Arya.

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NOTA: Y aquí estoy a la 1 am, del 13 de agosto escribiendo una historia gendrya corta. Porque amo escribir y amo esta idea. Espero les guste. Voten por favor y comenten para que más personas nos lean. Los quiero mucho y gracias por mis 150 seguidores. Son la mejor familia!

                                                                                     -o-


Arya observó el paisaje con una sonrisa en el rostro. Cinco años habían pasado desde que había decidido aventurarse y recorrer lo que había más allá del oeste. ¿Qué encontró? Muchas islas y gente con costumbres completamente diferentes. Había hecho buenos amigos en cada parte a la cual llegó con su enorme barco con el sigilo Stark. Pero ella siempre fue tratada como una mujer más, no había títulos, no había fantasmas que siguieran a su nombre. No había recuerdos tristes que olvidar. Todo era nuevo, todas estas personas que había tenido la dicha de conocer.

Ella y su tripulación, había pasado un poco más de un año en un pueblo llamado Ashye. Era habitado por mujeres solamente. Algo que había aplaudido enormemente. Ella se había quedado sorprendida cuando preguntó: ¿dónde estaban los hombres?

Una anciana se había reído ante su pregunta y contestó lo siguiente:

-Donde deben estar, en el fondo del mar.

Todas las demás habían reído ante ese comentario.

Ella cuestionó que:

- ¿cómo lograban reproducirse si ningún hombre vivía aquí?

-Muy simple- una mujer les dijo- Cualquier hombre que nos encontramos, lo utilizamos para la reproducción solamente. Sin ataduras, sin vínculo. Así no salimos heridas nunca.


Incluso ella había experimentado esa clase de relación sexual con las habitantes de esa isla. Todo había sido nuevo para ella, pero no se quejó, era lo que había, necesitaba olvidar, necesitaba dejar todo atrás y sentir algo más... pero no lo logró. Ella se repitió muchas veces lo estúpida que era. Por eso cuando escuchó a esas mujeres hacer referencia que era su manera de protegerse, ella entendió.  Ella misma experimentaba un corazón roto en este momento de su vida.

-Porque tú así lo quisiste- ella se recordó.

Había dejado en Westeros a su amado toro. ¿Lo había extrañado? Cada maldito día. Incluso su familia, a Jon, Sansa y Bran, ella siempre pensó que no sería capaz de volver, pero la verdad era que estaba aterrada, Arya Stark tenía miedo de que todos la hubieran olvidado.

-Tienes miedo de regresar y encontrarte que él ha seguido adelante- ella dijo en voz alta- Que siguió tu consejo y se consiguió una Lady elegante que le hiciera camisas y corriera su casa. Que hoy por hoy, él sea feliz de compartir su cama con otra. Con su esposa. Una mujer que no quisiera salir huyendo cada que algo no saliera bien. Que no tuviera miedo de amar....

Arya hizo las pases con la idea de que había huido por miedo. Por miedo a enfrentar una vida que nunca se imaginó. Llena de paz y amor a lado de su toro.

Ella sonrió.

El siempre sería suyo, ella se había encargado de dejarlo marcado de por vida. No importaba que otra mujer estuviera en su cama de plumas cada noche.

Ella suspiró cuando un viento frío le caló en los huesos. Definitivamente estaba en el Norte.

-Estoy en casa- sonrió.

-o-

Ella estaba muy cambiada, su cabello caía casi a la cintura. En cinco años no se lo había cortado, era lacio y de un color café oscuro, y su rostro seguía teniendo aquella herida en la frente que le recordó todo lo que tuvo que pasar para poder estar viva aquí.

UN AMOR SIN FINAL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora