Cuando Sarah entró en la cabaña que iba a ser su hogar durante lassiguientes semanas, se detuvo en seco.
-¿Qué es todo esto?- preguntó a su tío, contemplando el espaciorecién renovado. Detrás de ellos, su padre y su tía entraron cargandoel equipaje.
-¿Te gusta?- quiso saber su padre.
-Es alucinante-. Con su nueva decoración, la cabaña parecía sacadade una revista.
-Pensamos que con los bebés ibas a necesitar más espacio paracuando vengas de visita- le informó su tía, colocando su portátil sobre
el escritorio.
La luz inundaba la cabaña a través de unos tragaluces. El interiorhabía sido revestido de material aislante y recubierto con gruesas
paredes que protegían del mal tiempo. En el techo había unosventiladores modernos y lámparas de riel. La cocina también había
sido modernizada, y se abría a una espaciosa zona comunitaria conuna mesa redonda y un cómodo salón de estar. Una mecedora
acolchada dominaba el centro de la habitación.
Acercándose a ella, Sarah frunció el ceño, intentando recordar dónde la había visto antes.
-Es la mecedora que hice para tu madre- le dijo su padre. -Tu tío Max la
encontró en el granero y la hemos arreglado para ti. Las tronas sontuyas y de tus hermanos- añadió, apuntando a un par de sillitas debebé a juego colocadas bajo un estante en la pared.
Dirigiéndose a la trasera de la cabaña, abrió una puerta que Sarahaún no había visto. -Y hemos añadido una extensión para que tengas
un dormitorio como Dios manda- le dijo.
Aproximándose, Sarah entró en su nuevo dormitorio, que, al igual queel salón, tenía unos tragaluces que lo inundaban de luz natural.
Inclinando la cabeza, Sarah observó la cama.
-El cabecero es de la cama de tus abuelos, y el pie de la tuya. Tu tíoMax y yo hemos construido el bastidor, y el colchón es nuevo.
Moviéndose despacio, Sarah contempló todo lo que había en lahabitación, desde sus cosas favoritas que antes decoraban el edificio
principal, a los pequeños detalles que su familia había incluido. Junto auna pared había dos cunas, y se acercó a ellas. Deslizando la manosobre la madera pulida, se acordó de haber utilizado una de ellas parasus muñecas, y miró a su sonriente familia con los ojos llenos delágrimas.
-Tu tía Hannah ha hecho las colchas de la cama y de las cunas conmantas y ropas viejas. Hay un pedazo de cada uno de nosotros enellas- dijo Max, abrazando a su esposa con orgullo.
Sarah acarició la colcha de su nueva cama y reconoció la tela de unantiguo vestido suyo.
-No sé qué decir. No puedo creer que hayáis hecho todo esto- declaró.
-Todo es precioso.
-Queremos que estéis cómodos cuando vengáis de visita- dijo su padre
abrazándola.
Sarah les dio las gracias uno por uno y les acompañó a la puerta. Trascerrarla detrás de ellos, se dio la vuelta y contempló su trabajo. Abriólos armarios de la cocina y el frigorífico, y no le extrañó ver queestaban llenos de sus cosas favoritas. Tras tomar una botella de zumo,sacó el móvil y comenzó a tomar fotos para enviárselas a Vitaly.
Después de picar unas uvas y terminar dos botellas de zumo, Sarahenvió las imágenes a su marido, y decidió echarse una siesta antes dela cena. Tras coger otra manta que estaba extendida sobre el sofá, sequitó los zapatos y se acurrucó en la cama, quedándose dormida nadamás apoyar la cabeza en la almohada.
Vitaly sonrió al recibir los mensajes de Sarah. Contemplando las fotos,se alegró de la bienvenida que le había dado su familia, y le entraronganas visitarlos. Pero hasta entonces, quería dar los últimos toques alcuarto de los gemelos, y asegurarse de que los buques de cargaprocedentes del Báltico llegaban a la costa oeste sin complicaciones.
Aunque las acusaciones contra él habían sido desestimadas, sabíaque seguía estando bajo vigilancia, y no quería dar ningún motivo al
Departamento de Justicia para volver a procesarle a él o a su empresa.
ESTÁS LEYENDO
La Familia Del Millonario
عشوائيY henos aqui en la última parte de esta maravillosa saga...