Cuando Vitaly tomó la carretera que conducía al rancho de los Jenkins,
se alegró de que Sarah le hubiese advertido de su estado, ya que su
coche deportivo podría haber sufrido daños considerables. Al llegar a
la verja, suspiró con alivio, y se dirigió a la parte posterior del rancho,
donde todos guardaban sus vehículos.
Tras aparcar junto a una familiar camioneta roja, entró en la oficina
esperando encontrar a Sarah. En su lugar vio a una de sus cuñadas,
que sonrió alegremente a la vez que le daba direcciones para llegar al
prado. Al pasar junto al granero, siguió el sonido de unas exaltadas
voces y se encontró con un grupo de niños subidos a una valla y
contemplando un par de potros que correteaban alrededor.
Buscando Sarah, la distinguió entre los niños.
-Kotyonok- llamó, acercándose.
Sarah se dio la vuelta y corrió hacia él, enterrándose entre sus brazos.
Al mirarlo, contempló sus radiantes ojos y sus sonrosadas mejillas,
antes de inclinar la cabeza para besarla. Se escucharon vítores y
aclamaciones, y al levantar la cabeza vio a los pequeños expresando
su opinión sobre su demostración de afecto.
Riendo, se abrazaron más fuerte, antes de que Sarah le volviera a las niñas señaló a dos potros que competían por la atención de su
madre.
-¿Los ves?- preguntó con voz chillona. -El caballo de mi abuelo ha
tenido gemelos, como la tía Sarah.
Acercándose a la valla, Vitaly se unió a los pequeños que observaban
a los caballos intentando mamar. Inclinando la cabeza, miró a Sarah de
reojo, y ella se sonrojó y se tapó el rostro con el sombrero.
Se quedaron allí con los niños hasta que Bill Jr. llegó con el tío Max,
que tras bajarse de los caballos, se acercaron para dar la bienvenida
a Vitaly, antes de acompañar a la pareja al coche para recoger su
equipaje. Al ver que sólo tenía una maleta, Max se excusó y se marchó,
y Bill la sacó del maletero y caminó con ellos hacia la cabaña,
explicando con entusiasmo los cambios que iban a tener lugar en el
rancho. Sin saber de qué hablaba, Vitaly asentía con la cabeza, y
Sarah sonrió, al darse cuenta de que tendría que ponerle al día sobre
los planes de la familia.
Al llegar a la puerta, Bill depositó la maleta en el suelo y se disculpó
alejándose, y Sarah le mostró el interior.
-Guau. Es aún mejor que en las fotos- dijo, mirando a su alrededor.
-Y hay más cosas- informó Sarah señalando las cosas de los bebés. -
Mis cuñadas han estado muy ocupadas. Entre el punto y las colchas de
mi tía, los gemelos no van a pasar nada de frío.
Vitaly contempló el dormitorio, mientras Sarah se acomodaba en la
presentar a aquel grupo de sobrinos. Tras las presentaciones, una de cama, apoyándose contra las almohadas. -Aunque me encanta el
colchón de casa, tengo que admitir que dormir en uno de plumas es
todo un lujo- le dijo, dando unos golpecitos sobre la colcha.
Vitaly se sacó los zapatos de una patada, se quitó la chaqueta y la
corbata, se subió a la cama y se estiró.
-Este no es el colchón de la última vez- declaró, y la atrajo hacia él.
-Es nuevo- contestó ella, e inclinó la cabeza hacia atrás, dejando
expuesto el cuello.
Tomando su gesto como una invitación, él le mordisqueó la oreja
mientras susurraba palabras tiernas en ruso, antes de cubrirle el cuello
de besos. Sarah gimió y agarró su mano, dirigiéndola bajo su camisa y
sobre su seno.
-No te imaginas cuánto te he echado de menos- le dijo, mientras él le
masajeaba los pechos. Al rozar su pezón con el pulgar, Sarah se
arqueó contra su mano, y buscó detrás de ella su creciente erección. -
Mmm, tú también me has echado en falta.
Movió la mano hacia arriba y hacia abajo, y Vitaly gimió en respuesta,
pellizcando suavemente sus pezones.
-Mucho, kotyonok.
Vitaly le soltó el sujetador, y ambos gimieron al aferrarse a sus senos,
acariciando los pezones entre el pulgar y el índice. Sarah abandonó
su lucha con los pantalones de él y levantó los brazos por encima de la cabeza y los envolvió alrededor de su cuello, apoyándose contra su
pecho mientras él continuaba masajeando. Al pasar los dedos por sus
costillas, Sarah no podía creer lo excitada que estaba, y se soltó los
vaqueros y se bajó la cremallera.
Deslizando la mano bajo la cinturilla del pantalón, encontró el clítoris,
que palpitaba al ritmo de su ascendente pulso. Con dos dedos, imitó
los movimientos de él en sus pezones, y comenzó a jadear.
Con prolongadas caricias, los dedos de Vitaly seguían masajeando y
tirando de sus pechos, y Sarah sacudía sus caderas contra él. Intentó
acelerar la velocidad, pero las caricias de su esposo la impedían
concentrarse y gruñó con frustración.
Riéndose contra su oreja, él la mordisqueó ligeramente, a la vez que
bajaba la otra mano por su cuerpo, para unirse a sus ocupados dedos.
Con una mano aún en sus pechos, comenzó a pellizcar y masajearle el
clítoris.
Gimiendo, el orgasmo de Sarah la cogió por sorpresa y dobló las
rodillas, antes de estirar de nuevo las piernas. Sujetándola contra su
pecho, él continuó acariciando su cuerpo mientras ella se sacudía con
una serie de pequeños orgasmos.
Cuando empezó a calmarse, se dio cuenta de que aún le estaba
acariciando. Al rodar contre él, Vitaly hizo un gesto de dolor, cuando
ella presionó contra su erección. Alargando la mano, trató de
acariciarlo, pero él la detuvo.
-Vitaly, ¿qué ocurre?- preguntó, preocupada.
No tenemos...- comenzó, y dio otro respingo cuando ella le tocó.
-¿Te ocurre algo?- Sarah intentó darse la vuelta para mirarle, pero él la
volvió a detener.
-Nada, aparte de que me pones muy cachondo.
-Pues hagamos algo al respecto- espetó ella.
-No podemos…no quiero causar…¿estás segura?
Riendo, ella respondió -El médico ha dicho que todo está bien, y que
puedo tener relaciones.
Con un gruñido, Vitaly se incorporó y de un tirón le bajó los vaqueros.
Al llegar a los pies, intentó sacarlos pero, en su impaciencia, se enredó
con los calcetines, y ella comenzó a reír.
Sarah se incorporó e intentó quitarse los pantalones, pero estaban tan
enredados que no lo consiguió. Con un gemido, se bajo de la cama. Se
quitó la camisa por la cabeza, y luego el sostén, se dio la vuelta y se
inclinó sobre la cama.
Mirando a Vitaly que la observaba con aspecto confuso, le dedicó una
sonrisa sensual.
-¿Qué haces ahí sentado?- preguntó, y él saltó de la cama y se puso
detrás de ella. Se desabrochó los pantalones y los de dejó caer hasta los
tobillos.
Tras coger una almohada, la colocó debajo de ella, y Sarah se inclinó
sobre el colchón. Incapaz de esperar más, Vitaly colocó su polla entre
sus ansiosos pliegues, y ambos gimieron con lujuria.
Frotando sus caderas con las palmas de las manos, se aferró a ellas y
la penetró lentamente, temeroso de hacerle daño. Hizo una pausa,
preocupado por lastimarla, o a los bebés.
Impaciente, Sarah empujó hacia atrás, y la humedad de su excitación
permitió que Vitaly se enterrara en ella, golpeando la pelvis contra sus
nalgas.
Todavía dudando, Vitaly la sujetó contra él, y ella comenzó a mover las
caderas hacia delante y hacia atrás. Su cuerpo, aún tenso y palpitante
por los orgasmos, se aferró salvajemente a su verga, haciéndole gemir,
mientras sus músculos vaginales le ordeñaban.
Empezando con suaves acometidas, él siguió empujando, cada vez
más fuerte, alentado por sus palabras de ánimo.
Las dos últimas semanas de separación, junto con su ardiente
excitación, lo estaban poniendo cada vez más caliente y tuvo que
luchar por mantener el control. Notó el movimiento de su mano entre
sus piernas, acariciándose el clítoris, y aquello fue más de lo que pudo
soportar, y acabó corriéndose. Gritando su nombre, su cuerpo se tensó
y comenzó a temblar mientras eyaculaba, sorprendido del efecto que
tenía sobre él.
Sujetándola fuertemente contra él, no quería dejarla marchar, ni romper
la apasionada burbuja en la que se encontraban.
Sin querer destruir el hechizo, Sarah disfrutó de la sensación de
tenerlo dentro de ella, pero no pudo esperar más.
-Vitaly- dijo, y él masculló algo en respuesta. -Tienes que moverte.
Necesito hacer pis.
Al romperse la burbuja, Vitaly se derrumbó sobre la cama, muerto de la
risa, y Sarah se apresuró hacia el cuarto de baño.
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La Familia Del Millonario
RandomY henos aqui en la última parte de esta maravillosa saga...