UNA ROSA SIN MARCHITARSE

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Pasaban los días. Mi equipaje se encontraba solitario. Al observarlo, lloraba como una botella cuando derrama vino o licor. No lloraba por cualquier causa, pues se trataba de una causa demasiado agobiante por haber obtenido una vida tan vacía, tan cercana a lo ambiguo: tan parecido al mismísimo abismo.

Al pasar 4 meses, se encontraba una rosa dentro de mi equipaje. Era un detalle que llegó a ese lugar inexplicablemente. Lo que primeramente creí y razoné como loco fue que esa rosa tendría como objetivo el dejar alguna esencia el primer día en que iba a verle. Al pasar los minutos, la observé a mayor detalle. Contenía una nota dentro de su corazón.

En cuanto tomé esa nota, pensaba demasiado; sin seguridad alguna. Yo creía en solo una cosa: en que esa situación era algo ridícula o fuera del contexto relacionado a la meta que yo quería cumplir.

Me sentía pleno. Me sentía ansioso, me sentía muy emocionado por el primer detalle que yo mismo iba a brindarle.

Llegó el momento. Por fin le vi y le besé con toda la calidez de mi ser. Al pasar minutos de conversaciones, distracciones y demás con esa persona especial, la rosa quedó intacta.

Al llegar a casa, ella seguía en mi equipaje. Una rosa sin haber sido tocada. Sin haber sido olfateada. Sin haber sido observada con anhelo. Sin haber contemplado tanta belleza que radiaba con una ausencia de vanidad. Sin marchitarse.

Tomé la nota que se encontraba dentro de ella. En realidad, se rompió junto con mi corazón palpitante y junto con el mismo corazón de la rosa.

El recuerdo llegó a mi mente. Una lágrima derramó mi ojo izquierdo. Los latidos de mi corazón cayeron bajo cero. No sé qué sucederá en un momento. La única cosa que sé es que me sorprendió la calidez de esa rosa tan hermosa, tan pacífica y tan radiante.

Recuerdo con mucha totalidad el mensaje que tenía imprevisto dentro de mi corazón entusiasta y sentimental. Ese mensaje tan especial que yo mismo escribí con cariño.

Hoy en día solo le deseo lo mejor. Espero algún día volver a verle; espero a la vez, entregarle ese detalle que quedó aislado. 

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