No voy a empezar esta historia diciéndoles quién soy. Me parece más oportuno contarles lo que siento, y cómo un día cambié el rumbo de mi vida. Una mañana de sábado no aguanté más y me fui. Simplemente agarré un bolso, agarré el viejo auto que heredé de mi abuelo...sí, de mi abuelo. Al fallecer, mi padre me lo dió a mí, sabiendo que le daría un buen uso. Quizás si tuviera hermanos, se complicaría un poco más. En fin, con el celular apagado, las manos en el volante y el destino incierto, encendí el motor y avancé. Sólo avancé, sin pensar o en realidad pensando en demasiadas cosas que sólo me generaban una irreparable angustia en medio del pecho. Silencios. Palabras omitidas. Verdades dolorosas. Decisiones ajenas. Silencios, y más silencios que abrumaban mis pensamientos y no me dejaban desatar el nudo gordiano que unían a mi corazón y a mi mente. Todo estaba colapsando, y no había manera de detenerlo.
Hace dos semanas me despidieron por el famoso "recorte de personal", a los 2 días Valentín me dejó por Whatsapp, y a partir de allí dejé de hablar con mi familia y mis amigas. No tenía ni ganas, ni nada para decir... y no, en este momento no voy a decir que sigo rota en llanto. Había llorado lo suficiente hasta aquel día que decidí escapar. Sí, escapar del dolor, de la desilusión, de la mala suerte...simplemente escapar. Escapar porque estoy podrida que todo sean malas noticias. Saltar de esta rueda fallada de mi vida, que sólo me mantiene abajo sin darme una luz de esperanza... aunque sea por un corto tiempo.
Transcurrió varias semanas, y aquí estoy sentada en medio de una gran piedra, rodeada de arena y observando la inmensidad del agua celeste de la ciudad de Las Grutas. Aún no encendí el celular, no me interesa. Me siento tranquila pero paralizada ¿qué se hace cuando sentís que nada de lo que deseas, se concreta? ¿qué se hace cuando la vida misma te desiluciona? ¿qué se hace cuando lo que te duele no se cura con un medicamento?
"¿Escapando?" una voz grave y pacífica rompe con mis pensamientos y me obliga a abrir los ojos. Miro a los costados y del lado izquierdo se encontraba una persona alta, ojos color café, pelo castaño, pantalón corto de jean medio roto y musculosa holgada. Tardé unos segundos, hasta que le dije "¿Lo podrías afirmar?". La conversación siguió hasta que el sol se convirtió en luna y las agujas del reloj marcaron las 10 de la noche. Sin embargo, nada de eso impidió que siguiéramos charlando y debatiendo sobre la vida... sin llegar a ninguna conclusión exacta.
Una semana más tarde, después de vernos todos los días me despedí de Joaquín. No le debía ninguna explicación. Teníamos el número de teléfono del otro. Por ahora no podía ofrecerle otra cosa que seguir charlando y encontrarnos algún día ya que vivimos en el mismo barrio de Buenos Aires. Me entendió, ambos estábamos en una situación similar.
Finalmente, regresé a mi departamento y abrí aquella puerta que había cerrado un mes y medio atrás. No tenía claro nada y seguía sufriendo de igual manera que aquel 24 de enero que Valentín me dijo que había decidido hacerse a un lado de la relación, o las palabras de mi jefe "nos vimos obligados a hacer un recorte de personal". ¿Qué había cambiado? Decidí volver a pelearla. Decidí volver a luchar por ser feliz. Parece utópico, pero es lo que todos queremos o no?. Yo quiero ser feliz y quiero intentar cumplir mis objetivos... ¿Lo lograré? No sé, esperemos que la maldita suerte me acompañe. No tengo certezas. Mientras tanto seguiré intentándolo. Seguiré girando en esta rueda de la vida. Quizás un día esté arriba...
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Espero que te haya gustado este primer relato de esta bella historia!
¿Que pasará con entre Emma y Joaquín?
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Volver a intentarlo
RomanceConjunto de relatos, mediante los cuales, podrán conocer a Emma. Una joven que a partir de una desilusión amorosa, tomará una decisión que cambiará el rumbo de su vida para siempre.