CAPÍTULO 3

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Dedicada a caro_yeslet

  Reencuentros

Era la hija adoptada de los McNaughton. Tenía doce años y dos traumas que superar cuando lo hicieron. Alonzo y Catalina fueron muy amables y me han tratado como una hija más, Luz, Lucas y Luis como una hermana. Yo no comprendía muy bien cómo funcionaba el mundo, menos el de los ricos. Y nunca dejé que esto me cambiara porque yo solo quería una familia aunque las diferencias eran notables.

No puedo quejarme de nada con ellos. Tal vez sí con Catalina por pedirme cuando conoció a mis amigos que los dejara de ver, lo recordaba porque fue en mi cumpleaños número quince cuando me reencontré con ellos luego de pasar tanto en aquellos orfanatos, ella los conoció y no les gustó, a excepción de Ramiro.

Jessica, Duke y Samuel eran con quienes estaba sentimentalmente más vinculada y era a quienes les confiaba casi todo. Por eso me dolió que me dejaran drogada y borracha en mi fiesta de cumpleaños cuando llegaron mis padres quedando Ramiro con el salvador y la adoración de mi madre.

Yo no le tomaría atención porque no dejaba que me dominara, el caso es que ellos se alejaron de mí al creerse una mala influencia, y cuando les confesé que a mi madre no les agradaba y por eso debíamos vernos menos se tomaron en serio y perdieron contacto conmigo.

Quedarme sin amigos fue un duro golpe que nos soporté y me puse rebelde, aunque en la escuela solo cuenta los exámenes de química y las discusiones constantes en casa porque Catalina me quería manipular. Y para calmarme tenía un secretico el cual estaba vinculado a mis necesidades físicas, muy diferentes; una cosa era boxear y otra cosa era tener sexo.

El hombre con el que llevaba desde mayo saliendo a escondidas era Matthew, hijo de los nuevos socios de mis padres que eran arquitectos y sus padres negociadores. Nos limitábamos a comer y hacerlo en su departamento.

—¿Sabes? —habló cerca de mi oído cuando me dejó acostada en el sofá—. Tenemos compañía. —Se echó a reír.

—Explícate.

—Es aterrador que no hagas la pregunta. Me pusieron guardaespaldas porque amenazaron a mis padres, le dije al tipo que se quedara en la otra habitación, debe de estar durmiendo. —Volvió a echar una risita de culpa.

—Si hubiese salido nos habría visto en plena acción. Y en estos momentos estamos muy desnudos.

—Me gusta empezar en el sofá. —Ladeó una sonrisa pervertida.

—Ya. Luego de, al menos, dos rounds.

—Entonces, vamos a la cama.

Me tomó en brazos llevándome con él hacia el corto pasillo de las habitaciones, me dejó contra la puerta y comenzó a comerme lo que me tenía clavando las uñas contra la madera, estaba tan en mi mundo que cuando dejé de sentir su boca abrí los ojos.

—¿Cloy? —preguntó una voz familiar.

Todavía desorientada no distinguí la alta figura gruesa que me hablaba.

—¿La conoces? —preguntó Matthew divertido, sin el menor reparo de taparme.

—Maldición Samuel —exclamé al reconocerlo.

—Y aquí viene la parte donde le dices sin preguntarle qué hace aquí o responderme por qué conoces a mi guardaespaldas.

Samuel apartó la cara al verme desnuda. Yo ni siquiera pensé en vergüenza cuando la última vez que hablamos fue por llamada para decirme que me dejaría de hablar. Y tampoco pensé en cómo aparté a Matthew y le metí un golpe en la mandíbula al reaccionar.

Descaradamente Problemática ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora