Capítulo 2: "Mirar, torcer, abrir"

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—Mañana mismo nos mudamos —aseguró sin una pizca de duda en su tono al mismo tiempo que la puerta de entrada se abría.

—¿Quién se va a mudar a MI departamento? —la actual inquilina hacía acto de presencia.

Wendy y la vendedora giraron su cabeza inmediatamente hacia la voz que habían escuchado, de hecho la canadiense lo hizo tan rápido que le quedo doliendo el cuello. Por supuesto que disimuló el dolor transformando la muesca en una sutil sonrisa.

Pero al contrario de las otras dos, Irene giró lentamente y con la suma tranquilidad que la caracterizaba. No temblaba a la hora de hacer negocios por sumas gigantescas , muchos menos lo iba a hacer a la hora de sacar a patadas al desagradable ocupante de SU departamento... O al menos eso creía, porque el temblor, que digo temblor, el terremoto, que digo terremoto, el tsunami que recorrió todo su cuerpo apenas sus ojos encontraron el cuerpo y rostro de la inquilina, tiro por la borda la tranquilidad y templanza anterior. En tan solo dos segundos, ese formado cuerpo pelinegro que se había quedado estancado en la puerta de entrada, había logrado hacerle sentir lo que en sus 24 años de vida no había sentido. Con tan sol una mirada, la chica que tenía a tan solo 18 pasos, calculó Irene rápidamente, había hecho que la empresaria se sintiera desnuda como Dios la trajo al mundo.

—¿Se puede saber qué carajo eres? —la voz de Wendy sacó a las tres mujeres de sus distintos pensamientos —¿Tuviste una cita con Chris Brown o algo así? —preguntó nuevamente la canadiense que claramente se había centrado en los moretones, rasguños y pequeñas cortaduras que ocupaban la mayor superficie del rostro de la chica, aunque las lastimaduras no era recientes, le daban un aspecto tétrico a su cara.

—Ella es Seulgi Kang, es quien vive aquí —antes de que la inquilina pudiera contestar, la agente inmobiliaria apresuró las presentaciones para tratar de aliviar el momento —. Señorita Kang, ¿se encuentra bien? —preguntó haciendo varios pasos hacia la chica.

Apenas vio que la vendedora caminó varios pasos hacia ella, la inquilina retrocedió rápidamente alejándose de cualquier inquisición. La pared hizo que no pudiera retroceder más y agradeció que la mujer hubiera detenido su avance al notar su incomodidad.

—¿Por qué están en mi casa? —volvió a preguntar a ninguna en particular.

Era lo único que iba a decir Seulgi, para después descansar contra la pared esperando que alguna de las otras mujeres le explicara porque estaban allí mientras ella se dedicaba a inspeccionarlas desde su lugar. Cuando se topó con la mirada evaluadora de Irene, decició que era mejor mantener la cabeza abajo, sus ojos contaban demasiadas historias que ni ella misma quería recordar. En cambio, la castaña acortó la distancia un poco sin sacar la mirada de la otra muchacha, no porque no quisiera, simplemente, no podía.

—Señorita Kang —la vendedora carraspeó antes de seguir hablando —. Tengo entendido que usted le informó a mi jefe que no tenía problemas en tener compañeros de departamento —le dijo.

Lejos de contestar, Seulgi se limitó a asentir con su cabeza.

—De acuerdo —continuó la agente inmobiliaria —. Estas señoritas —señalo a Irene y Wendy de forma inútil porque Seulgi seguía sin mirarlas —, desean mudarse mañana mismo, si no hay inconvenientes, claro —agregó volviendo a mirar a la morena y obteniendo la misma displicencia anterior —¿Usted quiere entrevistarlas o hacerles alguna pregunta? —que más quería ella que alguien les hiciera pasar un mal momento a las dos mujeres que habían sido su pesadilla durante varias horas.

Nuevamente sin palabras, Seulgi se limitó a subir sus hombros restándole importancia a lo que estaba diciendo la mujer.

Suspirando, la vendedora siguió.

No soy para ti (SEULRENE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora