capítulo 8: Dos corazones rotos...

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La reina de Camelot estaba histérica, se había alistado porque tenía planeado reunirse con su mejor amiga para el compromiso de sus hijos pero ahora resulta que su esposo no iba a permitir que se lleve a cabo dicha ceremonia.

-esposo mío ¡esto es una locura! ¿Por qué le haces esto a nuestro hijo?-

-justamente lo hago por mi hijo, el no quiere comprometerse y no pienso obligarlo-

-es lo mejor para el, azura será una esposa digna, ambos reinos se volverán uno solo y la prosperidad reinará por mucho tiempo-

-¡he dicho que no! hablaré personalmente con el rey Alphonse... Mi hijo no es un objeto que podemos manejar a nuestro antojo, el no la quiere...- en verdad esperaba que su esposa entienda.

-¿cómo lo sabes? Con el tiempo se llegarán a conocer e incluso a amarse, de niños eran muy unidos... ¿Acaso no recuerdas que así nos conocimos?... Que así nos enamoramos? ¡Éramos dos desconocidos! pero al final nos casamos y tuvimos a nuestros hijos- explicaba con ilusión, soñaba que su hijo también tenga esa dicha como la tuvo ella.

-eso fue diferente... Además a él le gusta alguien más...-

-¿Qué? ¡Eso no me lo dijo!-

-¡a nadie se lo dijo! Y sabes ¿por qué? Nosotros andamos metidos en nuestras cosas en vez de tratar de estar con ellos, saber sus gustos, sus temores, sus angustias... ¿Sabías que Rose era muy buena con la espada?-

-¿¡ah!? ¡Es una dama! ¡No puede comportarse así!- exclamaba furiosa la reina.

-¡pues ella aprendió justamente para defenderse sola! ¿Sabías que Jules se siente asfixiado por tí? ¿Sabías que se había enamorado? ¿Sabías que se enamoró de una chica humilde? ¿Sabías que Rose tiene tu mal genio y tú mal carácter con los demás? ¿Sabías que a ella le gusta la repostería? ¿Sabías que Rose ya no es una niña, ya es una mujer? ¿Te tomaste la molestia de ver los cambios en nuestros hijos?- preguntó molesto.

Ya había llegado a su límite, él estuvo más cerca de sus hijos que la propia madre, lo más chocante fué hace tiempo, ver a su hija llorar cuando su vestido estaba ensangrentado, llamó a un médico pensando que era algo grave, su cara se tiñó de vergüenza cuando el doctor le explicó que era normal en las niñas de su edad, la princesa se había convertido en mujer y que eso ocurría cada mes.

Su hija estaba peor, moría de vergüenza por lo sucedido.

¿Y Ames? Ella andaba con sus amigas y en fiestas alardeando de sus hijos que ni siquiera sabía por lo que estaban pasando.

-...-

-tu silencio responde a todo, el compromiso se cancela y punto-.

Con ojos llorosos miró a su esposo dandole la espalda e irse, últimamente el erizo era muy hiriente con ella... ¿A dónde se fué el amor que había cuándo aún no eran padres? ¿Se había cansado de ella?...

-Amadeus ¡espera!- gritaba zule detrás del menor siguiéndolo.

Desde que llegaron a casa, el menor actuaba raro, lo notaba distante y molesto.

No mencionaron nada de lo sucedido con sus padres, ella pensó en pedirle guardar el secreto pero al final ninguno dijo nada cuando llegaron a casa.

Él ignoró a su hermana saliendo de la cocina y encerrando se en su habitación... En el hogar solo se encontraban ellos dos, Lancelot tenía turno y Blacksmith una entrega a un lugar un poco lejos.

Con apuro tocó la puerta esperando que la abriera, pasaron largos minutos pero nada, el menor había puesto pestillo impidiendo que alguien entre.

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