—¿Estos también? —Johanna preguntó y la sacó de golpe de sus ensoñaciones. Levantó los ojos y asintió viendo los libros que le indicaba.
—Sí, esa librería entera es mía.
—Muy bien, es lo último.
—Vale, gracias.
Su hermana se afanó en meter los libros en las cajas y ella subió a su dormitorio a revisar los últimos cajones. En la planta baja Annie, Grace y dos chicas del despacho, le estaban ayudando con la mudanza y aunque los operarios del transporte algo hacían, lo cierto es que el grueso del trabajo lo estaban acabando ellas, que eran estupendas.
Se sentó en su enorme cama, esa cama que había tardado meses en elegir, y suspiró. Del retorno de Las Vegas apenas recordaba nada. Salió del hotel, fue al aeropuerto y cogió el primer vuelo a Nueva York, una vez en Manhattan decidió descansar un par de días allí y el domingo por la noche estaba en Londres con las ideas claras y varias decisiones tomadas. La primera, quedarse con un pisito diminuto pero muy cómodo en Notting Hill, cerca del despacho, que alquilaba una de sus voluntarias. Esa misma noche la llamó y cerró el acuerdo con ella. Lo siguiente fue llamar a Johanna, desahogarse y contarle todo lo sucedido, ella, que se esperaba algo grave porque llevaba una semana sin dormir, le dijo, cogió el primer vuelo y apareció en Londres el lunes a mediodía. Lo demás había sido coser y cantar.
Grace se hizo cargo de su demanda de divorcio y llamó inmediatamente a los abogados de Peeta para anunciarles el inicio del proceso y pedirles que informaran a su cliente del deseo de su todavía mujer de no tratar con él personalmente los asuntos que les quedaran pendientes. Él llevaba horas llamándola y dejando mensajes de todo tipo: tiernos, lacrimógenos, dulces, salvajes, indignados, amenazantes y luego de odio total, así que no pretendía hablar con él en esas condiciones.
Decidió dejar la casa en seguida, él no podía abandonar el rodaje y quería ganar tiempo. De nada sirvieron los ruegos de Blanche, en la que de repente dejó de confiar (estaba convencida de que ella sabía que esa mujer estaba con Peeta en la suite cuando llegó al hotel), de Julia Fox Bunbury, de su cuñada Molly, de Finnick o de sus suegros, nada le interesaba ya, y tan solo una semana después de volver de Las Vegas estaba a punto de pasar la primera noche en su nuevo piso, con una demanda de divorcio presentada y muchas ganas de continuar una nueva vida lejos de los focos, los actores, la fama, las revistas, los guiones y las amigas de Peeta. Nada de eso le interesaba lo más mínimo y aunque lloraba mucho, por supuesto, por haber perdido al amor de su vida y todo lo que habían construido juntos, tenía a su bebé, que seguía creciendo firme y seguro a pesar de los pesares.
Miró la mesilla de noche y vio encima la cajita de Cartier que había dejado allí a propósito, se miró el dedo y se sacó la alianza y los anillos de compromiso muy rápido, cogió el estuche y los puso dentro sin detenerse un segundo a pensar, si lo hacía se rompería otra vez y no debía hacerlo. Cerró la preciosa caja y la depositó encima de la mesilla de Peeta. Eran suyos, él los había comprado y a él debían regresar, no le cabía la menor duda, lo correcto era devolvérselos y se sentó otra vez en la cama, mirándose la mano sin anillos con un profundo y punzante dolor en el centro del pecho.
—¿Señora Katniss? —De repente Maravillas apareció arriba y le habló en español—, está todo listo, solo faltaban los libros. Dice su hermana que cuando quiera.
—Gracias, Maravillas. —se puso de pie y la vio ahí compungida sin saber qué hacer, así que se acercó y la abrazó—, y por favor, espero que siga viniendo todos los días puntualmente, Peeta no sabría ni encontrar un vaso sin su ayuda.
—Ay, señora, qué pena... una pareja tan bonita y tan buena.
—Bueno, estas cosas pasan —tragó saliva para no llorar, echó un vistazo rápido a su habitación y la animó a bajar—, vamos, no quiero que se me haga tarde.
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Oportunidades
RomanceEl amor propio, confianza, madurez y respeto son las bases para tu vida con tu pareja. ¿Cuántas oportunidades se deben de dar y recibir para vivir y disfrutar tu amor con tu otra mitad?