Mi primera opción

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— ¡Oye, no me ignores! – sus quejas fueron acompañadas por un pequeño tirón a la mano que sostenía la suya propia.

— No seas impaciente. – respondió por fin el más alto, girando la cabeza para encontrarse con la mirada anaranjada de su acompañante.

— No podemos irnos así como así, te recuerdo que nos acaban de eliminar. – siguió protestando.

— No te preocupes, Kazemaru está ahí; él se encargará de todo. – hablaba con tranquilidad, como ya era propio en él.

— ¡Pero el capitán soy yo! – ante esa exclamación, el primero detuvo su paso, provocando que el más bajo chocara con su espalda – ¿Eh? ¿Y ahora por qué te paras?

El ojiañil se dio la vuelta y puso ambas manos en los hombros de su contrario, provocando que la atención del de largos cabellos se centrara instantáneamente en él.

— Eres el mejor capitán que podríamos pedir y tu preocupación por el equipo es algo que me encanta, de verdad. Pero ahora mismo me da igual si hemos ganado o perdido, o si hay o no alguien para motivar al equipo. Te quiero más que a mi vida, y ahora que sé que tú sientes lo mismo, todo lo demás ha dejado de importarme.

Aquellas palabras realmente sorprendieron al del parche. Porque sí, Sakuma le había confesado sus sentimientos hacía apenas unos minutos; y sí, Genda le había correspondido. Quizás el delantero no había elegido precisamente el mejor momento para hacerlo, pues les acababan de eliminar por segundo año consecutivo pero, ¿qué más daba ya?

— ¿Estamos saliendo? – esa pregunta apareció en la mente de Sakuma y no pudo evitar hacerla en voz alta, confundiendo al portero por el repentino cambio de tema.

— Sí... ¿no? – ninguno de los dos estaba realmente seguro de la respuesta – Quiero decir, si tú quieres...

— Quiero, quiero. – aseguró Sakuma, interrumpiendo al ojiañil, a la vez que asentía efusivamente con la cabeza.

Genda no pudo evitar esbozar una sonrisa ante las acciones de su capitán, preguntándose si Sakuma sería consciente de lo que provocaban en él cada uno de sus gestos o palabras.

El portero le puso un mechón de pelo detrás de la oreja y, justo después, le dio un muy corto beso en los labios, consiguiendo que Sakuma abriera los ojos con asombro. Ese fue el primer beso de ambos.

Sin decir nada más, Genda volvió a agarrar la mano de Sakuma, entrelazando sus dedos, y siguió su camino, con un sorprendido delantero detrás.

— ¡Espera! – exclamó Sakuma apenas habían dado dos pasos – Todavía no me has dicho a dónde vamos. – el más alto rodó los ojos, mentiría si dijera que no esperaba que el del parche siguiera insistiendo.

— Ni te lo voy a decir, ten un poco de paciencia. – volvió a repetir.

— Está bien... – cedió Sakuma para sorpresa del ojiañil.

Salieron del edificio y siguieron andando durante varios minutos más, con la paciencia de cierto delantero reduciéndose a cada paso que daban. Afortunadamente, pudo contener su curiosidad hasta que finalmente llegaron a su destino.

— ¿Aquí? – preguntó Sakuma extrañado, pues no entendía demasiado bien qué hacían ahí.

Genda le había guiado hasta una calle secundaria no muy transitada. Cuando se fijó bien, el capitán no tardó en darse cuenta de que se trataba de un barrio residencial. Cualquiera habría pensado que se dirigían a casa de Genda, pero Sakuma sabía por experiencia que el portero vivía en una zona bastante alejada de en la que actualmente se encontraban.

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