El infierno de Lilith| 2 | Completa

X-I

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Race

Años atrás...

Su voz poco a poco se perdía entre la oscuridad, y aunque mi garganta dolía de tanto gritar sus nombres, lo seguía haciendo, pero dejé de obtener respuesta. Una vez más, el rastro había desaparecido, y frente a mí solo había una pared verde, ese inmenso laberinto de setos.

Podía sentir la adrenalina correr por todo mi sistema, la desesperación me estaba quebrando, aquellas voces y sombras estaban detrás de mí, pero sus presencias no impidieron que los siguiera buscando.

Segundos después de haberme separado de los demás, pude oírlo a lo lejos, pude verlo a metros de mí, sin embargo, lo distinguí al instante; aquel niño que tenía ojos oscuros y voz suave, rogaba, pedía ayuda, no dejaba de nombrarme, de buscarme.

Un fuerte gruñido se escapó desde lo más fondo de mi interior, seguido de un grito de frustración, a medida que seguía avanzado con rapidez, doblando en cada esquina que encontraba, y aún así, pese al tiempo que estuviera corriendo, no había nada que cambiara a mi alrededor.

Cerré las manos con fuerza, pero un líquido se filtró entre ellas, la espesa sangre manchó toda mi piel, bajando hasta el suelo, pudiendo escuchar así, esas gotas espesas caer sobre el suelo de tierra. Y en el momento en que esas cosas me alcanzaron, y lograron entrar a mi cabeza, sus súplicas me doblegaron, arrojándome al suelo.

Caí sobre mis rodillas, sostuve mi cabeza, apretando mis sienes con las palmas abiertas, busqué inútilmente algún recuerdo entre las viejas memorias, pero seguía transmitiéndose bajo mis párpados las mismas escenas de siempre. Aquella destrucción, muertes, y risas huecas. En mi mente volvía a ver la muerte de mi madre y hermano menor.

Aquel fuerte dolor en mi cabeza, se entrelazó con las garras que destrozaban mi espalda, enterraban y rebuscaban entre la piel rota, la sangre y músculo, algo que pudiera satisfacerlos. Uno de ellos, volvió a empujarme, esta vez, mi rostro quedó enterrado en la suciedad. Las fuerzas que me quedaban no eran suficientes, pero seguía luchando, porque al abrir los ojos, ya no había ninguna pared, y pese a mi vista borrosa, podía distinguir la silueta de una persona que se acercaba con lentos pasos.

Su calma era desconcertante.

Los gruñidos de esas bestias se atenuaban a medida que la distancia se acortaba. No pude ver con claridad, no era más que una mancha borrosa para mi mirada desdibujada. Era incapaz de comprender qué demonios estaba haciendo, parecía imposible que fuera una de esas cosas, ya que no me había atacado, y me parecía aún más irreal el hecho de que fuera un ser humano como yo. Si tenía miedo, debía correr, si fuera real, entonces debían atacar, pero no era así...

Un fuerte viento nos atravesó, y de esa forma, Ellos se esfumaron, la persona había llegado hasta donde me encontraba; aunque el dolor en mi cuerpo no se disipó, algo dentro de mi corazón se retorció, como si estuviera calmándome desde lo más oscuro de mi ser, una abrumadora calidez que recorría lentamente mi cuerpo, dejando nada.

-¡Race! ¡Race!

Separé los párpados, encontrándome con la oscuridad. Mi cuerpo estaba tenso, acalambrado, por lo que me elevé, la sábana cayendo lentamente hasta mi cintura.

Sequé el espeso sudor en mi frente con una de mis manos, y me llevé el cabello hacia atrás de forma desprolija.

Las pesadillas y la realidad no eran diferentes.