Capítulo 31: Legado Malfoy

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1 de septiembre, 2000.

Londres muggle.


—Harry, ¿ya tienes todo listo? —pregunta Ginny, corriendo la silla del comedor que casi le pulveriza la cadera tras un sonoro choque —. ¡Demonios! Todo es tu culpa, Potter.

—¿Qué pasó? —le pregunta Harry, bajando las escaleras hacia el comedor. Él estaba con Ron jugando una partida de ajedrez mágico en la habitación de él, se había terminado olvidando por completo que su novia le había pedido algo. 

¿Pero qué era? Lo mataría, siempre se olvidaba de las cosas y Ginny luego lo hacía sufrir.

—¿Qué pasó? —le responde la pelirroja con un evidente enfado —. Pasa que, Harry Potter, mi amiga está pasando por un momento hermoso y doloroso al mismo tiempo ¡Y tú no te preparaste el bolso!

—¡ES VERDAD! Fui a avisarle a Ron y luego me ofreció la jugada de ajedrez... —comienza a explicarle él, moviendo sus manos nerviosamente y acomodando sus redondos lentes negros. Ginny, harta de la explicación torpe de su novio, sabe que sólo cambiando la expresión de su rostro él lo notaría.

—Harry —lo frena, con el tono de voz bajo irradiando su ira.

—¿Sí, amor?

—Sigues sin preparar tu bolso para salir —vuelve a decir tratando de mantener la calma. Antes de que Harry pudiera disculparse, y subir nuevamente a la habitación para preparar su bolso un estruendo se escucha escaleras arriba.

—¡Vámonos de una vez Ronald Weasley! —grita la voz de Hermione, mientras se escuchan sonoros pasos contra la madera de las escaleras —. Tu amiga va a dar a luz y tú no te estás preparando.

—¡Pero si nadie me dijo nada! —responde él, bajando con un bolso preparado por su esposa. 

—¡No importa! Debemos irnos ahora, Harry tú apúrate —dice la castaña, tras mirar que Harry seguía parado ahí, como si nada. ¡Por Merlín, que lentos eran los hombres!

—¡Ya voy! —vuelve a quejarse él, subiendo rápidamente las escaleras bajo la mirada amenazante de Ginny.

—Vámonos, Malfoy ya nos mandó el aviso hace casi una hora —habla Hermione, tratando de enfocarse mentalmente en llevar todo lo necesario. Más regalos para el bebé, ropa de maternidad muggle para Ava... ¿qué más? Diablos, de los nervios que tenía no podía pensar con claridad.

—¿Ha tenido tiempo de mandar una carta? —pregunta Ron incrédulo.

—Mandó su patronus con un aviso, tonto —responde Ginny ya harta. Entendía que estaba siendo quizás un poco grosera, pero tenía mucha energía acumulada por tanto tiempo sin nuevos partidos y además estaba terriblemente feliz por su amiga.

¡Tendría un niño! Un hermoso y regordete niño para cuidar entre todos.

—¿Draco Malfoy tiene un patronus? —preguntó Ron casi soltando una risa por la sorpresa.

—¿Qué, no lo sabías? —le dice Hermione.

—Creí que Snape fue el único mortífago en poder conjurarlo —se encoge de hombros el pelirrojo, al ser observado con curiosidad. ¿Acaso en algún momento lo habían mencionado y no escuchó? Admitía que, muchas veces luego de volver del entrenamiento, se quedaba dormido mientras Hermione le hablaba sobre sus clases.

—Así como Snape tenía un recuerdo feliz, Draco también —interrumpe Ginny —. Saben perfectamente que, sin Ava, jamás hubiera podido enviar un león de aviso. Ahora, si me disculpan... ¡VÁMONOS!

Outsider III - Draco MalfoyWhere stories live. Discover now