35• El tiempo que sea necesario.

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Un impaciente suspiro resuena del otro lado de la línea.

—¿Park Jinyoung está muerto sí o no? —gruñe, impaciente.

Es solo un segundo en el que todos intercambiamos rápidas miradas sin saber qué hacer ni qué decir, el pánico se refleja en nuestros rostros, la sorpresa nos acaba de pegar un puñetazo en la cara.

Entonces, sin demostrar nada más que autoridad, furia y determinación, Matthew me arrebata el aparato de las manos para pronunciar:

—No.

Corta la comunicación, baja del auto y se queda tan ancho. A continuación, tira de la compuerta trasera de mi derecha para cargar a Jinyoung en sus brazos, el resto de nosotros no tardamos en bajar del vehículo en un indiscutible silencio. Las emociones nos están rebalzando y ya no nos quedan explicaciones para cada nueva situación que se nos presenta, sin embargo, ahora me limito a concentrarme en Jinyoung, a pesar de no poder sacarme la voz de Yugyeom de la cabeza.

Como si no fuesen necesarias las palabras, los chicos se coordinan automáticamente, siendo Jaebeom el primero que se adentra al establecimiento, al tiempo que Youngjae le brinda ayuda a Pattien para llevar el cuerpo inconsciente con más rapidez.

Yo corro detrás de ellos, hasta que el teléfono vuelve a sonar.

Mis pies se clavan en el piso, observando la pantalla, releyendo el anonimato del número. Decido no contestar, por las dudas, esperando que, quizá, alguno de ellos logre formular un plan que deba llevarse a cabo sin que Yugyeom sepa quién tiene el teléfono en sus manos.

Me apresuro a seguir los pasos de mis compañeros, encontrándolos ya entablando conversación con recepción en busca de ayuda. En seguida, una de las personas detrás del escritorio levanta el teléfono mientras que la otra se pone de pie para ir en busca de una camilla.

—¿Qué ocurrió? —pregunta una tercera persona.

Al momento que Matthew comienza a explicar, pretendo acercarme para unirme la situación, pero Jaebeom me detiene en seco al pararse frente y sujetarme de los hombros.

—¿Qué pasa? —inquiero.

El chico me observa fijamente, aunque yo no puedo hacer contacto visual, dado que estoy demasiado concentrada en el desorden que se está ejecutando a sus espaldas cuando Jinyoung es recostado para ser llevado a una sala luego de darle unas cuántas explicaciones a Matthew y Youngjae.

Mi corazón late con fuerza, quiero saber qué demonios es lo que están diciendo. Me quito de encima las manos de Jaebeom al adelantarme para poder ser partícipe, pero el grupo de médicos que se encargará avanza por el pasillo y ahora es Matt quien, al voltear, sujeta mi cintura para detenerme.

—¿Qué pasó? —insisto.

—Estará bien —murmura Matt.

—Pero, ¿por qué me detienen? ¿Qué pasa?

—Nada, solo no podemos pasar.

Giro sobre mis talones para observar a Jaebeom, ¿cuál es el punto?

—¿Qué dijeron los médicos? —continúo al volver a poner mi atención en el dúo.

—Solo preguntaron cómo se ocasionó la lesión y cuánto llevaba inconsciente. Cuanto más largo sea el tiempo, más grave es.

—Más... —¿Qué?— ¿Más grave?

Una vez más, busco los ojos de Jaebeom, pero este ahora tiene sus ojos rasgados luchando por mantener la compostura, formando sus labios en una línea que pretende mantener inexpresiva.

Las reglas de un corazón roto. #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora