Capítulo treinta y nueve: Un amor que es pero que no está.

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POV CALLE

Llegué a Bogotá después de un vuelo largo lleno de dudas y emociones encontradas. La pregunta del millón era que si ya era muy tarde para intentarlo. Sí, intentarlo. Otra vez.

Papá fue por mí a la pista de aterrizaje, le pedí que aún no le contara nada a mi hermana ni a mi mamá porque quería hacer todo esto sin ellas, en especial, sin mi hermana por la cercanía de ella con María José. Esa noche, me quedé en un hotel y tenía pensado quedarme ahí hasta cuando fuese necesario, esa misma noche, en la habitación del hotel le conté absolutamente todo a mi papá, desde la pesadilla extraña y horrible que tuve (y de la que no he dejado de pensar desde entonces) hasta lo que me comentó Valentina. Juro que no sabía qué hacer, o tal vez sí lo sabía, lo que no sabía era cómo.

-No sé por qué siento que ya has pasado por esta misma situación antes. –Dijo mi papá sentándose a mi lado en la cama.

-Porque a lo mejor es así. –Dije. –A veces no sé si es que ella y yo no estamos destinadas a estar juntas.

-Puede ser. –Replicó él. –Y si ese es el caso, ¿no crees que deberías intentar olvidarla? Tal vez, que ella esté intentando rehacer su vida con otra persona es lo mejor para ti, y para ella.

-Me rehúso a aceptar ese planteamiento. –Dije convencida. –Me rehúso a creer y a aceptar que ella y yo no estamos destinadas a estar juntas.

Papá pasó su brazo por encima de mi hombro, me atrajo hacia su pecho, me abrazó fuerte sin decir nada más y mientras acariciaba suavemente mi cabello me transmitía mucha calma.

-Tengo miedo, papá. –Dije luego de un rato casi en un susurro.

-¿De qué? – Preguntó

-De que se haya olvidado de mí, que no me extrañe. –Dije con la voz ahogada. –Que ya no me quiera, tengo miedo de aceptar su ausencia.

-Hija, hay amores en la vida que no están destinados a estar. –Dijo. –Y puede que lo sean, pero no lo están.

Me separé de él y lo miré a los ojos.

-Explícate. –Dije.

-Cuando conocí a tu madre sabía que era la mujer de vida, la mujer con la que quería compartir el resto de mis días. –Comenzó diciendo. –Luego, por cosas del destino, problemas sin aparente solución, nos separamos, ella hizo su vida y yo... -Hizo una pausa y me miró. – Intenté hacer la mía. Y no pude, estuve con varias mujeres, a las que amé y quise con toda mi alma pero no era el mismo amor, en el fondo, sabía que esos amores eran amores que estaban destinados a estar conmigo por un tiempo, pero nunca a ser conmigo. Cuando ella regresó y la vi después de tanto tiempo, me sentí exactamente igual a cuando la vi por primera vez, ahí entendí que no importa con cuantas personas hubiese estado antes, porque yo siempre he sido con tu mamá. ¿Entiendes? El amor que hay entre tu mamá y yo, es un amor que Es.

-¿Y tú crees que el amor que hay entre Poché y yo, es un amor que está pero que no Es? –Pregunté.

-Es probable. –Dijo. –Eso deberías averiguarlo.

-¿Y acaso tú como sabes que el amor entre mamá y tú es un amor que Es y no que está?

-Porque cada mañana cuando me despierto, lo único que deseo es volverla a ver a la mañana siguiente. –Respondió. –Y todos los días le pido a la vida que jamás me haga falta su amor porque siempre he sido y seré por el amor de tu mamá.

-¿Y cómo puedo averiguar si eso con María José?

-No te puedo decir que vayas a buscarla. -Dijo. –Porque yo nunca fui a buscar a tu mamá, yo dejé que fuese libre con quien ella quisiera y fue el mismo destino el que nos volvió a unir. –Dijo. –Amor, las cosas que están destinadas a ser y a estar, siempre, en algún momento de la vida, no importa lo que haya pasado, encontrarán un momento y un lugar para fluir.

Sigue siendo vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora