C de Caricia

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Aquel día le había notado deprimido, no sabía que sucedía con él, pero obviamente se estaba comportando más cortante y frío que de costumbre, eso no era algo normal, aún si él era la persona más reservada del mundo.

Jericho no dejaba de preguntarse qué podría pasar por la mente de Ban para que se comportara así, no solo con ella, sino con cualquiera que se le cruce en el camino, hasta el punto de ignorar a sus propios amigos que eran como sus hermanos, los ignoraban como si fueran sus propios enemigos o alguien que nunca conoció. Cada vez que lo observaba desde su asiento, se lo imaginaba en un cuarto, hundiendose mas en la soledad de aquella habitación, pero mientras pensaba así, esa idea no le agradaba en lo más mínimo.

Tenía que hacer algo.

-Esto... Ban? - susurró con voz tímida, haciendo que el joven levantara la mirada para posarla fugazmente en su pequeña figura. Ya todos se habían ido, Meliodas también dirigió una mirada a la pequeña dama, mientras esperaba a su medio-hermano en la puerta , apenas sonó el timbre que indicaba el final de clases ella se le acercó, dándose cuenta que él ni siquiera habían acabado.

-¿Sucede algo?- preguntó algo serio. los problemas en su familia era algo que lo agobiaba desde la muerte de su mamá su papá era un poco brusco en hacer, decir las cosas.

- Eso quisiera saber yo- murmuró la pequeña dama,  tomando asiento frente a él, para regalarle una cálida sonrisa. Fue entonces que se atrevió a ir más allá y con una de sus manos, tomó la mano masculina que descansaba sobre el pupitre, acto que sorprendió a Ban.

Fue tan cálida y a la vez envolvente, una suave y dulce caricia bajo la pequeña mano,subiendo los ánimos de nuestro Ban.

- No estés triste, Ban - pidió la pequeña dama, con las mejillas rojas bajando la mirada pero inmediatamente la vuelve a alzar al sentir el suave tacto del muchacho en su rostro, acariciando su mejilla.

Lo miró fijamente a  los ojos y descubrió que la mirada de tristeza se esfumó de su ser, siendo reemplazado de una aura de felicidad, que la tranquilizó.

- Te prometo que no lo estaré- respondió, sin dejar de acariciar su mejilla, ya que sentía que solo con las caricias podía transmitirle sus sentimientos.

Meliodas miraba conmovido la escena quizás su mejor amigo podía cambiar, quizás podía ser feliz.

"EL amor no necesita palabras, solo caricias."

Abecedario ( jeriban ♥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora