El sonido de la puerta solamente podía suponer una cosa: problemas. Nadie sabía que estaba allí. Nadie podía siquiera imaginarse qué diablos pasaba en esas cuatro paredes que no eran mías. Había decidido descansar escondiéndome durante unas horas, pero cuando te metías con personas peligrosas era muy complicado que la palabra "paz" pudiese ser parte del día a día. Reconocía que no era algo que buscase, adoraba la acción, estar una y otra vez metida en grandes problemas, pero aquella noche tenía muchas ganas de poder dormir hasta tarde, hasta muy tarde. Si hubiese sido un curioso que hubiese escuchado un ruido y dando golpes con los nudillos a la puerta quisiese salir de dudas, en fin, seguiría durmiendo. Pero quien estuviese al otro lado estaba luchando contra la puerta para tirarla abajo. La suerte es que no todo es tan sencillo como ponen en las películas, ¿eh? Todo hacía su trabajo a la perfección, una pequeña resistencia pese a ser débiles ante el inmenso nivel de burro que había al otro lado. No necesitaba verles para saberlo.
Me puse a toda prisa el traje y cogiendo el botín salí por la ventana con toda la rapidez que me permitieron mis reflejos y así escapando de cada uno de los disparos que lanzaban a mi espalda en cuanto me veían.
La carrera por las azoteas era inevitable. Sabía que pocos iban a seguirme debido a que el salto era complicado, pero los disparos no iban a parar por placer mío. Seguirían intentando cazar al gato hasta que me tuviesen en sus manos. ¡Buena suerte! La necesitarían con esas punterías tan poco afinadas. Lo que menos necesitaba era terminar con una herida solo porque alguna de esas balas decidía que quería hacer caso al tirador aunque disparase a otra parte.
Era difícil correr con aquel traje medio puesto. No tardé mucho más en deslizar mi cabeza dentro de mi gorro. No es que sirviese de mucho en realidad, pero le daba un toque de distinción con aquellas orejas de gato que demostraban desde lejos que pertenecía al mundo de los animales nocturnos disfrazados de Gotham.
Me puse la bolsa de deporte de manera que fue más sencillo para mí seguir dando zancadas y logrando una agilidad mayor en movimientos. Un simple peso en la espalda no era para nada algo que tuviese que incomodarme. Así que, con un precioso mortal en el que les mandaba al diablo diciendo que no eran nada más que patéticos seres sin puntería, me fijé que un par de ellos me estaban siguiendo por las distintas azoteas. Uno de ellos, de hecho, estaba en una trayectoria que me podía poner en mucho peligro si no hacía algo enseguida.
Cuando mis pies dieron en el techo, escuché el disparo que tanto temía. Mi sangre se congeló momentáneamente creyendo que en cualquier segundo notaría el punzante dolor de una herida de bala abriéndose paso por alguna parte de mi cuerpo, eso en el mejor de los casos. En lugar de eso, escuché el golpe de una capa en el aire y de pronto, el refugio de estar lejos del peligro aunque no me hubiese movido siquiera y ellos tampoco.
Al girarme, vi a un hombre vestido de murciélago moviéndose con rapidez y dejando inconscientes en un par de golpes a todos aquellos que habían ido detrás de mí. Así que todo era verdad. Lo que se había oído desde hacía muchos días no era para nada descabellado. Allí, delante de mí, tenía al mismo vigilante nocturno de la ciudad luchando contra aquellos que podían ser los malos de la historia si contábamos con que estaban intentando matarme. En fin, matar es más grave que robar, ¿no?
Pese a la sorpresa, decidí que lo mejor que podía hacer era escaparme de allí por muy cobarde que sonase, pero no lo hice, me quedé observando hasta que, en un momento, pude ayudarle dando una patada a uno de los atacantes con un brillante k.o. técnico para el equipo animalitos.
— Gracias...
— Devuelve lo que has robado —dijo con aquella voz grave que sonaba prácticamente de ultratumba y así logrando que un escalofrío me recorriese entera.
Así que era el chico bueno, ¿de eso iba toda la historia? Pues que yo supiese los chicos buenos no iban por las azoteas dando castañados hasta dejar a nadie inconsciente en ninguna parte. De hecho, los superhéroes que se escuchaban por ahí con respecto al resto del mundo, solo peleaban y hacían daño a los que realmente se lo merecían. Por alguna extraña razón, me sorprendió ver la determinación en su mirada, pero no era el momento para enfadar al murciélago. Lo que para mí resultaba más tentador era jugar un poquito más tensando la cuerda todo lo que fuese posible.
— Podría hacerlo, es cierto, pero creo que me gusta más cómo me quedan a mí las cosas que a ese maniquí sin cabeza de la joyería, ¿no te parece? —reírse no era parte del plan, pero una sonrisa coqueta sí que escapó de mis labios buscando hacer el momento más divertido, al menos para mí. Catwoman era diferente a todo lo que yo haría, una mujer tan desenvuelta que me sorprendía hasta a mí misma. Con aquel traje había pocos límites para mí.
Su expresión, pese a que se le veía muy poco con aquella máscara, no cambió ni un poco. Se mostró serio, con la mirada fija en mí prácticamente todo el tiempo. Dio un par de pasos hasta quedarse a una distancia escasa de mi cuerpo y, con una facilidad que más parecía de un ladrón, cortó la correa para quitarme la bolsa que había llevado conmigo.
— ¡Ey!
— Esta vez lo haré por ti. Pero será la última. Piensa que hay muchas cosas y con tus habilidades robar no es la cúspide a lo que podías llegar a dedicarte.
Pensando que me daría algún tiempo de réplica, me dispuse a responderle o ponerme a pelear, sin embargo, se dio media vuelta y se fue. Me había salvado de una muerte posiblemente segura, pero eso no le daba autoridad a decirme qué hacer o no. Pese a todo, el murciélago, había conseguido despertar mi curiosidad y mi mal humor.
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Juegos peligrosos
FanfictionLa ciudad de Gotham ha dejado de ser la misma. Ahora que entre sus filas un hombre vestido de murciélago se pasea sembrando el terror en los maleantes; el tan fácil hervidero de mafias tiembla ante lo que ese ser pueda hacer, si no es una leyenda in...