Barbara nunca había pensado en cómo iba a morir, pero el ser golpeada hasta dejar de sentir todas las partes de su cuerpo parecía una buena idea. No lo era. Pero parecía. En ese momento, mientras recibía un fuerte puñetazo en la cara que hizo que su cabeza golpeara el suelo y la sangre estallara en su boca y nariz, pensó que morir era lo mejor que le podía suceder. La mujer sobre su cuerpo parecía estar más irritada porque Bárbara no estaba peleando de vuelta que por estar ganando. La gente a su alrededor gritaba su nombre, incluidos Gabo y Marco, pero Barbara no podía pensar en nada, solo pensaba en cómo quería otro golpe.
- ¡Bárbara, vamos, reacciona! - La voz de Gabo sonó en sus oídos entre la multitud.
Otro puñetazo.
¿Qué incentivo la haría reaccionar después de todo? ¿Dinero? No era tan necesario. ¿Reconocimiento? Menos. Tampoco tenía la afición que quería, para la que valía la pena ganar algo. No había nada. Cuando otro golpe la derribó, pensó en lo que habían sido las últimas dos semanas de su vida viviendo en el infierno; era una paradoja interesante, dejar el cielo por el infierno. Como un ángel caído. Pero la realidad era, que la habían empujado al infierno, sin merecerlo. Pero ahí estaba ella. Otro puñetazo. Se dio la vuelta y escupió sangre.
Su oponente se puso de pie y ella también.
Le dolían hasta los huesos. Estaba yendo todos los días a Lucho y eso era contra todas las reglas, se dejaba golpear hasta que no podía más, pero, ganaba las peleas y volvía al día siguiente, solo por el placer del dolor. Cuando sentía ese dolor, no prestaba atención al dolor en su corazón. Porque no había nada que pudiera hacer sobre ese dolor en específico. De alguna manera ella había elegido ese camino.
Podría haber luchado más por Macarena.
Mejor dicho - Macarena podría haber creído en ella.
Pero el dolor de una duda de esa magnitud, después de todo lo que habían vivido juntas, le quemaba el corazón como un incendio forestal. No paraba ahí. Macarena nunca debió haber dudado de ella de esa manera, independientemente de las pruebas que tuviera Graziela. Y hablando de Graziela, solo el pensamiento de la mujer le hervía la sangre.
Ella era el verdadero problema de su relación con su prometida, o mejor dicho, su ex. La morena necesitaba ajustar cuentas con esa puta. Era en todo lo que podía pensar; sabía, por supuesto, que Graziela se lo había inventado todo porque todavía amaba a Macarena, pero ¿cómo había sido tan convincente? Eso era lo que necesitaba saber. Tenía que haber algo más. Ya había pasado las últimas dos semanas pensando en que detalle se le pudo haber pasado, pero no pudo encontrar nada. Graziela no podía ser más que malvada, y no tan inteligente, eso solo pasaba en las películas. Algo faltaba; y descubriría exactamente qué era. Fue con esto en mente que ganó la pelea, sorprendentemente; fue una patada que borró a su oponente de un golpe.
- No te dejaremos pelear más, morena. - Gabo fue el primero en hablar mientras Bárbara se cambiaba de ropa. - Suficiente. No estás en condiciones.
- ¿No estoy en condiciones?
- No, no lo estás. Esto es inaceptable. Mira lo que te estás haciendo a ti misma.
- No estoy haciendo nada que sea más doloroso de como me siento.
- No desquites tu dolor intentando matarte. Ve tras tu chica.
- ¿Para que? Ella no me cree.
- Ve tras la ex y haz que admita las cosas.
- Macarena debería creerme, con o sin la maldita exnovia del infierno.
- ¿Realmente vas a dejarlo así?
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El mar de tu mirada | Barbarena I Terminada I Editando
RomanceBárbara Lopez vive una vida tranquila y pacífica. Trabaja en una conocida librería en el centro de Monterrey; La mayoría de las personas son clientes antiguos que la conocen desde que era una adolescente cuando solo era la hija del dueño del lugar...