17. Conseguir

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Jaemin.

Sumerjo la pierna derecha en las burbujas. Apoyo la espalda contra la tina y cierro los ojos. Lentamente me deslizo hacia abajo. El agua perfumada me llega a la barbilla y está a punto de esconder la enorme sonrisa que tironea mis labios y que, bajo esta circunstancia, solo puede significar una cosa. 

   Que he ganado.

   Como siempre. Porque lo que quiero, lo consigo. La gente piensa que es egoísta satisfacer los deseos propios; que cumplir tus objetivos te vuelve engreído y a la larga, arrogante. Yo creo más bien que conformarse es una hipocresía, porque en el fondo, escarbando los inicios de nuestra inconciencia, todos sabemos que somos perfectamente capaces de conseguir lo que queremos.

   Freud dice que la mente humana se desarrolla en tres partes; el Id, ego y super ego. Nacemos con la primera, es la máquina de querer cosas, la que se rige por el principio del placer; desarrollamos la segunda, que se encarga de analizar el principio de la realidad, considera los efectos de nuestras acciones; y finalmente la tercera; que es la peor, porque nos limita, recuerda todas las normas y reglas que te ha dictado la sociedad desde la niñez y que debes seguir al pie de la letra si pretendes encajar y evitar tener conflictos con los demás.

   Pero, ¿Qué demonios importa lo que piensen los demás? Aprende a controlar tu ego, consiente más a tu Id y manda al carajo al super ego. Es simple y si lo comprendes y lo dominas a la larga entenderás porque Freud se rompía la cabeza tratando de explicarle a la gente que el funcionamiento de su mente va a más allá de los pensamientos simplistas que generamos todos los días.

   La inconciencia es la parte de nuestra mente que debería dominarnos, porque ahí es donde radican nuestros verdaderos deseos, lo que queremos hacer. La esencia de la personalidad. Es un desperdicio que siempre permanezca oculta y la neguemos rotundamente, como si nos avergonzara.

   Las flores aromáticas que acompañan mi baño me cosquillean la barbilla, como una caricia que intenta pasar desapercibida. El vapor del agua caliente se impregna del aroma de las velas que yacen alrededor de la bañera. Una de mis manos cuelga fuera, mientras sostengo con fuerza mi celular, apretándolo de vez en cuando.

    Lo dejo con cuidado en el suelo y de a poco sumerjo la cabeza en el agua tibia. Aguanto la respiración, cuento hasta tres y después, salgo y abro a los ojos, sin dejar de sonreír.

   Fue más fácil de lo que pensaba.

   O de lo que estaba dispuesto a soportar. Sinceramente, no creí que Jeno se rindiera tan pronto. Nunca me había encontrado con un hombre que me rechazara cada vez que se le presentara la oportunidad, tratándome con tanta indiferencia que un compañerismo forzado llegaría a ser más amigable. Durante semanas se resistió a mí, pero, ahora, por voluntad (y con un poco de ayuda del alcohol, claro) ha reconocido que piensa en mí.

   Y yo no podría estar más encantado.

   Pero no siempre fue así. Desde que lo vi caminando por los pasillos con sus gruesas gafas de lectura, el ceño fruncido y un vaso de café barato en la mano supe que no era en absoluto mi estilo. Siempre tenía cara de póker, no te miraba a los ojos y rara vez salía de su cueva, esa que era la estúpida sala de maestros. Lo encontraba ñoño, un rarito es más. Conducía un modelo viejo, olía a Hugo Boss, se echaba el cabello hacia atrás con gel y cuando te saludaba lo hacía en voz baja, como si en realidad quisiera que no lo escucharas. Nunca hablamos más allá de los "buenos días" y los alumnos comentaban ocasionalmente que sus clases eran buenas pero tediosas.

   Yo no sabía que pensar de él, porque para empezar no me importaba. Lo encontraba un profesor más que se había unido a las filas del instituto; que por sus modos tan propios debía estar casado o en vías de estarlo. Aunque debo admitir que me divertía ver lo serio que andaba siempre por los pasillos y lo estupefactas que se quedaban las alumnas cada que lo veían pasar y las ignoraba a pesar de que sus faldas eran sumamente cortas y sus ademanes, nada disimulados.

Come my way「NoMin」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora