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Habían pasado tres semanas desde lo sucedido con su ex y su hija, había evitado a toda costa contestar las llamadas de Emma y de ir a la cafetería, no salía si no era necesario. En ese tiempo había revisado casi todos los casos, le faltaba uno, pero se había dedicado a visitar a las familias de las victimas tratando de obtener nueva información, pero todos le decían lo que estaba en los informes.

Su teléfono volvió a sonar, miró quien lo llamaba, al ver un numero desconocido se debatió entre contestar o no.

— Ramírez — dijo al contestar.

— No cuelgues por favor — se apretó el puente de la nariz al escuchar a su hija.

— Emma — suspiró — Sabes que no puedo tener contacto contigo mientras estoy en un caso — dice mientras va por el ultimo informe que le falta ver.

— Lo sé pero hace semanas nos vimos, nunca pensé que tendrías trabajo en este pueblo, asumí que estabas aquí por mí.

— Cariño, no puedo verte si tu madre no lo sabe antes, ya te lo he dicho— se siento en el colchón mientras abre el informe.

— Lo sé — su hija suena triste y hace que el suspire mientras lee — Solo quiero pasar tiempo contigo.

— Tendrás que esperar hasta tu cumpleaños Emma — frunció el ceño al darse cuenta de que el ultimo expediente trataba de un incendio.

— Falta demasiado para eso papá.

— ¿Qué no me estas diciendo Emma? Tu sabes las veces que nos podemos ver ¿Algo está mal?

— No me gusta el nuevo novio de mamá — susurra su hija.

— ¿Te hizo algo? — pregunta apartando la vista del informe.

— No — trata de no tensarse, pero no puede evitarlo. — Pero presiento que algo malo me puede pasar con ese tipo papá.

— Maldición, tienes que decirle a tu madre que no te sientes cómoda con ese sujeto.

— Ese es el problema — dice su hija para después suspirar. — Le dije a mamá que tenia que hablar con ella, nos íbamos a ver en la cafetería de Rosa, pero ya son las once y no aparece, tengo miedo ¿Puedes llevarme a casa? — en la voz de su hija había preocupación.

— No puedo llevarte a tu casa Emma — susurra mientras sale de la habitación.

— Ya la llamé y no contesta, por favor.

— Me estoy jugando las visitas Emma.

— Te espero.

Escucha el pitido que le indica que su hija ha colgado, suspira mientras recoge las llaves del mesón de la cocina y sale del apartamento. Baja las escaleras lo más rápido que puede y en sale del edificio, camina los pocos pasos que hay hasta la cafetería y entra. Ya no hay personas en él, solo su hija junto con la dueña de dicho lugar.

— Buenas noches — dice cuando se acerca a la barra.

— Hola — su hija saluda y se pone de pie.

— ¡Espera! — Rosa los detiene. — Aquí está tu pago de la semana Emma, gracias de cuidar a Pedro.

— No es nada, el es un buen niño, nos vemos el lunes.

Su hija se despide y la mira a la chica, esta se voltea y le da vista de su espalda descubierta, debajo de la nuca puede observar los patrones de una quemadura, trata de descifrar la forma que esta tiene, pero su hija lo jala hasta estar afuera.

Se suben a su auto, el camino es silencioso, ninguno de los dos dice nada, su hija tararea la canción que esta sonando de la radio. No le toma más de diez minutos llegar al hogar de su hija.

— ¿Tienes llaves? — pregunta y su hija asiente.

Se bajan del vehículo y el la sigue manteniendo cierta distancia hasta la puerta, pero algo no está bien, lo siente.

— ¿Puedes entrar conmigo? — su hija pregunta y el asiente.

La casa esta oscura por completo y el momento se siente familiar, su hija deja las llaves en la mesita que esta a los lados de la puerta. Caminan en la oscuridad hasta llegar a la sala.

— Emma — la llama preocupado.

— Voy a prender la luz.

Se queda quieto, su instinto le dice que algo esta mal, que huya y no lo enfrente. Todo era igual a lo que le había pasado, recuerda haber hecho lo mismo cuando ocurrió su caso.

— Es mejor que nos vayamos cariño — dice temiendo que pase lo mismo.

— ¡Lo encontré!

La luz por un momento lo encandila, cuando recupera la visión localiza a su hija y corre hasta donde ella está para evitar que se volteara.

— ¡Oh por Dios! — su hija tiene la misma reacción que el cuando tenía su misma edad.

Camila está colgada del candelabro que iluminaba la sala, hay un gran charco de sangre debajo de su ex. Llega con su hija y la abraza para evitar que siga viendo la escena.

— Mi mamá — su hija tiembla mientras se aferra a él como si su vida dependiera de eso.

Su hija estaba viviendo lo mismo que él había vivido, con única diferencia de que ella lo tenia y no estaba sola.

— Emma, cariño necesito que llames a la policía — dice tratando de mirarla a los ojos. — Tengo que revisar la casa.

— No me dejes — su hija susurra y se le encoge el corazón.

— No te dejaré, pero tienes que hacer lo que te dijo, corre al auto y enciérrate, luego llamas a la policía ¿Puedes hacer eso por papá? — entre lagrimas su hija asiente. — Bien corazón, te estaré vigilando desde aquí, siempre estas protegida.

Camina con su hija hasta la puerta, le da las llaves del vehículo y ella corre como el le dijo, ve como se encierra y llama a la policía. Se voltea y va de nuevo a la sala, da vueltas alrededor de Camila, evitando tocar cualquier cosa y contaminar la escena. Va a la cocina y no encuentra nada, se dirige a la habitación de su hija y encuentra la puerta abierta.

Entra y en la pared hay un mensaje esperando por él. Se pasa las manos por la cara con desesperación. Al parecer alguien ya sabia que estaba siendo buscado. No presta atención cuando la policía entra a la casa ni mucho menos cuando el detective Hernández lo encuentra en la habitación de su hija.

— Lo que faltaba — escucha decir al detective al ver lo que estaba escrito en la pared. — Tiene permiso para llamar a su compañero y lo ayude con el caso, oficialmente el caso de los Besos está abierto.

 — Tiene permiso para llamar a su compañero y lo ayude con el caso, oficialmente el caso de los Besos está abierto

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Besos [Versión Concurso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora