Capítulo 13

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Habían pasado exactamente tres días desde que encerraron a Gustabo en aquel cubículo de metal. Todos los días iba Michelle o Conway a dejarle comida y bebida para que pudiese sobrevivir el día a día. El rubio estaba empezando a enloquecer, no sabía como reaccionar, lloraba, reía, gritaba, constantemente. 

En ese determinado momento, Gustabo estaba agotado de tanto cambio de humor, se sentó en el suelo y apoyó su espalda en la pared, escondiendo su cabeza entre sus piernas.

-¿Eso es a lo que tú llamabas familia?- rió el payaso en el interior del de ojos azules-.

-Eso pensaba, pero de verdad no me lo esperaba de Horacio- dijo mientras que sus lagrimales se humedecían lentamente-.

-Y mira que tú siempre estuviste para él... Y así te lo paga- suspiró el que siempre hablaba en tercera persona-.

-Eso es verdad, el hijo de puta me prometió que siempre estaría para mi. Yo cumplí mi parte de la promesa pero él, tan tiernecito como siempre ''Gustaboo, te quiero'' ''Gustabo no te mueras'' ''Gustabo quiero lo mejor para ti'' Y una polla- Pogo estaba contento de escuchar aquellas palabras-.

-Pogo siempre estará para Gustabo. Pogo te quiere de verdad. Ellos solo te harán daño y se burlaran de ti, como ahora mismo. ¿O quién es él que esta como una rata enjaulada en una habitación de un metro cubico de metal, aislándote del exterior?

-Toda la razón. La fraternidad que pensaba que Horacio y yo teníamos- bufó-, si, en el culo tiene la fraternidad. Conway con el puto ''semper fidelis, no la palméis'' y mírame ahora, el puto capullo, como él dice, me tiene como sardina en lata, sin tener movilidad, en una puta habitación en la que meo, cago y duermo, todo en el mismo sitio. Ya me gustaría que ellos estuviesen aquí. Estaría todo el puto día riéndome en sus caras. Que asco me dan todos, en nadie se puede confiar, al final si que es verdad que la puta mafia se cuidan más entre ellos que los que de verdad han estado contigo toda la vida. Porque claro está que el putito de la cresta ha tirado toda nuestra vida por la borda. Sino fuese por mi, ese subnormal ya estaría, muerto no, muertísimo. Tal vez, todas esas veces que se ha quedado desangrándose en la calle después de un palizón debería haberlo dejado ahí, para que su cuerpo se quedase seco, sin sangre, muerto para así no verle más la puta cara de gilipollas que me lleva- tras esto Gustabo pego un puñetazo a la pared, dejando una clara herida en sus nudillos por la fuerza que utilizó para dar tal golpe-.

Se quedó en silencio, dando vueltas, prácticamente pequeños círculos, por toda la habitación, cerrando sus puños hasta el punto que podía notar como sus uñas traspasaban su piel. Se apoyó en la pared y se arrastró lentamente hasta el suelo, quedando sentado en éste de nuevo. Esta vez tenía entre sus manos sus cabellos, estirando de ellos dejando un gran grito desgarrador en aquel lugar antes de que perdiese el conocimiento y se desmayase.


Un lugar oscuro, sin luz, no había nada, tan solo era una habitación la cual parecía no tener fin con paredes negras. Ahí se encontraba Gustabo, en medio de aquel abismo.

-¿Hola?- preguntó al aire extrañado por aquel lugar que no había visto nunca antes-.

-Hola- escuchó justo detrás de él haciendo que pegase un pequeño salto del susto-.

El rubio se giró encontrándose con una silueta del mismo tamaño que él, con una peluca rosa muy rizada, un traje rojo y la cara pintada.

-¿P...Pogo?

-¡Soy Pogo!- y éste se abalanzó hasta Gustabo rodeándolo con sus brazos-.

-E...eres real- Pogo se separó y frunció el ceño-. Quiero decir, te puedo tocar. Eres de carne y hueso.

ᑭՏYᑕᕼO ᘜᑌՏTᗩᗷODonde viven las historias. Descúbrelo ahora