie cuando fuera. Me senté sobre la cama y me incliné para abrir el cajón inferior de mi mesa de luz. Rebusqué entre papeles y debajo de todos encontré lo que había guardado como un tesoro a capa y espada hasta hoy. Levanté las diez fotos y miré cada una hasta encontrar alguna que dibujara el rostro mejor. Cuando lo hice, la tomé entre mis manos y estudié el bello resplandor que por si solo reflejaba el rostro de Minho.
Sentí en mi estómago como si un montón de burbujas se inflaran y fueran flotando en el espacio libre. ¿Por qué él me provocaba todo esto? Ahora empezaba a tener un miedo racional y tangible. Minho no debería de provocarme ese tipo de sensaciones, porque yo sabía que significaban.
Recordé lo que había ocurrido hace rato, y no pude ni imaginarme lo que hubiera pasado si Yeeun no hubiese llegado. Su rostro estaba demasiado cerca, demasiado. Sentí como las burbujas se inflaron más y revolotearon por todo mi estómago. Sacudí la cabeza, queriendo deshacerme del recuerdo y por consecuente de la reacción.
Guardé de nuevo todas las fotografías en mi cajón, debajo de todo el montón de papeles, en donde deberían de estar. Me arropé para dormir y escruté el techo en total oscuridad; luché contra los pensamientos que en ese momento estaba teniendo, a mí no me podía gustar el novio de mi mejor amiga, no debía.
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Manual de lo prohibido⭑⭑⭑ Minsung
FanficÉl, algo muy parecido al príncipe azul de los cuentos de hadas. Ella, la mejor amiga con la que deseaba toparme desde los 6 años, única e incondicional. Decían que era la chica perfecta para él. Yo, situado justo en el medio, enamorado del novio de...