...Marcos llegó a casa. 7:05 a.m. Comenzó su rutina habitual y me percaté de que esta vez no traía más que un par de tines. Así, cuando se halló fuera de mi vista, me aproximé a su mochila para extraer uno de sus tines. Uno que olía a suavizante de ropa, de color negro con la punta roja. Me lo llevé a mi recámara y disfruté de su esencia masculina hasta más no poder. Sobran los detalles.
Casi las seis de la tarde una vez más. Posiblemente la última vez que Marcos estaría en mi casa y la última oportunidad que tendría de pisotear su cara. O al revés. No lo sé, no tengo claro por qué deseaba tener un contacto fetichista con él. Pero era en ese momento o quizás nunca.
Marcos buscaba la prenda que le hacía falta. Luego de un rato, decidió preguntarme al respecto y yo le respondí que no la había visto. Pasaron unos minutos más y comenzó a perder la paciencia.
- Si quieres, te presto los míos. No tengo limpios en este momento, pero de eso a nada... - le dije.
- No, ¿cómo crees carnal? - respondió.Uno debe ponerse al nivel de este tipo de personas y adoptar su jerga cotidiana.
- No me rugen las patas, cálale - y le arrojé mis tines.
Marcos hundió su nariz en su fina tela.
- Pues sí huelen algo, carnal. Pero no hay pedo. Gracias.
Marcos se puso los tines y a continuación le propuse dejarme el que traía. Por si aparecía el par.
- Pero al chile a mí sí me apestan machín - dijo con un tono apenado.
- ¿Neta? A ver, échalo.
Me lo arrojó y comprobé el intenso olor.
- No pues...sí, huele algo. Pero no importa, yo lo lavo después.
Marcos estaba por ponerse sus zapatos cuando agregó:
- No'más espero que no tengas champiñones, carnal.
Tal comentario me revolvió el estómago, pero lo sorteé con gracia:
- ¿Cómo crees? Han de tener más champiñón los tuyos.
- Nel carnal, al chile nel - contestó, con seguridad.
- Sí, al chile sí. A ver tus pies - propuse, con los nervios de punta.
Se despojó de los tines para mostrarme su planta, sudorosa y perfecta. Con un color rosa tenue, mi apreciación es que eran del número 8 americano. El olor era muy penetrante y tuve un ligero disgusto al percibirlo.
- ¿Quieres ver los míos? - pregunté.
- ¿Como para qué, carnal?
- Sólo quiero que los veas de cerca. No tengo hongos, obviamente.
- Sí te creo, carnal.
- Acércate, güey.
Marcos tenía una cara de extrañeza abismal, pero se acercó para observarlos de cerca.
- No tienen "champiñón", ¿verdad? - le pregunté, ya decidido a no echar marcha atrás.
- Al chile no, carnal.
Marcos dirigió su vista a mí como pidiendo permiso para retirarse por fin. Pero como comenté, yo ya estaba decidido. ¿A qué? No lo sé con certeza.
- Cierra los ojos - dije en un tono imperativo.
Su mirada me incomodaba mucho.Marcos estaba visiblemente incómodo, pero obedeció. Y luego acerqué la planta de mi pie derecho a su cara, y con mi dedo gordo hurgué alrededor de sus fosas nasales.
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De pies y clases sociales
Kısa Hikaye¿Por qué el hombre siente interés hacia el olor de sus pies? Es la pregunta que se hace el narrador para relatar esta breve pero singular historia sobre la mente de un "master feet" que cobra consciencia sobre el mundo y sus desigualdades, pero con...