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Las personas suelen pensar que Akashi Seijuro odia la tecnología, como si esta fuera su única debilidad, por mucho tiempo estos rumores crecieron y solo se fortalecieron cuando Akashi prohibió el uso de los teléfonos durante la práctica del equipo de baloncesto cuando se volvió capitán del equipo de Teiko.


Era muy rara la ocasión en que el teléfono de Akashi estaba fuera del bolsillo de su pantalón o incluso fuera de su mochila. E incluso en esas raras ocasiones donde el capitán de Teiko llevaba su teléfono, era solo porque necesitaba hacer una llamada o estaba recibiendo una, escribiendo un mensaje o solo para leer el mensaje que le fue enviado.


No fue como la mayoría de los adolescentes que usaban su teléfono para prácticamente todo, e incluso lo usaban durante las clases porque no podían estar un segundo sin saber lo que ocurría a su compañera tres lugares delante de ella o su amigo en el salón de al lado.


Era lo mismo con su laptop solo la usaba cuando era estrictamente necesario, además uno pensaría que un niño rico como Akashi Seijuro, tendría a su alcanza la mejor y más nueva tecnología desarrollada en Japón, ahora bien, la laptop del presidente del consejo estudiantil no era un montón de basura, al menos era mejor que de la mayoría de sus compañeros, sin embargo, era bastante normal. No poseía todas esas actualizaciones que muchos nerds anhelaron tener pero que solo podían soñar, porque obviamente no tenían dinero para ello.


Akashi no pudo evitar ser un punto de envidia de todos ellos.


Él no lo supo, no le importaba en primer lugar.


Era todo lo contrario a Kise Ryouta, el niño no pudo vivir un solo segundo sin su teléfono y por esa razón fue castigado muchas veces, con más tiempo para correr en su entrenamiento o sin poder jugar en un juego importante, por usar su teléfono durante la práctica de baloncesto, pero sobre todo por ser descubierto por Akashi usándolo.


— ¡Akashi-cchi yo necesito usar mi teléfono! ¡Todas esas chicas me están llamando!


Pero ninguna protesta detuvo a Akashi de confiscar todo un día el teléfono de Kise, porque las sanciones físicas no parecían disuadir al niño de guardar su teléfono por solo dos horas, lo que resultó en una mala idea. Por un lado, tener a un Kise llorándole para que le devolviera su celular y por el otro, tener que soportar las vibraciones constantes del celular del rubio, porque no podía parar de recibir mensajes y llamadas y un sinfín de notificaciones de todas las redes y aplicaciones que el niño tenía allí, hasta el punto en que, fastidiado, simplemente lo apago.

LOVE GAME.|AkaFuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora