¿Se saben el refrán de de tal palo tal astilla cierto? Bien, téngalo muy presente porque en ésta historia la bendita descendencia de Abi Miller y Max Stone han venido a arrasar con todo lo que se les presente.
Ellas, Winter Stone y Summer Stone, est...
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Summer
Después de un día agotador junto a la familia de Brandon, el mismo me lleva al internado. A decir verdad, la familia ha sido muy agradable conmigo a excepción de su madre que creo que le ha entrado el celo de perra loca madre protectora, no sé, imagino.
Eso o la parte en la que decidí lanzar desde una ventana chucherías a los niños para darle más vidilla al asunto.
Pero nah, tonterías. Pura caridad chicos.
Sigo a Brandon, que sonríe de oreja a oreja después de despedirse de su pequeño hermanito Jess. Un chico, rubio, alto y de ojos azules se nos acerca.
—Primo siento haber llegado tan tarde.—comenta él sonriente de lado y alzo una ceja en modo "zorra analiza la siguiente presa"
—No te preocupes primo, si tenías trabajo se comprende.—la mirada de éste pasa a mí y sonrío automáticamente, lo que provoca que la sonrisa de Brandon desaparezca.
—Bonita novia.—extiende su brazo, oh sí papasito serás mío.—Paul.
—Summer, y no somos novios.—esto último causa una sonrisa más amplia por su parte.—la verano en instagram.—guiño un ojo.
—Genial entonces.—relame sus labios mirándome de arriba a abajo y yo solo tengo ganas de saltar para comerme esa hermosa boquita gordita.
HORMONAS STOP.
—Summer, nos vamos.—mi campo de visión rosa fantasía que envolvía a a Paul desaparece en cuanto Brandon agarra mi brazo y me lleva al coche sin soltarme ni un segundo.
Me meto en el coche y despido a Paul con mi mano, mostrando los cinco deditos. En cuanto salimos de allí, pongo la radio y en cuanto estoy a punto de adivinar que música va a sonar Brandon la apaga.
—¿Qué haces?—le cuestiono confusa frunciendo el ceño.
—No hay música.—dice cortante sin siquiera mirarme.
—Genial pues hablemos...
—No hay nada, no quiero escuchar ni a ti ni a la música.—y tras decir eso mi corazón comienza a estrujarse por un motivo desconocido, pero auch, se siente horrible.
—¿Te mordió un perro con rabia o ya te salió lo idiota de nuevo?—cuestiono obteniendo un silencio de su parte.—¿acaso sabes que es de mala educación no hablar? ¿O te educaron solo para hacer galas benéficas donde tienes que llevar a chicas bonitas y de buen estatus por un quedar bien? ¿Porqué si es necesario que recuerde que vine obligada no? ¿O se te fundió la última neurona?
—¡Ya!—objetivo conseguido, lo molesté.—por favor, cállate ya, no quiero saber nada de nadie y no puedo dejarte en mitad de una carretera, así que te tengo que aguantarte unos minutos más y se acabó. Gracias por venir, ¿necesitas algo más? ¿Un premio quizás?—su tremendo discurso borde hace que me vuelva a estrujar el corazón, y esta vez si que me callo y no digo absolutamente nada.
