CAPÍTULO 28

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Mystic Falls 25 de Enero 1890

La nieve caía incesantemente mientras caminaba de regreso a mi casa, uniéndose a los montículos blancos que se habían ido acumulando debido a las fuertes nevadas que habían tenido lugar durante los últimos dos meses. Hacía tanto frío que de no llevar puesta la capa, podría jurar que se me congelarían los huesos y más a esas horas de la noche. Estaba deseando llegar a mi hogar y ver a mi pequeño Derrick, el cual solo tenía 4 meses, este era el primer día desde que nació que estuve tanto tiempo separada de él y eso que solo fueron tres horas, Margaret, la niñera, una mujer de cuarenta años la cual había criado sola a sus nueve hijos, había asegurado que no tendría ningún problema en cuidar a mi hijo en lo que yo ayudaba a Mary y Lillian con las clases que impartíamos. Desde que estuve en mi séptimo mes de embarazo había decidido, por recomendación de la partera y del médico, dejar de dar clases para evitar sufrir cualquier tipo de estrés o accidente que pudiera afectar al bebé. 

Lo cierto es que hacía poco más de 30 minutos, antes de salir del pequeño lugar donde impartíamos clases había tenido un accidente que me hizo preocuparme mucho. Mientras recogía alguno de los materiales una de las tijeras que usábamos se cayó y en un intento de evitarlo se me clavaron en la mano haciendo que una gran cantidad de sangre brotara de donde ahora tenía una tijeras clavadas. Alarmada por mi grito mis dos amigas vivieron rápidamente y Lillian, cuidadosamente me sacó las tijeras, mientras Mary mordía su muñeca para ofrecerme su sangre y hacerme beber mucha más de la que realmente hubiera sido necesaria. Sabía que ellas eran vampiresas y lo que su sangre podía hacer, pero aún así fue una sorpresa cuando vi como la profunda herida que tenía en lo  mano derecha se curaba rápidamente.

Ya estaba en la fuente frente a la entrada de mi casa, lo único que podía verse era gracias a la luz que daba la luna llena y a algunos faroles que estaban repartidos por todo el camino desde la verja hasta la casa y por el jardín. Había algo que me estaba inquietando y eso era el silencio tan extraño y perturbador que había en toda la mansión. Si bien es cierto que por la noche solo se quedaban dos sirvientes y la niñera por si surgía algo en la madrugada, siempre se oían sus pasos yendo y viniendo por la mansión terminando alguna de sus tareas. 

Aceleré mi paso y entré rápidamente en la mansión. Lo primero que vi fue el gran reloj de péndulo que teníamos en la entrada roto contra el suelo y en la pared las profundas marcas de una garras, poco más adelante, en la misma pared estaba la huella de una mano ensangrentada, que daba inicio a un rastro de sangre en el suelo, el cual seguí rápidamente hasta el salón. La escena que se pintaba ante mi era horrible y nauseabunda, dos cuerpo completamente mutilados.

El más cercano era el de una joven con un vestido simple negro, debajo de un delantal, que antes solía ser blanco y ahora se había teñido de rojo, y los cabellos rubios, que antes estaban amarrados vistosamente con la katyusha, ahora estaban esparcidos y revueltos. Tenía el rostro completamente irreconocible y bajo ella había un gran charco de sangre.

El otro cuerpo, el más cercano, era el de un hombre corpulento,de cabellos oscuros con algunas canas, que iba vestido de blanco con un delantal del mismo color, el cuál estaba aún más destrozado que el cuerpo anterior. Tenía mordisco por todo el cuerpo, con una profunda herida en el vientre y sin el brazo izquierdo que estaba en la parte contraria del salón, en la mano derecha, la cual estaba en un una posición muy extraña, se encontraba uno de los grandes cuchillos de la cocina, el cual recogí rápidamente cuando me recuperé del impacto de ver a la doncella y al cocinero en ese estado y subí las escaleras corriendo hasta llegar a la habitación de mi hijo.

La puerta blanca con hermosos adornos tallados estaba medio descolgada de las bisagras y con muchos arañazos como los de las paredes. Todos los muebles estaban destrozados en el suelo, apenas había iluminación en la habitación pero no necesité mucho más para poder distinguir el cuerpo de Margaret junto a cuna de mi pequeño. Con el miedo recorriéndome de arriba a abajo me asomé a la cuna y en ese momento todo mi mundo murió, había tenido la esperanza de que nada le hubiera pasado a él, pero verle en ese estado en su cunita, no hubo otra cosa que deseara más que morir en ese momento. 

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2022 ⏰

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