Otra confesión.
Nada inesperado, pensó.
Odiaba tener que rechazar a alguien que se había tomado la molestia de fijarse en él, no le gustaba el hecho de sentir que los hería.
—Lo siento, ya tengo a alguien que me gusta—. Dijo tratando de no sonar aturdido, mientras ponía una mano en su cabeza y recordaba el rostro de aquel ser que consideraba hermoso.—Por favor, encuentra a alguien que pueda valorarte.
Youngjo vio un par de ojos avergonzandos haciendo lo posible por no soltar lágrimas.—N-No importa, no te preocupes, sólo quería que supieras...—. La chica de cabello corto jugueteaba sin darse cuenta con su sudadera. Sonrojada ligeramente, dio una última mirada a la persona que tenía en frente. —Gracias por venir, espero que puedas ser feliz con esa persona—. Hizo una reverencia algo torpe, despidiéndose, para después, correr lejos de la mirada del chico.
Youngjo le rogó al cielo que ella fuera feliz, él no podría corresponderle, pero esperaba que alguien viera su belleza, después de todo, nadie merecía sufrir por amor.
Y él sabía eso perfectamente.—¡Youngjo! Por aquí—. Gritó con entusiasmo un chico de cabellera dorada, alzando su mano como si no hubiese sido suficiente lo alto que elevó su voz.
El llamado rió, algo dentro de él se removió al verlo tan feliz.
—Nadie merece sufrir por amor—. Susurró por lo bajo y apresuró su paso.
Hwanwoong esperaba por él.