verde

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tenía la mirada verde y perdida, tan pálida la piel que se veían las venas a través de sus manos y unas orejas pequeñas con las que enganchaba unos rebeldes y negros mechones.
intenté dejar de mirarla, pero cada vez observaba un detalle nuevo y arrebatador que me provocaba un estallido en el estómago. cómo ese lunar que tenía en la frontera de sus labios, colocado a sabiendas para desencadenar una guerra civil.
y sin poder reaccionar a tiempo nuestras miradas se cruzaron y una horda de mariposas taladró mi estómago. pero su rostro siguió con aquel gesto ausente, haciéndome tragar saliva y voltear mi mirada. claro que fue en vano, pues al segundo volví a buscarla con los ojos, pero no encontré nada.

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