Prólogo

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Crear una obra de arte es una cuestión difícil, en tanto que implica un compromiso social imperecedero. Este compromiso se torna más serio aún cuando se trata de producir una obra literaria, sobre todo si dicha obra pertenece a la literatura escrita, ya que la escritura, desde tiempos muy remotos, permite conocer la esencia misma del ser humano: su carácter, su personalidad, su estilo de vida, sus éxitos y frustraciones, en fin la totalidad de esa especie maravillosa, con capacidad racional, que el Todopoderoso quiso constituir como gerente de toda creación.

Entonces dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastre sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos...» (Génesis 1: 26-28).

A partir de la década de los años ochenta, en ese mundo que Dios creó, se ha producido una serie de cambios que, si bien han servido para mejorar significativamente las relaciones seculares del hombre y, en gran parte, la capacidad de producción de los pueblos, no menos cierto es que el nivel espiritual de los seres que habitan en el planeta Tierra ha sido socavado y desmejorado considerablemente, arrojando como secuela el aumento de personas muertas en la guerra o por causa de algún tipo de epidemia que hasta el momento no ha podido ser controlado. El hombre parece haberse olvidado del poder de su Creador, confiando única y exclusivamente en sí mismo, recibiendo como pago el fracaso y la frustración.

Es precisamente el problema que acabamos de mencionar lo que ha motivado al autor de esta obra a hacer su aporte a la sociedad que le vio nacer, al poner en manos de ella su primera novela de ciclo corto, con la que pretende servir de guía personal, general e intelectual para lograr, como decía Paulo Freire, que el hombre se convierta en agente y dueño de su propio destino.

Aníbal Peralta, en un estilo ameno y sencillo, nos ofrece una obra literaria de crecimiento, rica en valores morales y espirituales, permitiéndonos así a través de su propia interioridad dar cumplimiento cabal a la famosa frase socrática que reza: «Conócete a ti mismo».

Solo cuando el mundo cuente con una pléyade de hombres y mujeres que conozcan sus reales potenciales habremos tomado el camino del éxito, tan mencionado por el autor de esta novela.

Confiamos en que el público sabrá valorar este legado cultural que se deposita en sus manos, sin esperar otra recompensa ajena a la realización personal y colectiva de todos aquellos lectores que se atrevan a realizar un compromiso de amor hacia los contenidos abordados por su autor en esta inolvidable ocasión.

José Eusebio

Relato de un SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora