CAPÍTULO 4

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Veinticinco semanas antes

Revancha

Si se recorría desde planta baja para ir al primer piso se podía ir en el ascensor y también unas escaleras de emergencias, lo primero que se veía al subir eran dos secciones distintas; los ventanales laterales que hacían parte de abajo porque se distribuían desde el piso logrando ver el vestíbulo por medio de un cristal tipo espejo que también daba vista a la calle.

Y la parte donde solo había piso de concreto y alfombra que daban directo a la puerta de la casa habían adornos de cuadros, jarrones y una alfombra, para mí era el verdadero recibidor.

Lugar donde justo Catalina me perseguía en la mañana mientras yo bajaba las escaleras, como era costumbre en mí.

—No puedes rechazar a Ramiro. Él no te dio drogas ni te ha hecho nada malo.

Esas palabras me hicieron detenerme en mitad del vestíbulo y mirarla.

—Mis amigos-hermanos no me obligaron a nada. No quiero ver más a Ramiro, así que mejor no me lo nombres.

—Pasemos a otro tema, necesito saber con qué chico saliste.

—No me vas a controlar las amistades ni las citas. Deja tu puta obsesión con eso. Concéntrate en la zorra que Lucas llama novia.

Tras decir vi como sus ojos fulgieron en ira y creí por un momento que me golpearía. Roque, su otro socio, se nos acercó.

—Buen día. Tenemos reunión con los Sanders en cuarenta minutos —dijo, como para opacar la tensión.

—Avisar es trabajo de la secretaria —le dijo mamá.

—Se llevó a Francis por un café de la esquina.

Alonzo se acercó avisándome que los chicos me esperaban en la cochera. Me despedí de ellos y caminé hasta allá. Era una mañana llena de estrés, desobedecerlos no era una opción ese día.

Apenas entré a la primera clase me mandaron a llamar para ir con el director. Miller llevó el asunto del sábado a sus superiores, al ver un video donde se me veía vaciándole pintura a Charlie Fodds. El que llegó para salvar mi pellejo fue Flynn que supo por Mary Anne de la situación al verla empapada en pintura, y aunque quiso hablar con Miller no pudo, ya que, él estaba enojado y ocupado con los jugadores.

Lo importante es que el profesor de arte alegó que todo fue un acto deliberado por parte del equipo y que robaron las pinturas de sus estantes. Pero, Miller también expuso que yo tuve culpa por robar la pintura y manchar el piso.

Carter dictó detención a todo el equipo y le quitaron las prácticas habituales y las de los sábados, en mi caso llamó a mis padres. Lo sabía, si tenía otra mancha irían a expulsarme. Estuve feliz, no haría nada para salvarme. Y me sentí mal por mis padres.

Ellos tardaron en llegar y esperé, como idiota, y deseándole algún dolor extremo a Fodds, en una sala de espera de la dirección. Mary Anne llegó al acabar la primera clase explicando que ella le había pedido al profesor Flynn interceder por mí.

—No sirvió de nada —zanjé con amargura.

—Charlie fue muy bajo —dijo, con suavidad haciéndome saber "que estaba de mi parte".

—No quiero tu lastima. Vete de una jodida vez.

Por mi tono se quedó quieta ya que estaba a punto de sentarse a mi lado, me miro asombrada por mi arrebato de palabras.

Descaradamente Problemática ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora