『囍』

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«𝐋𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐨𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐝𝐨𝐬 𝐚𝐦𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬, 𝐮𝐧𝐚 𝐛𝐨𝐝𝐚. 𝐓𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐫𝐚 𝐭𝐚𝐧 𝐩𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨...𝐞𝐫𝐚

𝐀𝐕𝐈𝐒𝐎: cultura china, fantasía/mitos, sin rol fijo en el ship, au, final medio trágico/abierto, hilo rojo.

Jungkook, cada vez que cierra los ojos lo siente como si lo estuviera viviéndolo otra vez

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Jungkook, cada vez que cierra los ojos lo siente como si lo estuviera viviéndolo otra vez.

Recuerda los costuderos tomando las medidas de su cuerpo para poder hacer su hanfu* para la boda con Taehyung, el chico que ama desde los 15 años.

También esos momentos donde sus conocidos le felicitaban y le visitaban para darle regalos que pueda usar en la boda o en la noche de ésta.

Aún es capaz de ver las calles decoradas de rojo para dar buena suerte, ese camino de pétalos, también rojos que guiaban hasta el lugar donde sería el casamiento.

Y esos sentimientos en su pecho...

Es inevitable sonreír al recordar cómo la noche anterior no pudo dormir tanto debido a la emoción y al final despertó con un poco de ojeras que los estilistas tuvieron que maquillar.

La seda roja de la vestimenta ciñéndose a su piel, marcando un poco la curva que formaba su cintura, combinando con el color de sus pintalabios y de la sombra de ojos, la cual llevaba un poco de brillos dorados, como el estampado de pequeñas flores de su ropa.

Jungkook no sabía que podía verse tan precioso.

Su pelo negro, el cual le llegaba ahora por debajo de las orejas, se encontraba ondulado, debajo de una diadema que sujetaba el fino velo rojo; esos pendientes largos, dorados en sus orejas; ese collar adornando su cuello.

---Bueno, futuro Kim, ¿listo para ver a tu esposo? ---recuerda que dijo Soyeon, su hermana menor, con un tono burlón, su sonrisa y ojos algo aguados de la emoción.

Y él no pudo hacer más que mostrar esa sonrisa que enamoraría a cualquiera, sus mejillas tornándose como el color de su ropa.

No podía estar más feliz.

Su euforia al ver cómo venían esos hombres con la carroza de madera llegar a la puerta de su casa para llevarlo con el amor de su vida era indescriptible.

Sus dedos nunca pararon de moverse del nerviosismo, al igual que sus suspiros incesables y el leve mordisqueo de sus dientes en el labio inferior, importándole poco que el pintalabios se pudiera correr.

No recuerda mucho de cuando lo ayudaron a bajar de la carroza, ni cómo caminó hasta ahí sin tropezarse debido a que veía bastante poco con el velo.

Sólo podía pensar en lo etéreo y hermoso que se veía Kim Taehyung, con esa sonrisa tan especial suya iluminando su rostro, también maquillado, resaltando sus facciones faciales.

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