Summer of Goodbyes (Phildosia)

124 9 10
                                    

—¡Las palabras no son lo mío! —se quejó en medio del pasillo, sabiendo muy bien que eso no era lo éticamente formal en estas situaciones.

Estaba cansado, sin idea a dónde escapar, quizá en una lejana cabaña encontraría la respuesta. La realidad era que la decisión era más incomprensible que un rompecabezas con todos sus lados iguales. Nada encajaba y no encontraba por donde empezar. Si en medio de la cena se detenía, si no tenía ni un acorde más que tocar, si todo lo que había aprendido estos años se evaporaba frente a sus ojos, si eso pasaba, no tendría a dónde ir.

Ya no tenía a dónde ni con quién, luego de gritarle a la hija del noble al que estaba de servicio, ella seguramente ni querría cruzar palabras con él.

Y eso que había dicho que las palabras no eran lo suyo, una linda contradicción viniendo de Philip.

—No sea tan cínico —esas fueron las primeras palabras que le había dirigido después de dos semanas en las que las notas escondidas en el cofre de la entrada de la sala no habían sido respondidas.

—¡De nada!

—No estamos en el mercado para que grite. Contrólese.

—Mi madre prácticamente se está muriendo en la ciudad y su padre solo se preocupa por estar bien ambientado durante el té —levantó las cejas, alardeando con toda la fuerza que podía ocupar en sus palabras.

La carta a la que se refería le había llegado hace unos cuantos días. Si se ponía escéptico e imaginaba en la rapidez del correo, podría mantenerse en paz y creer que en poco su padre le enviaría una respuesta acertando en la mejora de la salud de su madre. Sin embargo y por más que trataba de convencerse, sabía que eso no podría ser verdad.

Estaba siendo muy crédulo a su imaginación cediendo ante la razón.

Con aquella exposición había esperado que ella le respondiera con la misma agresividad; no obstante, las palabras nunca llegaron. Al voltearla, la imagen de una mujer fuerte e insuperable se caía del pedestal en la que la había levantado y solo quedaba una pequeña escultura que representaba a sus ideales. Había golpeado una memoria rota.

—Lo siento.

—No, no puede sentirlo. Al menos no aún —con sus mismos brazos rodeándose a sí, caminó en la dirección contraria a la sala de donde había salido.

Si tuviera que adivinar, diría que se sentaría en el jardín trasero de la estancia de verano. Ella contemplaría las flores sembradas en una de las esquinas, frente a la banqueta de piedra y junto a la pileta. Tendría un momento, quizá unos segundos de calma, que pasarían en un aleteo de colibrí. No valdría nada la acción.

¿En cambio y si la detenía?

Ante aquel escenario no tenía respuestas, no se había proyectado en ninguna de esas resoluciones al conflicto, le causaba un miedo irremediable si quiera definir acciones en uno de esos escenarios.

—Un momento —no se acercó, pero ella tampoco continuó caminando—. Lo sentiré si no voy.

—Necesitaría hablar con mi padre —fue un susurro en medio de la noche.

—Tiene que ser hoy, por favor. Interceda por mí —y se lo estaba pidiendo a ella, una noble, una mujer a la que respetaba.

Podía negarse, podía decirle que su trabajo era quedarse ahí y tocar para su padre, podía continuar caminando al jardín y olvidar que había existido en primer lugar esta conversación. Y aunque cada una de esas opciones sonaban totalmente lógicas, no pudo hacerlas por el recuerdo de que su madre tampoco estaba con ella y que se tuvo que enterar de la noticia por cartas.

Su último suspiro no logró verlo, ni mucho menos escuchó las palabras que su padre llevaba guardadas en su memoria como una melodía que nunca paraba. Una de esas que se esperaba que Philip interpretara todas las noches.

En su sangre no había ni una gota que le había enseñado a ser insensible.

—Tampoco puedo prometérselo.

—Una promesa vacía vale más que la falta de accionar —suspiró acomodándose el pañuelo azul que combinaba en una coincidencia irrisible con su vestido de corte largo—. Regresaré a la cena.

Theodosia lo vioentrar, sus pasos contra el suelo y las disculpas metódicas que vivían en sucabeza sin necesidad de pagar por renta. Un trueno y el resplandor de unrelámpago alertaron todos sus sentidos y la obligaron a regresar tras Philip.Sería una noche larga, pero al menos convencería a su padre de regresar a laciudad.


________________________________

N/A Ahgggggggg, señoras y señores les presento mi incapacidad de escribir Phildosia, aunque creo que voy mejorando, creo. CREO. No confirmo nada e igual solo hay "connotaciones románticas demasiado implícitas". Este es otro deber de mi profesor de Historia del Arte. A veces no sé si quererlo o lanzarle una silla. En fin, este "drabble"—porque no tiene más de 1000 palabras, sí hoy ando técnica— o shot está basado en el primero movimiento de la quinta sinfonía de Beethoven. Cosa loca, ¿eh? Es esa que suena tan tan tan tan... tan TAN TAN TAN... tantantantantan... y sigue. Me voy a merendar, se me cuidan.

In the Winter's Trail - one shots lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora