- ¡Hola! -saludó Mimi nada más entrar a casa con las pequeñas- Lavaros las manos y os preparo la merienda -les dijo a las niñas que fueron corriendo a guardar sus cosas y a limpiarse las manos, pues se estaban muriendo de hambre y querían comer lo antes posible- ¡Uy! ¿Ya has vuelto? -le preguntó a su mujer al verse sorprendida por ella cuando entró a la cocina- Te hacía en la Universidad aún.
- Me he escapado un poco antes -respondió la morena- Hemos llegado hace diez minutos, Lucía está arriba con Cloe -le explicó.
- Voy a cortarles un poco de melón a estas -le comentó Mimi mientras se iba hacía la nevera- Están insoportables hoy -se quejó- No sé si es el calor, pero no paran.
Se notaba en el ambiente que el fin de curso estaba en la vuelta de la esquina. Cuando llegaba esa época del año, todo el mundo tenía unas ganas tremendas de iniciar las vacaciones, los días se hacían interminables y las pequeñas estaban más pesadas que de costumbre.
Para Mimi junio siempre era un reto de paciencia increíble, tenía que aguantar durante toda la jornada a 25 niños, que estaban igual o peor que sus hijas, y cuando volvía a casa se encontraba con un panorama más o menos similar.
- Ya lo sabes amor, tienen unas ganas increíbles de terminar el curso. Venga, que hoy ya es viernes, y el lunes ya solo quedaran dos semanas de clases y tres para que estés de vacaciones -le recordó- Después del curso que hemos tenido eso no es nada -trató de animarla.
- Claro, como tu ya estás de vacaciones -respondió la rubia algo rencorosa, pero en tono de humor.
- Oye, que llevo con nuestra hija nueve meses aquí dentro y la voy a tener que parir en cuestión de días -se quejó Ana, también siguiendo la broma- así que no quiero ni una queja.
- Que es broma -comentó Mimi acercándose a su mujer para darle un abrazo por la espalda y un beso en la mejilla- Sé por propia experiencia que estar embarazada en verano es lo peor, por suerte no te queda nada.
- Ay quita -se quejó Ana- me das calor y encima te huelen las manos a melón -le dijo poniendo una mueca, pues no era ningún secreto que la morena detestaba esa fruta.
- Ay Anita, como eres, ¿quieres que te prepare algo para merendar? -le ofreció, aunque sospechaba que si no tenía nada en la mesa sería porque no quería nada.
- Quizás luego -respondió la morena- Ahora tengo sueño -añadió mientras bostezaba.
- ¿Subes a la habitación? -le propuso Mimi pensando que allí estaría mucho más cómoda si quería echarse una siesta que no en el sofá.
- No, tengo sueño, pero no quiero dormir -le aclaró- Que luego me apalanco y me quedo atontada por el resto del día -le recordó- Lo que si que te voy a pedir es que te encargues un ratito de las niñas -dijo poniéndole ojitos para que su respuesta fuese afirmativa.
- Creo que hoy pueden merendar en la habitación, ¿no? -le sugirió la rubia que tampoco tenía ganas de que las niñas estuvieran enredando por la cocina.
- En la habitación, no en la cama -le dejó claro Ana que era mucho más meticulosa con ese tema.
Mimi no tardó mucho en subir los tres platos arriba, les dejó claro a Emma y Lola que se lo comiesen sentadas en la mesa, sobretodo a la rubia, que era mucho más propensa a liarla con la comida. Y finalmente decidió bajar con Inés y su merienda, porque simplemente no se fiaba de la niña y se negaba a tener que pasarse la tarde limpiando el desastre que probablemente haría.
- Qué calor Dios mío -exclamó Ana que ya se encontraba tumbada en el sofá cuando Mimi volvió, con Inés en brazos.
- ¿Estás segura de que no quieres un helado? -le ofreció de nuevo a su mujer algo de comida.
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Nueve y medio | WARMI
Fiksi PenggemarUn matrimonio, más de 20 años de relación y siete hijos y medio. Ana y Mimi tienen la vida que siempre habían soñado, formar una familia y el trabajo de sus sueños, pero quizás conformarse con solo eso fue un error.