Prólogo, 1548

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Siento comezón en mis manos. Sujeto el pequeño frasco de cristal con el elixir de color rojo. Espero a que él regrese, y me indique que es lo que tengo que hacer. Pero no lo hace, me circula la sangre por la cara. ¿Lo habrán atrapado?

Pero veo una sombra acercándose desde lo lejos. Viene corriendo con una bolsa hecha de lana en una mano.

-Corre- me grita. Antes de que pueda si quiera responderle, veo a las cuatro figuras masculinas corriendo detrás de él.

El vestido que llevo, verde, no me ayuda. Me tropiezo al llegar a una calle y caigo al agua sucia. El elixir se me resbala, pero no lo rompo. Él llega y me toma por la cintura, me saca de ahí casi volando.

Se mete por entre las calles, ha tirado un puesto de manzanas mientras corría. Llegamos al escondite que habíamos encontrado hace unas semanas. Los que nos correteaban ya no están.

-Si algo pasa…- comenzó, su voz se escuchaba entrecortada y cansada- Quiero que te tomes el elixir y vivas.

-No lo haré, Juntos hasta el final de los tiempos ¿No lo recuerdas?

Me tomo por la mejilla, sus suaves manos rosando mi piel. El afecto estaba siempre ahí. Su amor por mi era inmenso.

-¡Que maravilloso!-Dijo una voz proveniente de no tan lejos. Nos habían encontrado.

-¿Qué es lo que quieren?

-Por favor, Elliot, venimos detrás de eso- dijo señalándome. Más bien al elixir- El elixir de la vida…

-Yo lo he tomado, me pertenece ahora- dije, abrazando el pequeño frasco.

-No lo creo, pequeña- dijo otra voz. Una voz que si conocía- Lo has robado.

-¿Alquimista?- pregunte horrorizada al ver al señor que me había ofrecido un techo cuando lo necesité saliendo detrás de los hombres que nos perseguían.

-Por derecho. Eso es mío.

Ahora no había escapatoria. Tenía que entregar el elixir, tenía que entregar lo único que me permitiría tener una vida perfecta.

-Tómatelo- Gruño Elliot-

-No lo hará, ese no es el elixir- dijo el alquimista

-¿Qué?- pregunte - ¿Qué demonios es esto?

-Es sólo… una prueba, antes de crear el Elixir, se creó eso.

-Tienes dos opciones- dijo el que había hablado primero- O se entregan y nosotros los llevamos ante la autoridad, o se lo toman y se atienen a sus consecuencias.

Vi a Elliot caminar. Seguro lo golpearía, pero no. Se entregó.

-Sabia decisión muchacho, ahora tu jovencita, entrégame el frasco y acabemos con esto-

Mire el frasco, sentí como la adrenalina aún seguía en mí. Di un paso, otro, y otro más. Me detuve. No, no me iba a rendir. No me iba a entregar ante ellos, ante aquellas personas que iban en contra mi felicidad, en contra de mis sueños. Prefería… prefería morir, morir libre, morir feliz.

Abrí el frasco y me lo tome. Hasta la última gota. Escuche a Elliot gritando. Pero después fue muy difícil seguir oyéndole.

Mi visión se nublo. Sentí que mi cuerpo pesaba demasiado, mis músculos comenzaban a fallar. Me derrumbe en el suelo lleno de piedras, que cuando aterrice, en realidad fue suave.

Mi memoria comenzó a fallar… olvide todo. Fue el puente del olvido, que la almas cruzan, después de la muerte como la gente creía ¿no?

Y después todo fue oscuro. Vi una luz, y avancé hacia ella, pero no la pude atravesar. Me quede atrapada en la oscuridad.

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