Capítulo 1

62 6 0
                                    

10 años atrás

- Juan, suelta, por favor, dame a mi muñeca Serena, no es tuya - dice la pequeña castaña de ojos verdes.

- ¿Y si no te la doy? ¿Lloraras e irás a quejarte con tu mamita? - pregunta el niño de sonrisa con hoyuelos.

- Claro que no, yo ya crecí, tengo 7 años. Puedo yo sola, pero no te aguanto, niño rico malcriado. Sólo te dedicas a molestarme, ¿acaso no tienes algo más interesante que hacer? No sé, tal vez, tareas o ir a molestar a otro vecino - dice la niña rodando los ojos.

- Esta es mi forma de entretenerme, molestandote lo más que puedo. Ahora, ¿quieres a Serena calva? - pregunta riéndose el pequeño Juan - Mira las tijeras que traje - apunta a las tijeras que traía en su mochila.

- ¡NOOOO! ¡Por favor, no hagas eso, es mi muñeca favorita! - pide angustiada la niña.

- ¡Lo haré! - se lleva la muñeca y se va corriendo con las tijeras en su otra mano.

- ¡MAMII! ¡MAMÁ, POR FAVOR, AYÚDAME! - grita Valentina en sollozos - ¡MAMI, CRISTINA!

La madre de Valentina se viene corriendo a penas escucha las súplicas de su hija y acude a abrazarla, empapada de agua, pues estaba lavando pero lo más importante era su retoño.

- ¿¡Qué tienes, hija mía!? ¿Estás bien? - pregunta la madre examinando a su hija de pies a cabeza.

- Mamita, ese fastidioso del hijo de la señora Emilce, se llevo a Serena - dice sollozando la niña mientras apunta al camino que había tomado Juan.

- Tranquila, amor, entra a casa, iré por ella - dice Cristina plantandole un beso a su pequeña Valentina.

Cristina, era una madre soltera, tuvo a su hija con tan sólo 17 años, y nunca recibió el apoyo de ningún integrante de su familia cuando su novio le negó el bebé que estaban esperando y le afirmó que ese hijo era de algún otro, y no era de él porque ellos siempre se cuidaban.
Y sí, era cierto, siempre se cuidaban desde que iniciaron su vida sexual pero tenían la costumbre de salir a fiestas y emborracharse así que luego de eso, lo que hicieran o no hicieran, no se acordaban y se dejaban llevar por el momento. Una de esas noches, fue cuando Valentina llegó a sus vidas inesperadamente.

- ¿Buenas? ¿Señora Emilce? Soy Cristina, su vecina de al lado, necesito hablar con usted, por favor - dice la mujer de cabello largo y liso.

En eso, una señora de unos 45 años; más o menos, se dirige a la entrada de su casa con cara de apenada, tal vez ya sabia lo que su travieso Juan había hecho.

- Lo sé, señorita Torres, mi hijo es muy travieso y a veces hace bromas muy pesadas, me acabé de dar cuenta que jugaba con una muñeca. Supongo que es de su hija Valentina - dice la señora Emilce, madre de Juan.

- Sí, señora, por favor, la necesito. Mi hija anda muy triste y preocupada por su muñeca, le agradecería que se la pidiera a su hijo - dice Cristina tratando de dar su mejor sonrisa.

- ¡Claro! Deme un segundo - dice Emilce levantando un dedo en señal de que le diera un momento - ¡JUAN! ¡Ven para acá inmediatamente!

El pequeño castaño viene con con cara angelical cogiendo la muñeca de su tierna vecina y al ver que estaba su mamá en el porche de su casa, este se ríe en señal de burla al recordar lo que le había afirmado Valentina minutos antes.

- Cris, ¿enserio estás acá por bromas infantiles? - pregunta aún riéndose Juan.

- ¡JUAN! ¡Deja de reírte y dame eso! No tenías ningún derecho de agarrarle el juguete a la niña, te advertí que fueras respetuoso y amable - dice Emilce regañando a su hijo.

- Lo siento - dice sinceramente Juan mientras agacha la cabeza.

- Tranquilo, pequeño, pero te pido que la próxima que vayas a visitar a Vale, no le hagas este tipo de bromas que para ella pueden ser muy pesadas y la pueden herir - le advierte la señorita de curvas bien definidas como si nunca hubiera tenido un embarazo.

- S - sí, tranquila - dice el niño algo entretenido viéndole el cuerpo a su vecina.

El le entrega la muñeca, Cristina da las gracias y se dirige a su casa, en donde le entrega la muñeca a su hija y ella le da un fuerte abrazo en forma de agradecimiento.

- Gracias, mami. Eres mi heroína, te amo - dice la niña saltando de la felicidad.

- Mi amor, siempre me tendrás, ¿vale? - dice la mujer con voz tierna.

- Sí, mami, aunque prometo que nunca volvere a hablar con ese niño, no quiero determinarlo - afirma la niña.

- No digas eso, es un buen niño, sólo es por la edad - dice Cris mientras saca algunos ingredientes para la cena.

La niña voltea y se va a la cocina donde está su mamá y le toca el brazo para que ella la mire a los ojos.

- ¡No, mami! ¡Eso nunca! - dice muy convencida la niña de ojos claros.

- Bueno bebé, como gustes, ahora pásame unas zanahorias, por favor - dice la mujer apuntando al lugar donde se encontraban.

- "Juan es muy malo" - piensa la pequeña.

¿Del odio al amor? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora