Ya han pasado 7 meses desde que Road desapareció y ayudó a Allen a huir de la Congregación, pero varios problemas se le han presentado con el paso del tiempo.
Por otra parte, Allen echa de menos a aquella chica que aprovechaba cada momento para deci...
En otoño, Cornelia ya estaba sana y sin ningunos problemas, ella y su hermana la pasaban en el campo. El árbol comenzó a marchitarse, ambas lo admiraban con felicidad y tristeza al mismo tiempo, no les gustaba verlo marchitar ya que era algo importante desde su infancia.
Un día, la menor de los Campbell se encontraba paseando en aquél campo dorado, lejos del árbol y de la mansión.
Algo le llamó la atención en su subconsciente, lo que la hizo voltear y encontrarse al Conde mirando y apoyando su mano en el árbol. Se acercó con lentitud y tranquilidad.
Cuando estaba a un metro de llegar, el Conde se fue hacia atrás del árbol, y al llegar ella no lo encontró a él; sólo encontró sus ropas y otra cosa muy importante pero a la vez sorprendente e increíble.
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El árbol se marchitó de inmediato y dos nombres entraron a la mente de la mujer. Nea Walker, Mana Walker.
De alguna manera ella los reconoció con aquellos nombres y tomó a ambos niños en brazos. Katerina llegó con ella y al ver lo que sostenía sus ojos se abrieron.
- ¿Y estos niños, Cornelia? - preguntó asombrada, de ella solo recibió una sonrisa
- Recoge lo que está bajo el árbol y adentro te digo - respondió y entró, arropando a los niños en su cama.
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- Después de ese acontecimiento comenzó a criarlos como sus propios hijos y así crecieron, siendo los apreciados hijos de Cornelia - dijo con melancolía y ternura
- Algunas veces yo los cuidaba y los entretenía, era una gran ilusión tener unos niños tan lindos con nosotras - sonrió - Pero lo más impresionante era que aquél árbol, jamás volvió a florecer, jamás -
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- Son tan adorables... - dijo sin dejar de mirarlo
