Ochenta y cuatro

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El sueño se alejaba lentamente de mi mente hasta dejarme completamente consciente, sentí el calor que emanaba de la ventana más próxima, el sol lograba colarse en la habitación de una forma muy agradable, me acurruqué acercando el cuerpo somnoliento cerca de mí. Mi omega dormía tranquilamente, su respiración se escuchaba pausada y en paz; no pude evitar tocar su flequillo y acomodarlo hacia un lado para ver de mejor manera sus largas pestañas oscuras que reposaban serenamente.

Aún estaba delgado, pero podía sentir que las cosas mejorarían bastante, debía alejarlo de esta casa, mi familia no era un buen ambiente para ninguno de los dos, de eso estaba seguro. Cerré mis ojos e intenté esconder mi cabeza tras de él, quería sentir su aroma pero entendía que no iba a ser posible, este era demasiado tenue y solo aparecía en ciertas ocasiones.

Un fuerte ruido se escuchó desde la primera planta, instintivamente me puse de pie y caminé en dirección al ajetreo. Podía escuchar la voz de mi papá a lo lejos, de seguro estaba discutiendo con mamá nuevamente. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al sentir que esta era una imagen recurrente en nuestras vidas.

Efectivamente estaban discutiendo. La gente solía decir que era una real bendición que una pareja de alfas resultara ser destinada; yo dudaba si ellos realmente tenían esa unión tan añorada. Según mis recuerdos, ellos tenían una relación de amor y odio. Mamá era calmada la mayoría de las veces, pero todas sus emociones se mantenían congeladas, casi al punto de no tener absolutamente ninguna dentro de su cuerpo; papá... Él era un caso complejo, aquel hombre al que debía apreciar y honrar, era en realidad un ser extremadamente violento, destruía todo a su paso, insultaba, menos preciaba, dañaba y no le importaba nada. Jamás lo vi golpear a mamá, supongo que si se atrevía a levantarle una mano ella lo mataba ahí mismo. Más que mal era una pareja de alfas extremadamente territoriales, ambos querían dominar al otro, estaba en sus instintos.

Mucho de la relación que tenían se impregnó dentro de mí; mi escueta relación con Suran también tenía mucho de dominar al otro, de aprisionarlo y demostrarle quién era el que mandaba allí, pero llegué a atesorar la excitación que provocaba ser sumiso ante ella. Mis padres jamás aceptarían ser sumisos con su pareja.

Muchas veces intervine, con la ingenuidad de un niño pequeño que cree que sus papás no le harían daño; nunca fue así, mi padre me golpeaba hasta saciar su frustración y mamá simplemente se iba, dejándome a merced de mi verdugo a quien debía llamar padre la próxima mañana.

En este momento estaba viviendo un deja vu, estaba caminando hacia mi verdugo, siendo un niño de 8 años que espera que sus padres al verlo dejen de discutir.

- ... Esto es culpa de tus malas decisiones, te dije que debías criarlos tú, pero querías ser una mujer independiente y ahora tenemos a dos hijos inútiles que no tienen interés por mantener nuestras tradiciones, mierda... Tu padre y el mío se deben estar revolcando en sus tumbas... Debiste criarlos mejor, ese es tu trabajo mujer... - Dijo el hombre exasperado.

- No me jodas, no iba a dedicar mi vida a criar a unas crías solo porque quedé embarazada, quedó claro desde nuestro casamiento que yo no dejaría mi trabajo de lado, por eso Nana se quedó con nosotros, por eso mi padre dejó su trabajo en la empresa, no me puedes estar culpando de todo porque eres un hombre machista que no quiere asumir que yo estoy igual de capacitada para dirigir la empresa que mi propio padre creó... Ese niño no tiene que hacerse cargo si no quiere... Yo lo haré...

- Mira las idioteces que dices, sabes muy bien que la junta directiva no aceptará a una mujer como su presidenta, es una estupidez, debes entender que jamás pasará, ni ellos ni yo lo permitiremos. – Papá se acercó amenazante hacia mi madre, ella sin embargo, no se movió ni un centímetro, pero temí que fuera a golpearla.

Fragancia [Taegi/Yoontae] Historia CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora