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Había pasado ya una semana desde que Hinata se convirtió en su paciente. Esa joven chica era muy bonita pero aquel incidente opaco su luz; desde ese día en el que le confesó lo que le pasó sintió su mandíbula tensarse su corazón latía tan rápido que no supo en qué momento quebró su lápiz con el que tomaba notas.

—»Esos malditos mal nacidos, como se atrevieron a lastimarla» —exclamaba mentalmente, hasta que la voz de una mujer lo saco de sus pensamientos.

—Sasuke-kun ¿Cariño estás bien? —la fémina lo miró preocupada pues llevaba tiempo llamándolo y él no le prestaba atención.

—Hmp lo siento —bebiendo su café, limpio con sutileza sus labios, levantándose se despidió.

—Oye espera, ¿Qué es lo que te tiene tan preocupado cariño? Es uno de tus pacientes.

—Si, es una jovencita. Sabes que no puedo contarte eso no es ético ni de un profesional Sakura.

—Ya lo sé, sabes no tienes de que preocuparte. Ya se cómo son esos jóvenes, siempre queriendo llamar la atención de sus padres.

No soportaba escucharla, siempre decía lo mismo. El sabía perfectamente que muchas de las personas que trataba eran jóvenes de trece a veinte años los prejuicios y en general la sociedad los agobiaba.

—Me voy —detestaba que hablará así, como ella siempre fue una niña mimada no sabía nada—. Maldita la hora en la que...

—Sasuke ¿Cómo has estado? —preguntó un rubio de ojos azules con una gran sonrisa.

—¿Desde hace cuánto que estás afuera de mi casa Naruto?

—No mucho, oye no creas que te estaba espiando no te sientas importante.

—Hmp entonces que haces aquí tarado.

—¡Oye! —gritó molestando al azabache—. Sabes que eres mi mejor amigo, así que te vengo a invitar a mi boda —sonrió el Uzumaki.

—Vaya pensé que Ino no sería tan idiota de aceptarte como esposo —sonrió con sorna.

—Ella se fijó en el mejor hombre del mundo, se sacó la lotería conmigo.

—Si claro —respondió con tono burlón.

•••

Llegó con tranquilidad a su trabajo, hoy sería un día pesado pues la joven de tez clara vendría y sabía que no sería fácil.

—Buenos días Uchiha-san —saludó la pelirroja con amabilidad mientras le informaba las citas del día de hoy.

—Perfecto, gracias Karin —firmando unos papeles se adentró al su consultorio.

Dejando su saco en el perchero, tomó asiento; su primer paciente llegaría a la una así que tenía tiempo. Llenaba unos papeles con datos de sus pacientes al escribir el nombre de la Hyūga su mente divagó.

—Amo mucho a mi familia Uchiha-san —dijo la jovial morena—. Y sé que ellos tratan de ayudarme... Pero yo le dije que nadie puede.

—Yo te mencioné que lo intentaramos y no me llames Uchiha-san me hacen sentir viejo y no estoy tan viejo —sonrió para que demostrará aunque sea una pequeña mueca.

SánandoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora