El castillo se encontraba en total caos, incluso peor que durante los días anteriores cuando se preparaba la boda de la princesa. Sirenos y demás peces nadaban en todas direcciones buscando al par de príncipes que habían abandonado el castillo durante la noche a pesar de la estricta prohibición de salir a nadar en la oscuridad del océano. Todos sabían lo peligroso que esto podía ser a causa de los barcos de pesca de los humanos y de los depredadores que salían a cazar cuando el sol se ponía en el cielo.
—¡No puedo creer que me hayan desobedecido tan descaradamente! —gritaba el rey Dagon lleno de furia. El rey era un gran sireno de piel negra al igual que sus hijos y de una gran musculatura. Su fuerza, acompañada de su imponente tamaño causaban un gran respeto entre todos sus súbditos, aunque todos sabían que en un día normal el rey era un sireno piadoso y bondadoso con su gente, pero cuando este dejaba estallar su furia era mejor no meterse en su camino. El rey Dagon tenía el cabello corto y blanco y una barba de igual color. Sus ojos eran como el cielo despejado de las mañanas de verano y su gran cola, más larga y poderosa que la de cualquier sireno o sirena de su reino era plateada con escamas que daban tornasoles claros— ¡No puedo creer que se idiota de Jett haya acompañado a mis descriteriados hijos fuera de las paredes de este castillo! ¡Se puede olvidar de la boda ese malagradecido! —agregó golpeando una estatua de mármol con su tridente de oro la que cayó rompiéndose en mil pedazos.
—Estoy seguro que están juntos, padre —le dijo Zale cabizbajo tratando de que no enfocara la ira en su persona. Este había estado desde temprano metiéndole ideas a su padre sobre Kai. Quería que le llegara un buen castigo cuando regresara—. Ayer los vi juntos actuando sospechosamente. Además, Kai ha pasado mucho tiempo en la biblioteca con esa sirena rara. Perla es su nombre. Pude que ella sepa algo.
—Tráeme a Perla —le ordenó su padre sentándose sobre su trono dorado pareciendo cansado luego del arrebato de cólera que lo había llevado a destruir gran parte de la sala de tronos—. Necesitamos saber que sabe esa chiquilla.
Unos minutos más tarde Perla se encontraba frente al rey Dagon. Esta parecía asustada ante la presencia del rey y más aun sabiendo que en parte ella era culpable de la ira que lo dominaba en ese momento. A pesar de la negación inicial de la chica sobre su participación en la desaparición de los príncipes, romper su determinación a ocultar la verdad fue fácil. El rey no tuvo necesidad de emplear amenazas, ni de levantar la voz. Tan solo hizo entrar a la chica en razón.
Todo el reino sabía que Perla, la bibliotecaria estaba totalmente enamorada del príncipe Kai. Era un hecho obvio y de conocimiento público. La pelirroja de cabello corto y tímida sonrisa se delataba cuando lo miraba sonriendo cuando este no la miraba, como bajaba la mirada cuando el príncipe la saludaba o cuando se sonrojaba al escuchar su nombre. Dagon incluso había llegado a considerarla como futura nuera, pero eso estaba fuera de discusión debido a la situación actual.
—Entonces, Perla, ¿te das cuenta que dos principies fuera del castillo y lejos de la protección de su padre y de su reino podrían estar en gran peligro? ¿Te das cuenta que al encubrir esta aventura estúpida estas siendo cómplice? Podrías ser considerada culpable de cualquier daño que caiga sobre Kai.
—Su alteza —dijo Perla bajando la mirada y con las manos entrecruzadas tímidamente sobre su estómago—, ¿de qué aventuras habla?
—No me tomes por tonto —respondió Dagon levantándose de su trono y flotando hacia la chica que se negaba a mirarlo a los ojos—, conozco a mis hijos. No es primera vez que intentan matarme de la preocupación. Puede que no sean niños, pero en espíritu siguen siéndolo. Ellos aman las aventuras. Por lo demás...cada minuto que pasa puede significar un peligro para Kai.
—Está bien, su majestad. Kai quería ir al mundo de los humanos. Estaba investigando sobre Glauco. No lo detuve porque pensé que era solo una leyenda y que volvería a casa al darse cuenta de ello —dijo de pronto Perla rompiendo en lágrimas—, jamás quise ponerlo en peligro, ni mentirle, su eminencia.
—No llores, hija mía —le dijo Dagon levantándole el mentón con ternura—, pero jamás vuelvas a mentirme de esa forma —Luego dirigiéndose a su hijo agregó—. Zale, viaja hasta el sitio donde solían encontrarse los obeliscos antiguos.
—¿Qué hay en ese sitio padre? —preguntó Zale curioso.
—Esa es la frontera hacia este lado para cualquier criatura mágica de los mares —respondió su padre—. Invoca a Glauco y dile que yo te he enviado. Él te dará paso al saberlo. Trae de vuelta a tus hermanos, Zale. No me decepciones.
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The Little Merman #1
FantasíaDos jóvenes enamorados, un día romántico en un velero en alta mar y un accidente a causa de la marea. Rod está seguro que un hermoso hombre con cola de pez le salvó la vida, pero nadie parece tomarlo en serio, ni siquiera su novio Owen. ¿Será que ha...