Capitulo 4 - Narra Lionel

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Tenía una oportunidad. Bueno, unas cuantas pero había tomado la decisión y iba a ir adelante. Recuerdo perfectamente el viernes 11 de Diciembre como si hubiese sido ayer. Por lejos uno de los mejores momentos de mi vida. Podía sentir mi corazón golpear contra mi pecho cada momento más cerca de la terminal de ómnibus y en cuanto baje conté cada minuto hasta casa. 

Había dicho a Lourdes que iría por ella por la tarde y subiríamos la sierra juntos ya que era una de nuestras actividades favoritas. Sería la primera vez que iríamos solos, eso sí. Comencé a preparar mi mochila. Nos veríamos en la punta de la sierra a las seis y luego haríamos picnic sobre la sierra.

Algo que siempre voy a adorar de Lourdes es su puntualidad. Cuando llegue, ella ya estaba ahí con su mochila, su equipo deportivo para escalar y su pelo en una perfecta coleta. "Ella siempre ha estado ahí tonto" me dije a mí mismo y sonriendo me acerque. Llevaba mis manos sosteniendo mi mochila porque sabía que no aguantaría los nervios y temblaría. Me sentía como un tonto ¿Que me estaba pasando? Yo nunca había estado nervioso junto a Lou, eso era lo que hacía de todo esto tan fácil y ahora era una bola temblorosa e insegura.

-¿Listo?

-Listo- dije sonriendo. Subimos algo en silencio. Le di el paso para ir primero en los caminos más estrechos y cuando llego la hora de trepar, ella era la mejor guiando, así que no era nada nuevo que fuera delante.

Estábamos en la parte más alta de la sierra, faltaban solo unos minutos para llegar. Lu estaba sosteniendo una rama que parecía verde. Piso firmemente y se abalanzo hacia delante, pero en un momento una rama se soltó y mi corazón latió a cien por hora. Me arroje hacia delante con mi primer impulso y llegue a tomarla del brazo para que no cayera hacia nuestros costados llenos de rocas. Nuestras caras quedaron a unos centímetros y enroscados como habíamos quedado, yo saque fuerza sobrehumana para que no cayéramos y para no besarla. Su respiración era agitada y su coleta de pelo había perdido su orden.

-Estuvo cerca- dije intentando bromear y a mi pesar la ayude a reincorporarse.

-Sí, Gracias Lio. Siempre estas cuidándome la espalda. 

Subimos a la cima y buscamos un lugar. Para ser exactos, la cima de una sierra es tierra plana. Era como un campo elevado. Esa tarde, un conjunto de caballos salvajes pastaban cerca. Tome un pequeño mantel y lo puse sobre el suelo para sentarnos.

-Parecías algo ansioso cuando llamaste para venir.

-Lo estaba, es decir, me gusta venir aquí.

-¿Le has pedido permiso a Antonela?

-No. Pero no importa ya

-¿Porque?

-Porque nosotros ya no salimos. Ella me dejo

-¿Qué? ¿Te dejo? ¿Porque? ¡Está loca!

-Me ha dejado... Por ti.

-¿Por mi? 

-Si, por ti. Ella estaba segura de que tu tenias segundas intenciones conmigo.

-Eso es absurdo.

-Lo sé- la interrumpí y voltee mirando al norte de la ciudad. Allí, entre lo más oscuro del campo se encontraba el cementerio. Podía ver las pequeñas casas blancas, la última morada del mortal, apretadas con sus vecinos. Lourdes siguió mi mirada y capto lo que veía.

-No mires hacia allí, no es bonito. 

-Es hermoso, en realidad- me dijo segura -Mira, aquí a la vida, contemplando a la muerte a la cara desde la cima de una gran elevación. Siente el viento correr y acariciarte. Estamos vivos.

Me concentre en todo aquello que nos rodeaba. Ella podía hacer que yo me desconectara. Pero no era solo yo. Tenía ese don con las palabras tan extraño.

El viento jugaba con el pelo de ambos y ella se desato el suyo. Su pelo largo y castaño danzaba con el aire mientras sonreía y yo pensaba que no podía verse más hermosa. La chica de los ojos pardos no parecía querer estar en otro lugar

-Tienes razón- dije sonriendo. Vi de repente como detrás de las lapidas, el sol se ocultaba, casi dejándonos a oscuras -Me alegra haberlo compartido contigo.

-También a mi Lio. 

Nos quedamos mirándonos el uno al otro como un par de tontos. Y de repente baje la mirada y sonreí -Ella tenía razón.

-¿Antonela?

-Sí. Ella dijo que no podríamos ser amigos nunca tu y yo.

-Lo hemos sido todo esto tiempo ¿Que cambia ahora?

-Que yo estoy perdidamente enamorado de ti ahora, y eso es algo que ha cambiado mucho mi vida. 

Lourdes se me quedo mirando unos segundos. Si bien era de facilidad de palabras, era muy  lenta al procesarlas. Me miro unos segundos y luego abrió los ojos grandes.

-Lio...

-Lo sé, ya sé que esto es muy repentino, pero no lo podía ver. Estaba tan ciego. Tú eras a quien yo le daba mi corazón, mientras a ella le daba mi cabeza y mi atención. ¿Y porque? Porque toda mi vida he seguido ordenes, leyes, formas de comportarse. He querido ser el todo de una mujer y ser un buen hombre, el día de mañana un buen marido y tal vez un buen padre. Pero cometí un error

-¿Que error?

-Era la decisión correcta, pero era la mujer equivocada.

-Wow, esto es tan wow. Yo no... wow.

-Estas casi ladrando.

-Lo sé ¿Es por ello que viniste semi nervioso todo el camino?

Asentí con la cabeza.

-¿Y el apuro por venir aquí?

Asentí con la cabeza.

-¿Y el atardecer?

-Todo. Todo es tuyo, todo es por ti y todo te lo daría si me dejaras- me levante y le tome la mano acercándola a mi corazón -¿Sientes eso? Cuando estaba sentado no estaba tan así, y créeme que a cada centímetro de ti esto se revuelve mas y mas.

-Yo no lo sé. No estoy segura de esto.

-¿Confías en mi?

-Es distinto.

-Necesito saberlo, si confías en mí.

-Yo... confió en ti Lionel. Confió en ti más que en nadie.

-Entonces déjame prometerte algo

-Lo único que quiero que me prometas es que jamás me prometerás nada.

-Entonces ¿Cómo puedo probarte que estaré ahí siempre?

-Quédate conmigo, sin importar lo que pase. 

-Lo haré- dije abrazándola. Algo pasaba, algo que ella no me decía -¿Estas bien? ¿Te pasa algo?

-El mundo va a veces muy extrañamente corriendo mi Lió. Ya no se para donde está el norte.

Acomode su pelo detrás de la oreja y le sonreí. -Déjame ser tu brújula.

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora